lunes, 30 de septiembre de 2019

Finde de locurón en Madrid


A veces lo más meritorio no es lo más celebrado

Que digo yo que ahora que todavía acompaña el tiempo y los niños no tienen muchos deberes, que por qué no nos vamos a pasar el finde a Madrid, así de tirar la casa por la ventana. El viernes de tranqui, el sábado a comer un bocata de calamares a la plaza de Sol, que no sé dónde verán la puerta, y el domingo a los toros, al mano a mano cumbre con toros de muchas ganaderías, que en la variedad está el gusto. Así que me cogí a mi churri, a los niños, cargué el monovolumen y hala, pa Madrid. Y esto mismo lo pensaron tantos como casi los que caben en la plaza de Madrid, un montón. Y allí que llenaron la plaza de gentío y de ganas de ver orejas y salidas a cuestas hasta del de las cervezas. Una peña con polos rosas y una barra de pan de metro y medio, que la merienda no se perdona. Todas las amistades juntas y que aquí me las den todas, que para una vez que vamos a los toros y a una corrida de postín, hay que ir preparados.

Y nos preparamos para el mano a mano con toros de Juan Pedro, que no de Parladé, de Núñez del Cuvillo y de Victoriano del Río, que no de Toros de Cortés. Que te crean falsas ilusiones anunciando cinco hierros, de tres propietarios, y al final te echan de tres hierros, de los tres mismos propietarios. Que es como decir que saldrán unos toros, a decidir, pero que por si acaso falla alguno, aunque sean tres, el respetable no podrá pedir devolución del precio de las entradas. Si es que el señor Casas, don Simón, se las sabe todas y más si es para recaudar pasta y no soltarla. Los diestros, Miguel Ángel Perera, aquel de aquella puerta grande vergonzosa, y Paco Ureña, favorito de Madrid y de toda la región de Murcia.

Resulta complicado hablar de los toros siendo de tres vacadas diferentes, pero haremos el esfuerzo. Lo de picarles era una utopía, no se les picó, contando con la colaboración inestimable del público que no solo lo permitía, sino que aplaudía el que el puyazo apenas se señalara, el que se levantara el palo, en definitiva el que no se picara a ninguno, solo al sexto, un sobrero que era un marrajo de José Vázquez, al que al menos se le picó en la segunda vara. Toros que se quedaban en el peto, como el que se queda en una terraza de la calle de Alcalá, para hacer tiempo hasta la muleta. Ellos se dejaban y el de arriba si acaso, solo si acaso, apoyaba el palo levemente en el lomo, como si fuera a aplastar un flan. Luego en la muleta ibán y venían, sobretodo si los de luces no les obligaban lo más mínimo. En lo del corre que te pillo lo bordaban. Si bien es verdad que alguno se dolió como un perro en banderillas, pero no pasaba nada, como se arrancaba de lejos en la muleta ya le valía al personal para querer darle honores de bravo.

Miguel Ángel Perera compartía cartel en este mano a mano del que muchos aficionados de Madrid opinaban que bien, pero que les sobraba Perera. Pues empezamos bien. El extremeño empezó desarrollando ese toreo suyo tan predecible. Sin cuidar la lidia, ¿pa qué? No picando a su primero, no fuera a ser que se le desmorrara contra el suelo. Que luego decía que era porque a él le gusta dejarlos muy cruditos. Ya, en su punto, ¿no? Y con muchas patatas. Faena iniciada por el pitón derecho, abusando descaradamente del pico, sin cargar la suerte, cambio de mano y lo mismo, con enganchones incluidos, trapazos en línea recta, sin rematar jamás, para acabar a la velocidad mortecina del Juan Pedro, que no quiere decir que templando.

Su segundo le desarmó ya con el capote. Se picó en quites con Ureña, ante un animalito que malamente aguantaba aquel trajín. Y fue José Chacón quién más le cuidó con capotazos justos y con suavidad. Telonazos de inicio, muy solemnes, enganchados y ya con la diestra, pues a darle al pico, echándoselo para afuera. Medios pases siendo benévolo, que a veces, ni a eso llegaban. Pero él se propuso pasar el rato y alargó la faena innecesariamente, la faena y el trasteo. Y le salió el quinto, uno de Núñez del Cuvillo al que parecía que había que llevar en parihuelas. No se le picó, se le dejó a su aire, si va al caballo solo, como si va acompañado. Se dolía de los palos como un perro, pero en esto que Perera decidió, oportunamente, darle distancia, cada vez más y allí que se arrancaba el animalito hasta con prontitud, para ir y venir en muletazos que nunca le sometieron, ni tan siquiera le molestaron. La misma de siempre, pero eso de ver las arrancadas de lejos y para dar en los morros a los que protestaron al toro, el cotarro se animó y venga a venirse el personal p’arriba. Vaya cierre del finde, un locurón. Uno tirando líneas y los otros tirando vivas al viento. Siempre ventajista, con la zurda aún tenía que recuperar el sitio, escondiendo la pierna de salida y con la tela atravesada. Bernadinas fin de fiesta y un pinchazo que no desanimó a los entusiastas. Si sería así, que ni tan siquiera un metisaca barriobajero en la paletilla les sosegó. Tal sería la cuchillada, que ni pudo volver a entrar a matar para que aquello no fuera tan deslucido. Vuelta al ruedo y el sol jaleando la hazaña de un fulano bebiendo en bota sin respirar. Plaza de Madrid, sí señor.

Paco Ureña comenzó fuerte. Su primero no quería nada con las telas, ni con sus portadores. Le dejaron a su aire, que él decidiera. Había que esperar a la muleta, que para eso se viene a Madrid, para ver la muleta. Ayudados por alto para comenzar la faena, con dos muletazos por abajo por ambos pitones y se toree o no, eso gusta al público. Pases acompañando, para a continuación ponerse derecho, acompañando, que no toreando. Con la zurda ya aparecían los retorcimientos. Cites de frente abusando del pico, medios pases, para acabar despatarrándose con muletazos por ambos pitones. Entera contraria y una orejita, por aquello de luego poder contar que le pidieron la oreja a Ureña.

Al cuarto, el jabonero, le recibió con mantazos siempre jaleados, sin hacer por ponerlo en el caballo, algo no infrecuente en este matador. Se lo sacó al tercio sin templar jamás y ya con la diestra, a cada muletazo seguía una carrerita. No se hacía con él y el animalito no se toreaba solo, pedía al menos un poquito de mando. De uno en uno y siempre recolocándose e insistiendo. El sexto fue devuelto ya con las banderillas puestas, pero es que el animalito no se tenía en pie. Y salió uno de José Vázquez, parado y escarbando, echando las manos por delante. Mantazos más bien de compromiso, dejando que el toro le tocara demasiado el engaño. Se fue suelto del caballo para recorrer mundo y fue en la segunda entrada cuándo aprovechó el picador para darle con el palo. Buscaba la puerta de toriles, hacía hilo con los banderilleros y se dolía de los palos. Lo recogió bien Ureña con unos redondos por abajo, pero ya de pie se le venía rebrincado, echando los pitones al cielo. Lo que había que tragar; un derrote tras otro y a esperar el siguiente, buscando las tablas desesperadamente. Intentaba el diestro sacarlo de su querencia, pero una y otra vez era imposible. Se fue adónde pedía y aguanto que le pasara el pitón por la barriga, queriendo sacar lo que aquel no tenía. Alargó demasiado, se puso un tanto histriónico, quizá queriendo arrancar la oreja, pero no tenía sentido. Unos valoraron aquello como lo más meritorio de la tarde, otros puede que se desilusionaran porque no había más orejas, pero ya daba igual, que la habían gozado de lo lindo con el descaro de un señor que exige, no pide, exige respeto  para él, cuándo él mismo no lo tiene ni para el aficionado, ni para la plaza, ni para el toro. Pero unos protestones no iban a amargarnos un finde de locurón en Madrid.

Enlace programa Tendido de Sol del 29 de septiembre de 2019:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-29-septiembre-de-audios-mp3_rf_42263892_1.html

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez más el juego del ganado ha sido bochornoso. Toros que se caen, que no ofrecen pelea alguna en el caballo, capotes por alto para que el usía no se viese forzado a devolverlo, toros enseñando la lengua desde el primer tercio… eso sí, obedientes como ellos solos, ni una sola mirada al bulto. Excepto el sobrero sexto, por supuesto.

Perera comenzó bien la faena a su primero exponiendo las femorales. Hay que decirlo cuando hace el toreo, pero fueron sólo unos retazos, en seguida llegó el destoreo de siempre. Obviaré su segundo y sobre su tercero decir que era un semoviente al que Perera dio todas las ventajas, cuidó en exceso y le dio una distancia que muchos toros aceptarían pero que ya se encargan los matadores de no dar no sea que queden en evidencia. Lo bueno, la distancia que le dio al toro. Lo malo, pues que los dos primeros muletazos de cada tanda, esos que son verdaderamente meritorios porque no es nada fácil templar a un toro que viene desde una gran distancia y por tanto a una gran velocidad, fueron un tanto “tramposos”. Pico exagerado que sirve para echarse el toro fuera y a pasárselo a una distancia nada comprometedora para el extremeño, eximiendo así al toreo del factor “emoción”. Después de esos dos pases comprometedores el toro ya queda a la misma distancia que torean los demás y Perera, que no es tonto, se encaja más con él para soliviantar a los isidros. Eso sí, con la izquierda la distancia la cosa cambió.

Ureña me ha gustado esta tarde en dos vertientes. En su primero hizo el toreo, ante una babosa, pero hubo estética, buenas formas y colocación más o menos aceptable. En el sexto, hizo una faena de exposición y hombría ante un toro que no merecía tal esfuerzo. Muchos en su lugar hubieran pasaportado al astado pero Ureña fue agradecido con el público. Así que Enrique, yo soy uno de esos que valoraron la faena del sexto como lo más meritorio y más enjundia de la tarde.

Un abrazo
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Me resulta muy, muy curioso. Los aficionados más asiduos se quedan con lo del sexto y los transeúntes con lo de la oreja. Los del sexto me dais razones para entender lo que fue aquello. Los de la oreja no pasan del: ha estado muy bien. A los del sexto les entiende, te entiendo. A los de la oreja, me quedo como estaba. No me digas que no resulta chocante. Igual es que el arte supremo les deja mudos, pero claro, el ver las tarascadas del sexto también nos dejaba mudos. A propósito, no esperaba menos de ti y que estuvieras en el grupo de los del sexto.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Según lo comentado por Perera al corifeo del plus chotos,se viene la novedad de corridas de toros-va por lo del monoencaste- sin caballos.Los piqueros de comparsas,por que le gustan´´crudos´´.¿? Así va a hartarse de amontonar derechazos,pico,pierna escondida y más.La fiesta y toro a la deriva.Recuerdo la expresión de Él Pimpi a la queja de unos ganaderos allá por la década del 50 sobre lo fuerte que picaba.A lo que les respondió;si sus toros no aguantan los 2 o 3 puyazos,no es mi culpa es la de ustedes.Saludos.
Docurdó.

Enrique Martín dijo...

Docurdó:
Pero ahora el que no aguantes medio raspalijón es culpa de cualquiera, menos de los que los crían y los que los lidian. Así lo entienden ellos
Un saludo y gracias por la visita de nuevo