miércoles, 16 de marzo de 2022

Caramba con este San Isidro

Ya estamos en faena. Que Dios nos pille confesados y que los despojos no nos cieguen los sentidos, aunque igual son otras sustancias las que cieguen los de muchos.


Quizá es momento de ponerse concienzudo, sentarse en una habitación solo, ponerse a cavilar y a ver si nos sale un análisis detallado de la próxima feria de Madrid. Aunque… pero bueno, que es una vez al año y tampoco cuesta tanto; que lo que cuesta de verdad es sacar el abono, claro que cuesta, y el acudir tarde tras tarde a la plaza como el peregrino que tiene que limpiar una culpa muy culposa. Que habrá quien me dirá que para qué voy y no les falta razón, pero uno también tiene sus razones para no abandonar. La primera, porque me da la… porque me apetece. La segunda, porque a uno le gusta saber de primera mano cómo está el asunto, sin que nadie me lo cuente. La tercera, porque desde mi casa no les puedo manifestar a los señores taurinos lo que no me gusta. Y por último, porque si caigo en la debilidad de ver los toros por la tele, lo de ir corriendo a la plaza dejando de lado mis obligaciones cotidianas, lo de aguantar apretujones en el metro, lo de las casi tres horas en la piedra, el calor, el frío, los palmeros, el sopor de la vulgaridad y la casi ausencia de toro, me parecen solo pequeños inconvenientes si los comparo con tener que aguantar las cosas que dicen los caballeros que perpetran el festejo micrófono en mano.

La feria de Madrid siempre era esperada porque aparecía el toro, el toro con toda su amplia variedad de encastes y comportamientos. ¡Variedad de encastes! Una cantinela que ahora se repite y se repite, aunque les prometo que en la mayoría de los casos no le veo el sentido. Realmente, ¿alguien se cree lo de la variedad de encastes? Sí, que hay hierros con sangre Albaserrada, Santa Coloma, Núñez y Domecq, mucho Domecq, tanto como para pillarse una melopea de padre y muy señor mío. Pero yo haría otra división atendiendo a la selección y al modo en que la mano de los ganaderos funciona en la cría de sus toros. Y aquí sí que empiezan a verse cosas, como el que salvo dos o tres excepciones, a lo sumo, están los que no molestan apenas a los de luces y los que quizá puedan molestar, si es que salen con algo de complicación. Una feria ideal para que se expresen, se expresen y se vuelvan a expresar, pero, eso sí, sintiéndose a gusto. Que el aficionado igual echa de menos a tal o cual ganadería, pero es que resulta que esas se las han levantado a Madrid los de tal o cual plaza de segunda. Pobre Madrid, cómo va a poder competir con una plaza de provincias si eligen para sus fiestas lo de Rehuelga, Cuadri, Dolores o Valdellán. Pero bueno, que con estos igual no iban a poder aquellos ni expresarse, ni estar a gusto.

Si hablamos de los de luces, pues más de lo mismo, figuras, figuras y más figuras, que si acaso sus méritos sean que una tarde no estuvieron tal penosos, ni vulgares como acostumbran o que hace no se sabe cuántos años, hicieron un quite. Que si escuchamos a los taurinos, incluida la empresa, sus méritos fueron el haberse llenado de despojos el último año; sí, ese, ese mismo, el que le daban orejas hasta al que pintaba las rayas. Que daba igual que no manejaran el capote ni para taparse de la lluvia o que los muletazos, fueran un cuarto de trapazo o que despabilaran a los bureles de espadazo infame. Había que fabricar los triunfos y los fabricaron, ya lo creo que los fabricaron. Y aparte de estos “meritorios”, hay una larga lista de toreros de relleno que están ahí, pues no sé muy bien decir por qué están, pero están. Total, si vienen todos los años, pues este también, que ni cobran demasiado, ni tampoco molestan, tragan con lo que se les diga. Eso sí, la empresa Plaza 1 no ha hecho oídos sordos a las demandas del aficionado. O igual sí, quizá han querido aparentar que escuchaban, pero más bien da la sensación de que han querido callar la boca a los protestones y nos han colocado una única tarde al último triunfador de San Isidro, David de Miranda, y al ganador de la copa Chenel, Fernando Adrián. Cuanta racanería para los modestos y cuanto despilfarro para los poderosos o los que están bajo el manto de los poderosos. Después aparecen otros toreros que al menos se han caracterizado por querer dar siempre la cara en Madrid, Robleño, Octavio Chacón, López Chaves, Gómez del Pilar o Sergio Serrano, y el caso de Paco Ureña, al que no le dejan otra que encerrarse con seis, de los que no sabemos las ganaderías. Seis toros para él solo, que no se sabe si es para estrellarle, para ver si consigue sumar dos orejas en toda la tarde o vaya usted a saber. Lo que sí está claro es que surge la duda de si el murciano está para seis toros en solitario o si… Que tenga mucha suerte, toda la suerte del mundo, la que se ha ganado sudando sangre. Y para cerrar el capítulo de la torería, ese chaparrón de confirmaciones y alternativas de quienes no dijeron nada de novilleros, de los que en su mayoría solo cabe destacar la bondad del paisanaje y lo bien que funcionan los autobuses para llegar a Madrid. Que buenas carreteras ¿Verdad? En cuanto a las ausencias, pues tampoco creo que se vayan a echar de menos a más de uno que no está anunciado; será para que si el respetable le regala uno o dos despojos no tengan que aguantar broncas y hacer esperar innecesariamente al alguacilillo, o para que el que sea se evite el tener que dar explicaciones con un megáfono.

Como diría el otro, menuda feria. Que todo pinta que va a ser una feria con triunfos hasta reventar las estadísticas; estadísticas que luego les permitirán afirmar todo ufanos que ha sido un ciclo histórico, de época, una maravilla maravillosa. Solo habrá que mirar los números. Ya se deben estar frotando las manos los porteadores de puerta grande y ese mal necesario para cortar despojos que son los caballeros de las mulillas, torpes cuando hay pañuelos blancos y ágiles como liebres cuando las cosas no pintan. En fin, que luego nos dirán que esto es un arte, que si ellos son artistas, pero como los malos estudiantes en los exámenes, llenarán páginas y páginas de paja, sin decir nada, con la vulgaridad tan apelotonada que no les cabrá más, midiendo la ciencia y el arte por kilos. Que contrasentido, ¿no? En fin que si esto va por peso, por metros o por litros, a uno no le salen las palabras y a todo lo más que llego es a eso de ¡Caramba con este San Isidro!

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

6 comentarios:

Anónimo dijo...

El artículo acertadísimo. Mi deseo para que la feria sea del agrado de los aficionados. Ojalá. Un abrazo. Rigores.

Enrique Martín dijo...

Rigores, muchas gracias. La verdad es que con estos mimbres, lo veo realmente complicado.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Acertadas apreciaciones Enrique, me sigue faltando el toro. Independientemente del encaste al que pertenezca, veremos si vemos auténticos santacolomas y albaserradas que hagan honor a su estirpe. Nos vemos pronto! Un abrazo
J.Carlos

Anónimo dijo...

Los de la tv con su postura adulona hacen de "notarios" legalizando el fraude.
Docurdo.

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Si hubiera toro, igual hasta nos animábamos con ciertos carteles de figuras. ¿Te imaginas a tal o cual con lo de Saltillo? Por poner un caso

Enrique Martín dijo...

Docurdó:
Esa tele es un cómplice necesario y extremadamente dañino.
Un saludo