jueves, 24 de febrero de 2022

Los 100.000 hijos de san Victorino

Hay quién opta por socios que paguen una cuota, antes que por que el toro sea toro en toda su integridad

A nadie creo que se le ocurriría no reconocer que esto de los toros está en un momento complicado. Si hasta los antitaurinos están convencidos de ello mientras se frotan las manos pensando que ya queda poco de eso que tanto denuestan y aún más ignoran, porque sin lo segundo, quizá no sucedería lo primero. Y los taurinos, que a veces cuesta distinguir de los antis, no iban a ser menos. Quizá la única diferencia sea eso de atacar a las claras los toros. Pero eso sí, los taurinos, refiriéndonos a taurinos como los que manejan y viven del toro, llevan toda la vida aportando soluciones para sacar a flote su negocio. Y otra cosa no, pero creatividad, creatividad tienen toda. Que lo mismo deciden que la purga Benito son las corridas de cuatro toros; que las banderillas, puyas y estoques desaparezcan y así encumbrar la industria del velcro; o hacer una limpia de matadores toros y de novillos, así como de hierros que no permitan la danza del trapazo y dejar solo a los que se expresan; que si los festejos casi a puerta cerrada solo para la televisión; que si los festejos casi a puerta cerrada para una élite entendida y bien relacionada; que si una fundación que se dedique a defender al toro de lidia; que si esa fundación dedicada a defender al toro de lidia se convierta en empresa y organice hasta bodas, bautizos y comuniones en connivencia con el poder de algunas comunidades autónomas. Pero no sé si será que al final se han caído del burro y se han dado cuenta de que todo eso no ha resultado, ahora nos vienen con la solución definitiva, el bálsamo de Fierabrás que va a resolver todos los problemas del mundo y con ellos los del toro. Ahora sí que sí. ¿Y cuál es esa magna solución? Muy fácil, que si por casualidad hay aluna fundación que supuestamente se dedique a la defensa del toro de lidia, pues que corra todo el mundo y se asocie a ella, como poco, hasta que los pagadores lleguen a 100.000. Que qué cuesta hacerse socio de dicha fundación, ¡nadaaa! Bueno, nada, lo que se dice nada, no. Dependiendo de la modalidad, la cosa puede ir de 50, 150 o 500 euros anuales. Que habrá a quién se le caigan los billetes de la cartera como las hojas de los árboles en otoño, pero otros no estamos para ir perdiendo el plumaje.

Que es una historia que se repite una y mil veces y más en esto de los toros, que no hay más horizonte que el de los billetes y cuanto mayores, mejor. Que piden aquí y allá y siempre, pero siempre, a los más… al público, al aficionado. Y ahora esto, ante las hordas maléficas que quieren impedir que unos sigan mangoneando, haciendo de su capa un sayo, poniendo y quitando lo mismo toreros que ganaderías, salen los señores de la fundación pidiendo ayuda a los cien mil hijos de San Luis… o san Victorino. Que dicho como ellos lo cuentan, pocas empresas pueden resultar más justas, pero claro. Que ahora el lobo pide ayuda para salvar la oveja lacha del Pirineo, que los buitres montan una cadena de muladares veganos. Que las palabras suenan muy bien, a veces a música celestial. Que ya veo a la cabeza de las huestes de la FdTL a esos próceres que defienden su fiesta, lanzando a sus cien mil hijos de san Luis, enfervorizados, contra los que piden el toro íntegro, contra los que abominan de las fundas, contra los que quieren verdad en el toreo, contra esas ganaderías que tienen su aquel y que los figurones de luces no quieren ni ver, eso sí, pasando previamente por caja, por su caja. Y todo para defender su fiesta, o digámoslo claramente, para defender su negocio, que es lo único que les preocupa. ¿Qué creen que a la hora de hacer de empresarios y montar esas ferias, esas copas o esos shows, piensan en el gusto, en las preferencias del aficionado? No señorito, no. Ellos a lo suyo. Siempre contando con la ayuda del órgano supremo de propaganda, la prensa y en especial la televisión, que se esmera por adoctrinar y por ocultar lo que esto fue y lo que debería seguir siendo. Que si seguimos así, con tanta mentira escondiendo la verdad, lo mismo llegamos a un punto, del que no estamos ya tan lejos, en que nadie se acuerde de lo que es el toreo. Esa pantomima dejará de interesar incluso a los más fieles de esta modernidad atosigante, que igual engancha un ratito, pero solo un ratito y entonces puede ocurrir que no estén para colaboraciones ni los 100.000 hijos de san Victorino.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

 

2 comentarios:

Pitt Tristán dijo...

Leo con entusiasmo su magnífico blog.

Saludos.

Enrique Martín dijo...

Pitt Tristán:
Muchísimas gracias. Un muy cordoal saludo.