Al final son minoría los que se ponen y lo hacen sin trampas, los que lo quieren ver sin que les engañen los que viven esto sin importarles si son o no de cualquier mayoría, porque eso no les incumbe |
Un argumento de peso para muchos, un argumento al que se
agarran para vaya usted a saber qué, es eso de lo que interesa a la mayoría o
solo a una minoría. Que esto viene muy bien para que todo el mundo se adapte a
un pensamiento determinado, a una moral supuestamente buena y acorde al
bondadoso sentimiento del espíritu que esté de moda en cada momento. Así de
simples somos. Que ahora resulta que los toros es algo que solo interesa a una
minoría, bien, vale, lo que quieran, no voy a entrar ahora en cuestiones
estadísticas y menos para valorar un hecho social. Porque si entramos en eso de
las estadísticas, como parece que pretende hacer con el mundo antitaurino,
incluidos los que ostentan cargos en gobiernos, podemos entrar en una deriva
muy complicada y por supuesto muy empobrecedora. Es verdad que así se podría
adoctrinar con eficacia a la “mayoría”, pero… ¿Se han pensado realmente en las
consecuencias? Que esto puede ser un rasgo magnífico que nos permita percibir
una aplastante ignorancia sobre el tema en cuestión y sobre el personaje del
que se trate, incluido un señor ministro de cultura. ¡Ministro de Cultura! Pero
como autoridad que es, obedezcamos y corramos a aplicar el sentido estadístico
a la vida.
España es un país con una indudable y potente cultura, pero
hay que reconocer que hay aspectos, muchos, que no tienen el predicamento que
algunos desearían y solo interesan a minorías, y en consecuencia, ¿por qué no
eliminarlas y excluirlas de momento de ministerios y organismos de la
administración de los que se espera cierto apoyo? Que levanten la mano los que
se consideren amantes de la ópera, la música clásica, incluso del folklore de
los pueblos del país, la poesía, la pintura, aparte Antonio López que gusta a
todo el mundo, de tantas y tantas manifestaciones artísticas que por otro lado
mueven grandes sumas de dinero… Nos quedaría un mundo de lo más particular, ¿no
creen? Qué bonito sería que nos
moviéramos todos con el mismo ritmo, la misma cadencia, a la misma hora, en los
mismos lugares y con las mismas cosas, aunque… Bueno, de momento no todo está
perdido.
Hay que proteger a las minorías, por supuesto y a veces
hasta promover lo que a estos persuade, porque puede ser que sea el
desconocimiento lo que impide que el caso no llegue a más gente. Y en esto de
los toros, ¿qué les voy a contar? Esto de los toros presenta de primeras muchos
obstáculos que parecen insalvables y que solo se pueden superar con el
conocimiento, el intentar entender qué hay dentro y alrededor de los toros. Y
para conseguir esto, desafortunadamente, los taurinos colaboran más bien poco o
nada. Que ellos mismos, los que se quejan de que se arrincone al mundo de los
toros, son los primeros que condenan a sus minorías y pretenden y hasta exigen
su desaparición total y absoluta. No consienten que nadie ponga en duda ciertas
prácticas, al que saca a la luz el fraude lo tildan de derrotista de anti,
cuando a veces esa falta de sentido crítico por la que abogan es el mayor de
los males de la fiesta de los toros, incluso hasta más que los propios antis.
¿Y por qué digo esto? Muy sencillo, porque si se meten debajo de la alfombra
los males, los errores, aquello que carcome en este caso la fiesta, nunca
podremos llegar a eliminar la peste y no solo nos fortaleceremos esto que nos
apasiona, sino que lo iremos convirtiendo en algo débil. Si atacamos sus
fundamentos solo haremos que esto deje de tener sentido.
Pero siguiendo por las minorías, las cuales no son ni
buenas, ni malas, ni regulares, solo son minorías, lo que tampoco es admisible
es satanizarlas y convertirlas en un enemigo. No puede consentirse que los que
gusten de ir a los toros sean unos enemigos a los que batir. Que entre estos
puede haber eminencias médicas, grandes artistas, cocineros, hombres de
empresa, misioneros en el Congo o simplemente un tío que saluda cordialmente a
los vecinos del barrio. No se puede pensar que cuando uno se aficiona a los
toros, en ese mismo momento llega Belcebú y le unge con la marca del mal
eterno. Porque también, entre otras muchas cosas, estaría bien que se le
permitiera a los aficionados explicar su pasión, lo que esta les provoca, lo
que esta les genera y lo que es para ellos el toro. Eso sí, cuídense, por
favor, de esos entes que unen la falta de toros con la sequía, los toros con la
testosterona, el ir a la plaza con un gran botellón y el consumo de alcohol a
cubos y hasta con esos que restringen los toros a su españolidad, entre otras
cosas, porque la españolidad es mucho más que eso, aunque nadie niegue el
carácter profundamente ibérico de los toros, del mismo modo que los toros ya no
son desde hace siglos, algo exclusivamente español y de la península,
afortunadamente. Dejémonos de tópicos estúpidos, sin sentido y sin ajustarse a
la realidad. Y al final, después de dar tantas vueltas, resulta que esto no va
de mayorías o minorías.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
1 comentario:
Estamos de acuerdo, aún suponiendo que somos una minoría eso no resta ni un ápice, todo merece respeto.
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