sábado, 30 de mayo de 2015

Finito chochea, pero no torea y Luque se va a la garita

Hay que evitar que el picador acabe siendo un mero elemento decorativo, más todavía de lo que ya es


Cuando a Madrid llegaba un maestro, se le rendía respeto como tal; a Frascuelo se le hace saludar cada vez que pisa este ruedo; a Antoñete se le vitoreaba a la madre que le parió; al Viti se le rendía ovación cerrada en cuanto asomaba por la puerta de cuadrillas; a Curro se le esperaba con una ramita de romero en la solapa. ¡Lásima! Finito ni es maestro, ni se ha ganado el respeto como torero en el ruedo de Madrid. Otra vez será. Eso sí, él se preocupa porque este mejore cada día, deseando que se incomode menos con las salidas de tono de algunos que se pasan por aquí, que nos ofusquemos menos cuando vemos tanta trampa, tanta vulgaridad, tanta caricatura de torero y tanto animalejo que quieren hacer pasar por toro. Muchas gracias por este desvelo. Y cuando uno tiene razón, hay que dársela. No se puede uno tomar todo esto a la tremenda, si lo más que puede pasar es que desaparezcan los Toros y que él se quede en el paro. Y no ha podido elegir mejor ejemplo que el del tenis. Pues sí señor, más claro agua. Que habla alguien que sabe de esto de fijarse en otros deportes. Él es un maestro del tancredismo, ahí lo tienen, se paró a meditar sobre el ajedrez, vio como los jugadores se tiraban horas sentados en una silla y sin menear una ceja y él, ni corto ni perezoso, se aplicó el cuento. Y ni se despeina, aunque se inhiba absolutamente de lo que pasa en el ruedo. Qué grande Finito, como no le van a jalear estas salidas mezcla de Super Nanny con Hermano Mayor y los Payasos de la Tele.

Además hay que valorarle el que actúe de acuerdo a lo que debe ser. Los Juan Pedros, de toda la vida de Dios tienen que ser unos animalejos moribundos y atontados. Pues si salen con un poco de chispa, una pizquita de picante, pues él a lo suyo, a tratarlos como borregos. Ante todo hay que ser consecuente. El maestro de Sabadell recibió a su primero con unos trallazos espasmódicos, manejando el capote como si en el momento de iniciar el lance recibiera una descarga en semejantes partes. Quizá eso hizo que lo dejara suelto por el ruedo, ¡Viva la libertad! Solo le aguantaron el palo, mientras el animal tiraba derrotes con desesperación. La segunda ya ni se la señalaron casi. El viento molestaba bastante, que todo hay que decirlo y lo notó Talavante en su quite. El animal cortaba por el derecho y se dolió sin reparo de las banderillas, pero fue ver la muleta y la seguía como un enamorado. La lástima es que el suegro meneaba a su enamorada con mucho pico, citando fuera de cacho, mucho enganchón, medios pases y con bastante trampa. Y que me perdone don Finito, pero es que uno no ha tenido una educación esmerada y no me limaron esta condición de criticar los defectos de los toreros, especialmente cuando percibo que me la quieren colar. El animalito se iba haciendo el dueño, las fuerzas le fallaban y la búsqueda fue más despaciosa. Más maleducados, como servidor, arreciaron en sus protestas, lo que hizo que este gentelman del toreo se encarara con ellos, así como con un: “¿Passsa colega? ¿Passsa alguna cosa? No te jiba el andoba, pejiguero este. Me váis a... pero todosss”. Pero sin perder las formas. Y siguió con su recital de trapazos, creciéndose a medida que el toro ya se iba apagando y agotando las poquitas fuerzas que traía de casa. Un torera estocada traserísima soltando el trapo, ¡Ahí queda eso! Luego salió a saludar al tercio entre la bronca de los maleducados, entre los que me incluyo, ¡faltaría más! Pero creo que fue para saludar a un vecino que había ido a la plaza y decirle que luego se veían en la Tasca la Inés. Al otro que tenía que mantear, le manteó, le dejó de nuevo suelto y el animal se fue a toriles. Menos mal que siempre hay un peón bondadoso que lo lleva al caballo, aunque sea entre las dos rayas, pero tranquilo, este defecto no se lo afearía su maestro, él es una persona educada y no critica estas cosas. Simplemente le debió decir “Out, second service”. A este sí que le dieron estopa en el caballo y además en un puyazo trasero. No sabemos si Finito sabrá llevar el toro al caballo o no, pues no lo hizo en ningún momento, aunque en un intento en el segundo encuentro, dió la sensación de que estaba un poco pez, también en esto, pero oiga, sin ánimo de criticar. Solo señalaron el puyazo, le taparon la salida, mientras el toro solo peleaba por el pitón izquierdo. En la muleta empezó con una parsimonia entre majestuosa, caricaturesca e insultante, habiendo dado solo dos muletazos en un tiempo demasiado largo. Perfilero, muy, muy fuera, con mucha trampa y dejando pasar el tiempo. Afortunadamente, no hay mal que cien años dure y su presencia en la feria concluyó y no creo que vaya a coger ninguna sustitución si se diera el caso, pues la semana que nos queda, quitando la juerga de la Beneficencia, es semana de corridas de toros y a esos este caballero no los quiere ni ver.

A Talavante le salió de primeras un bravo de esos de vuelta al ruedo de las de ahora, escarbando y tirando coces. Desarmó al matador a las primeras de cambio y se ensañó con el capote en el suelo. No se le castigo apenas nada en el caballo. En la primera, tapándole la salida simplemente le aguantaron el palo, mientras el toro parecía dar muestras de fijeza y en la segunda vara hasta se arrancó con cierta prontitud. Se dolió de los palos, mientras el público, programa en mano, aplaudía a Juan José Trujillo. Será que el nombre les sonaba y querían saludarle. El comienzo de la faena fue esperanzador, con dos series de naturales que si acaso adolecieron de temple, un poquito más y la cosa podría haber cogido vuelo. Cambió de repente a la mano derecha y ahí empezó la cuesta abajo, despegado. Volvió con la izquierda, pero aparte de no llevar, el toro ya se le colaba y sin intentar nada, en cuanto ha visto que el Juan Pedro se podía empezar a poner complicado ha tomado la espada. A su siguiente le recibió a pies juntos, como si el toro ya estuviera fijado por un peón, y le hubieran enseñando a desplazarse largo. No sé cuantos remates dio para quitarse el toro de encima, pero que nada, que no había manera. Sí que lo puso bien en suerte al caballo. Esto hay que decirlo, siempre hay que decirlo, y que no emplean el “ahí te quedas”. Puyazo trasero señalado, con el toro de lado, apoyado en el peto. En el segundo puyazo el animal se arrancó bien, como en el primero, pero tampoco se le pudo picar. Gaoneras no diré que templadas, pero desde luego no eran los trallazos habituales y además echándose el capote a la espalda con un lance. No sé, pero, ¿estaremos recuperando a Talavante? Bueno, no corramos, que aún queda mucho camino, que las cosas sigan su curso, auque por momentos se ven luces que agradan a la vista. Comenzó la faena de muleta de rodillas, más embarullado que otra cosa. Con mucho valor, sin duda, pero eso es jugarse una cornada sin torear, Pero la plaza se puso loca. Con la derecha, pico y enganchones, el público se venía abajo, pero era empezar con los adornos, los cambios de mano, aunque fueran alborotados y renacía el delirio. Mucho enganchón, naturales distantes, el toro se le queda a medio pase, pero siempre están los cambios de mano para volver a enloquecer; y si luego vienen las manoletinas, pues, ¿para qué más? Y es que así está esta plaza, ya no solo no exije en el toreo fundamental, sino que no lo desprecia y se queda con los adornos y la jarana de los cambios de mano y trallazos destemplados. Pinchó dos veces antes de una entera trasera y todavía los había que sacaron el pañuelo. Adónde hemos llegado.


Daniel Luque se va de la feria sin dar una verónica de las que hace no mucho nos servían de excusa para no tacharle de absoluto pegapases. Quizá se esté esforzando en conseguir tal galardón, además del de guardia de corps, según lo que se decía cuando entró a matar en su toro del triunfo. No me hagan mucho caso, pero la cosa parece ser que le pusieron una guardia, la hizo y se fue a torear, y por eso le dieron una oreja, pero no me hagan mucho caso, que uno se pierde en estas cosas. Capotazos que no lograron fijar a su primero, que se fue suelto por el ruedo. Primera vara señalada sin más, ya en la segunda fue desde algo más de distancia, pero con un siempre trote animoso. No se le picó. Bien los dos “Algabeños” en banderillas, al menos no les hicieron saludar por tirárselas al toro, que ya es bastante. Luque tomó la muleta para comenzar con telonazos por ambos pitones, pero al segundo, cuando se le venía por el izquierdo, le arrolla de mala forma, afortunadamente sin calarle, pero fue un palizón. La plaza ya se entregó desde ese momento. Tomó la muleta por el pitón derecho, metiendo el pico, pasando el toro muy despegado. Sesión de embarullamiento y el público se enciende. Por el pitón izquierdo se le sigue venciendo mucho, medio le admitía el primer natural, pero al segundo ya se le venía encima. Pues vuelta al derecho, sin intentar más, ni mucho menos limar ese defecto con toreo. Desprecia el palo que se parece a un estoque y entonces se lio a dar invertidos con ambas manos. ¡La locura! Cagancho redivivo, Mazzantini con bata estampada, El Gallo con un puro, esto era la viva imagen del toreo... chabacano. Estocada bastante caída y que si no tendrá mérito, que la sacó por el otro lado del toro. ¿Era o no era para darle la oreja? Y el toro entero. Justo en ese momento algunos se empezaron a acordar de lo de la guardia y gritaban, ¡ha hecho guardia! ¡Ha hecho guardia! Qué mérito, de la garita a cortar una oreja. Al sexto empezó capoteándole por la cara, dándose la vuelta cediendo terreno. ¿No puede hacer esto mucho mejor un peón? Así el matador podría probar el toro ya parado, con el capote, mientras que el caballo llega a su sitio para picar y nos evitaríamos el que los peones estuvieran haciéndole derrotar en un burladero. En el primer puyazo el toro empujo con fijeza, pero de lado, poniendo en serios apuros al picador. Ya empujando de frente, le taparon la salida; muy encelado con el peto, le sacaron y volvió solito a la pelea. Le vuelven a poner, esta vez más lejos, pero para entonces lo que le interesaban eran los capotes. Mal colocado acude al peto al paso y hasta queriendo quitarse el palo. El público, animoso y animado hizo saludar a los banderilleros de Luque por tirar los palos, pero bueno, será la nueva forma de parear. Comenzó Luque tirando de derechazos despegados, abusando de pico y cuando el toro se le mete un poquito, inmediatamente lo echa para afuera sin disimulo. En los medios el toro va a todo, pero esa costumbre, esa mala costumbre de torcer la muleta y de no mandar en la embestida fue lo que hizo que el toro se fuera complicando poquito a poco. Enganchones y poco a poco camino de toriles, donde el Juan Pedro buscaba mayor acomodo. Naturales, pero el toro si acaso se dejaba dos y al tercero ya se le venía a por el torero. Ya empezaba a orientarse demasiado. Muchos trapazos y el toro acusando el que no se le hubiera toreado jamás. Pero, ¿y lo que se disfrutó? Si los había que decían que había sido una gran tarde de toros. Bueno, no les quitemos la ilusión, total, cuando vuelvan el año que viene, ya ni se acordarán. Los Juan Pedro ofrecieron muchísimo más que otras veces, lo que no quiere decir que llegaran al aprobado, con su picante, con dificultades no insalvables, que daban cierta emoción, pero a los que no se les pudo picar, un mal que se sigue arrastrando y al que no se le ve arreglo, ni se le verá si el aficionado empieza a admitirlo y se conforma con que vayan a la muleta como un carretón. Habrá que seguir la transformación de Talavante y por lo demás, lo dicho Finito chochea, pero no torea y Luque se va a la garita.

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