Y el toro seguirá esperando para salir, pero serán contadas las tardes en que lo haga |
Me van a perdonar ustedes, pero es que ponerse ahora a
analizar los carteles de la feria de Madrid para este 2017, aparte de darme
mucha pereza, me parece un ejercicio de masoquismo al que no sé si estoy
dispuesto a someterme. He visto cómo buenos aficionados han desmenuzado con
acierto lo que don Simón nos ha preparado para este año y comparto sus puntos
de vista con muchos de ellos, aunque también he leído aalguno que ve en estos
carteles la culminación de no sé qué cosa. Bueno, está bien eso de la
diversidad de pareceres y que haya diferentes puntos de vista sobre un mismo
hecho. Pero francamente, y de nuevo mis disculpas, no me veo con ánimos, ni
creo que sea justo con ustedes el repetir lo dicho años anteriores. Porque,
¿qué diferencias hay entre esta gran “melonada” y lo que perpetraban cada mayo
los señores de Taurodelta?
Estamos de acuerdo en que falta siempre alguna ganadería,
quizá porque uno no quiere soltar la tela, porque el otro aduce no tener toros
para no tener que tragar con los caprichos de los que mangonean en todo esto,
otros hierros que se apuntan, las ganaderías irrenunciables que hay que tragar
sí o sí, porque es lo único con lo que se atreven las figuritas, los que
lideran el escalafón o los que tienen la potestad de exigir cuantas
mamarrachadas se les pasen por la cabeza para venir a Madrid. Esas figuritas
que vienen sí o sí, porque el público, muy bien adoctrinado y sin un ápice de
sentido crítico, jalean los trapazos igual que si Lagartijo el Grande se
reencarnara en uno de estos que se disfrazan de luces. Pero no, Lagartijo el
Grande evitaría tal trance, antes seguro que preferiría tomar el cuerpo de
algún chaval en el que todavía quedara esa inocencia taurina no infectada por
la peste modernista de la Tauromaquia 2.0 que tanto está haciendo por
apuntillar este rito secular.
Que mal estaremos cuando viendo estos carteles y los del año
anterior y el anterior y el otro y el otro, lo único que podemos decir es que
es lo que hay, no hay más cera que la que arde. Eso sí, felicitémonos porque al
señorito le allanan el ruedo y nos va a honrar con su genio en nuestra plaza (Y
que no caigan cuatro gotas ese día). Solo nos falta el maestro emérito, el
retirado que hace lo que quiere y al que don Simón creía tener comiendo de su
mano, pero qué equivocado estaba el señor productor. Que igual al maestro
emérito no se le encandila ni con dinero, ni con mandangas pirotécnicas, igual
un poquito de seriedad habría valido; la misma con que Juan Mora ha puesto en
su sitio al que se ya se cree todopoderoso por ser empresario de Madrid. Las
inevitables figuritas de siempre, los que ayudan a equilibrar el presupuesto,
aunque nos los quieran vestir de emergentes, de barrocos, de… de lo que les dé
la gana. Eso sí a algunos nos los han empaquetado ya en papel de seda por eso
de las orejas cortadas en Madrid, pasaporte para ganarse nuevas actuaciones.
Claro que, nadie se quiere detener en la forma en que se llevaron aquellos
despojos, véase el caso de Juan del Álamo, Román, Javier Jiménez o Eugenio de
Mora. ¿Qué habría sido de ellos sin AutoRes, Alsa, RENFE o el Ave?
Eso sí, la parafernalia hollywoodense que no falte. ¡Válgame
el payo Casas! Que me parece muy bien que se dé valor a la feria, que se le dé
importancia, que se dé difusión en los medios pero, hombre, que nos ha
entregado un paquete envuelto en un bonito papel de regalo, con un lazo dorado,
con una tarjeta escrita con estilográfica de coleccionista, en papel verjurado,
con sobre a juego, lacrado y personalizado para la afición de Madrid y cuando
plenos de ilusión abrimos aquello, dentro nos encontramos un huevo Kinder
chupado y sin juguete. Y uno tiene que aguantar paseando su palmito a los
Cayetano, Fandi, Gómez Escorial, Román, a toda la flor y nata de la torería y a
ese Juli escuchando atentamente, como si le importara lo que le están contando.
¿Y el aficionado? Que pague y se calle y si no se calla, se le calla. Y encima
me voy a poner a intentar analizar este engendro. Que lo de separar los residuos
ya lo hacen en la incineradora de Valdemingómez, como para ponernos aquí a
darle más vueltas a la peonza. El aficionado, el público, o como quieran
calificarnos a los que paguemos nuestra entrada y vayamos a la plaza, ya tan
civilizado, tan educado o quizá tan domesticado, después de descargar su cabreo
en las redes sociales, con un tuit explosivo, un comentario demoledor o una
entrada llena de intenciones, mantendremos en el olvido aquellos días en los
que antes de empezar la feria ya se mostraba la protesta en la plaza, que antes
del paseíllo ya sonaban las palmas de tango los días de bailes corraleros por
la mañana, cuando se reaccionaba ante el fraude, se mandaba a su casa a esos
tramposos, que se quedarían en pañales comparados con los actuales, cuando no
se consentía que desde el ruedo se encararan con el respetable, ni con el
presidente, ni con una golondrina que pasara por allí. Y así vamos. ¡Huy, qué
enfadados estamos! ¡Huy qué vergüenza don Simón! Pues hagamos que lo sepa y que
se entere de lo que quiere la plaza de Madrid, pero, ¿qué digo? ¿Dónde habrá
quedado la plaza de Madrid? Ahora tenemos este engendro globalizado que devoró
a la que llamaban la primera plaza del mundo. Y ustedes creen que a servidor le
quedan ganas y le apetece pararse a analizar el San Isidro 2017: Ufff, qué
perezón.
Enlace programa Tendido de Sol del 12 de marzo de 2017:
2 comentarios:
Enrique:
¿Algo interesante habrá no?. Y sino siempre nos quedará el Betis pa acabar de martizarnos...digo yo.
Un abrazo!!!
Marín:
Si algo hay, lo que ocurre es cada vez es menos y está quedando simplemente como algo testimonial.
Un abrazo
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