Pero, ¿qué enseñan en las escuelas? |
Una voz de sabia aficionada se echaba las manos a la cabeza
a mitad de la novillada de Flor de Jara, quizá por los novillos marcados con
este hierro que saltaron al ruedo, que por los encargados de ponerse ante
ellos. Porque si estos últimos podían poner como excusa la mala condición de
los toros, ¿qué podrían decir los seis que se fueron al desolladero? Que
poquito tenían que echarse en cara los unos a los otros y los otros a los unos.
Que es ver lo de Flor de Jara y acordarse uno de lo que fueron las novilladas
de lo que procedía de Buendía y el lamento se escucha Sebastopol. Pero claro,
es ver la actitud de los novilleros y acordarse de cómo venían antes los
novilleros a Madrid y los de Sebastopol ya se empiezan a preocupar de nuestra
salud mental, que a nada eligen al más cañí y motivado de la región y nos lo
mandan para acá vestido de luces, a ver si así sacamos un poquito la cabeza.
Que majos los de Sebastopol, ¿verdad? Para que luego digan.
Se anunciaban dos novilleros, uno Juan Miguel, que no es
cantante, otro Alejandro Marco, que no es ciclista, y el otro, Ángel Sánchez,
que no entrena al Coslada. Juan Miguel, novillero ya con años en el escalafón,
pareció mostrar voluntad y como muestra ese irse a esperar al primero en los
medios, por tafalleras. Bueno, la intención era buena. Un primer novillo que se
pasó el tiempo derrotando en el peto. En los inicios de la faena de muleta,
hasta parecía que Juan Miguel quería hacer el toreo, no torcía demasiado la
muleta, parecía querer rematar los naturales, no estaba tan fuera de la suerte,
ni tampoco escondía tanto la pierna de salida. Pero lo que parecía y no parecía
se diluyó y tiró por los derroteros habituales de la modernidad, aderezado con
los correspondientes retorcimientos, estos que no falten. A su segundo costó
llevarlo al caballo, dos primeros intentos con huída entre respingos del animal
al notar el palo. Dos veces más tirando derrotes, aunque sin apenas picarle. De
nuevo el matador tomó la muleta, para limitarse a vagar en rededor del novillo,
a veces presentándole la muleta, metiendo el pico y hasta la sombra de este,
todo con tal de pasárselo muy lejos al de Flor de Jara. Se echaba la pañosa al
izquierdo, no, mejor al derecho, casi que al izquierdo y en estas sufrió un revolcón
cayendo sobre la cabeza y doblando de mala manera el cuello, pero que hizo
respirar con alivio al personal al verle salir por su pie. Trapazos de los que
el novillo se iba suelto, pero que provocó que algunos le pidieran la oreja,
sin haber mayoría, y que el matador la paseara como si hubiera conquistado el
Everest. Poco favor se haría si se creyera merecedor de esa oreja, aunque los
gestos daban a entender que sí, porque pocas veces puede verse un novillero tan
poco rodado, tan incapaz y con tan poco sentido de la autocrítica. Pues nada
unas alubias y que aproveche esa orejita.
El segundo de la terna, Alejandro Marcos, según decía el
programa de mano está a las puertas de la alternativa. Pues porque lo decía el
programa, que si no, ni jurándolo se lo habría creído más de uno. Mucho
capotazo para recibir a su primero, para acabar mandándolo al caballo al
relance. Se agarró bien el pica, aguantando los derrotes del toro, pero la
realidad es que no se le castigó apenas. Inició el trasteo a una mano, para
seguir por el derecho, con muletazos de uno en uno, aunque ya para entonces los
asomos de aplomarse del animal se concretaron en un marmolillo qu8e no quería
nada con nadie. En el quinto, Alejandro Marcos andaba por allí, por dónde le
parecía a él bien, pero fuera de sitio siempre. Medio cumplió el novillo en la
primera vara, que ya no en la segunda. Trapazos ayudados para comenzar la
faena, muletazos acompañando embestidas acemilares, más que de toro de lidia.
Pico, carreras, achuchones, nada cariñosos, para acabar metido entre los
cuernos, que el respetable agradeció con sus palmas, que más bien parecían
premiar la incompetencia del espada, que no sus méritos lidiadores.
Volvía Ángel Sánchez, aquel novillero del que algunos
dijeron cosas positivas en su reciente actuación en Madrid. Pero como no hay
nada que el tiempo no aclare, solo ha habido que esperar unas semanas. Se tuvo
que enfrentar a uno de doña Dolores Rufino, por devolución del titular de Flor
de jara. Un becerrito bonísimo, que parecía esperar que salieran los quintos
con sus mojigangas, pero al que el matador recibió con enganchones. Corretón,
buscando los terrenos de toriles, costó llevarlo al caballo, que lo mismo el
matador tiraba para el reserva, que para el de tanda, que aquello de cambiar la
lidia parece que ya no lo cuentan en las escuelas, ahora es o a un extremo o al
otro. Una lidia penosa, para al final no picarle. Faena a base de estar fuera
permanentemente, después de cerrarlo en los terrenos del nueve. Muletazos
acompañando, abusando demasiado del pico. Bajonazo y a otra cosa. Salió el
sexto, que hasta hubo quién le ovacionó. Trapazos del madrileño, que de repente
se esfumó de la lidia agazapado entre la multitud de capotes, dando lugar a lo
mejor de la tarde y quizá de la feria, la lidia de Iván García, siempre en su
sitio, con sentido de los terrenos, muy pendiente de la lidia y bregando con
los capotazos justos y precisos. Poniendo al toro en suerte, que picado trasero
empujó en la primera vara, para darle más distancia en la segunda. Lo dejó Iván
en su sitio, marchándose rápido del toro, para no molestar. El novillo no iba,
Teo Caballero, toreando con el caballo no conseguía provocar la arrancada. Se
le puso más cerca, pero tampoco, siempre con pocos capotazos, los mínimos, los
precisos. Pero no había manera, ya solo quedaba el picar y punto. Desde muy
cerca y rebasando la raya de picadores, entonces sí. En el segundo tercio
prosiguió el curso de cómo lidiar un toro, lo dejaba el subalterno en suerte
con un capotazo, menos cuándo se aquerenció el novillo en las tablas y lo sacó
de allí con dos largos, tirando y embarcando muy bien la embestida, sin un mal
recorte, siempre alargando el viaje, por abajo, listo para banderillear. Se le
obligó a desmonterarse, pero incluso en ese momento el torero estaba en lo
importante, en el novillo. Luego el matador se limitó a lo que ya es norma, a
querer dar pases y más pases, sin mando yendo dónde el de Flor de Jara quería
siempre camino de chiqueros, siempre a favor de su querencia. Y es que, que
lejanos resultaban los Bucaré, los Buendías de los proceden estos del seis
apuntado, casi tanto como los novilleros distan de la idea que en otros tiempos
se tenía de los que un día querían ser toreros. Como decía esa aficionada a
media corrida, pero, ¿qué estamos criando?
2 comentarios:
Como comentamos ayer, decepción de estos "Flor de Jandilla". Me duele cuando una ganadería supuestamente dura no da el juego que esperamos pero es lo que hay. Como bien dices, muy bien Iván García toda la tarde. Buena cuadrilla la de Angel Sánchez, aunque él no supo estar a la altura de los subalternos y el picador, especialmente de Teo Caballero.
¡Qué diferencia de estos de Flor de Jara con los dos que ha lidiado Raso del Portillo en Vic Frezensac! Con esos sí que habríamos disfrutado en la plaza. Espero que lo de ayer no se el preludio de un desastre en la semana torista de la feria.
Un abrazo
J.Carlos
J. Carlos:
No sé si habrá desastre torista por los toros, pero lo que me da es que los toreros no cavarán de saber por dónde va este tipo de toro, aparte del aficionado, que está tan bien domecqticado.
Un abrazo
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