miércoles, 2 de febrero de 2022

Estrechando el círculo

Al final los toros van a quedarse solo en un sueño, para unos un mal sueño y para los que tan intensamente lo vivieron, un sueño ya imposible. Que seguirá el show, pero nuestra fiesta se habrá acabado para siempre


Se suponía, solo se suponía, que la normalidad se iba a ir haciendo presente poco a poco, la normalidad que hasta antes del terremoto pandémico conocíamos, pero… Que ingenuos somos algunos. La normalidad que se va imponiendo por la fuerza de los poderos, es la del primero yo, después yo y después yo también y los que no sean de los míos, que vayan en paz. Pero claro, esta normalidad impuesta flaquea por todas partes, siempre a los ojos de los aficionados y visto lo visto, a lo mejor también ante la perplejidad de toreros y ganaderos modestos, que igual un día se creyeron aquello de que las figuras iban a dar la cara por ellos, por los que menos toreaban, por los que menos lidiaban y a los que más les costaba el seguir en esto de los toros alimentando la ilusión de poder mantenerse a flote.

Pero es que los taurinos, esas élites acomodadas no lo ponen nada fácil. Ellos solo pretenden acomodar la realidad a sus caprichos y siempre manteniendo su negocio reportándoles los mismos beneficios que antes de todo este jaleo sanitario que ha levantado del suelo a más de uno que ni sabía que se estaba poniendo delante del virus, sin poderse defender ni con capote, muleta o espada. ¡Traicionero mal! Los taurinos quieren enfundarse la fiesta como un guante, pero… ¡Ay los peros! Que resulta que no se les ajusta cómo esperaban y claro, si hemos ido mutilando los dedos de esa mano del toreo, uno por uno, ¿qué esperamos? ¿Qué podemos esperar? Cercenaron el meñique que eran muchas plazas de segunda y tercera, porque no les salía a cuenta. También mutilaron con agrado el anular, el de los compañeros que podían molestar, el de los que si un día se ponían, lo mismo les descubrían la trampa, la falta de verdad en su tedioso trapaceo. Y si estábamos en quitarnos dedos del medio, pues venga con el corazón, el de la variedad de ganaderías de encastes que les daban el triunfo, pero también dolores de cabeza para los que no estaban preparados, ¡fuera! ¿Y pararon aquí? Ni pararon, ni pararán y sin pensarlo dos veces segaron el índice del aficionado, el que les señala como culpables de tal degradación, que puede ser el golpe definitivo a este rito secular. ¿Y qué les queda? Pues el pulgar que solo no les vale de nada; el pulgar que son ellos mismos que sin los demás nada puede coger, ni las migajas que queden de esta fiesta para poder llenarse los bolsillos, aunque lo mismo empiezan a atisbar que las cosas ya no son cómo eran y como aves de rapiña quieren rebañar para ellos solos lo que queda. Y resulta que el guante no entra, no ajusta y ese colgajo ya no lo llena como debía, como cuando esto tenía intactos sus cinco dedos.

Eso sí, ahora pretenden vestirnos de gestas el anunciarse los de luces en una feria las veces que antes lo harían en dos o tres. Con el ganado de siempre, que si hace falta se le repite las veces que haga falta y vamos tirando, pero sin dejar que nadie se nos cuele adelantando por la derecha. Pero como tontos no son, los señores empresarios, aparte de una lista de hierros infames, los de siempre, entre col y col nos pretenden callar la boca con una de esas por las que clama el aficionado. Eso sí, estén bien o mal, ya habrá quién le ponga pegas, justificadas o no. Que sin temor a equivocarnos, lo más probable es que los resultados sean grandiosos, colosales, con reparto de despojos a tutiplén. Será por orejas. Que lo mismo hasta en plazas como la de Madrid vivimos el primer indulto de la infamia. Engordarán estadísticas para después tirárnoslas a la cara, como hacen los miserables con lo más sagrado, te lo echan a la jeta con el desprecio y chabacana chulería del que dice, pero no hace y al que solo le importa lo suyo, después lo suyo y después, lo suyo también. Solo les importa el reparto y si es entre menos, mejor, ya sean los tan cacareados derechos de imagen o los puestos en las ferias, carteles de pueblo o festivales. Que no les importa apartar ni a ganaderías con casta en sus venas, ni a toreros que quieran ser, ni por supuesto a aficionados que viven esto como si de ello dependiera si no su vida, sí su forma de vivir, lo que da sentido a su pasión. Y es que, queriendo o sin querer, estos taurinos  están, peligrosa e insensatamente, estrechando el círculo.

Enlace Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucha razón en ese escrito. Están y estarán siempre a lo suyo. Un saludo. Rigores.

franmmartin dijo...

Enrique,no he sido nunca ni, por supuesto , me he considerado un genio.Pero es que para esto de los toros y su deriva a tumba abierta ,no es necesario serlo para predecir su hecatombe , observando su cochambre,sus miserias sus mentiras y el egoismo de los "taurinos" hasta que te echan de las Plazas.
Predecir su desaparición (la de la Fiesta de los Toros) no el remedo triste y cruel en que ha convertido,está,como dicen los chaveas "Chupao".Así lo tengo asumido hace años y así se está desarrollando al milímetro.
Si a a estos fulanos les añadimos los del "pogreso" y el bichito ya nos podemos ir aficionando a tocar la ocarina que nos será demás provecho.Que pena Enrique!.

Enrique Martín dijo...

Rigores:
Y no les importa nada más.
Un fuerte abrazo

Enrique Martín dijo...

franmartin:
Lo hemos hablado muchas veces y siempre vamos a peor, a peor y mucho peor. Iba a decir que no sé hasta dónde vamos a ir a parar, pero la verdad es que es fácil vislumbrar el destino de todo esto. Que alegría verte por aquí.
Un abrazo enorme