Se suponía, solo se suponía, que la normalidad se iba a ir
haciendo presente poco a poco, la normalidad que hasta antes del terremoto
pandémico conocíamos, pero… Que ingenuos somos algunos. La normalidad que se va
imponiendo por la fuerza de los poderos, es la del primero yo, después yo y
después yo también y los que no sean de los míos, que vayan en paz. Pero claro,
esta normalidad impuesta flaquea por todas partes, siempre a los ojos de los
aficionados y visto lo visto, a lo mejor también ante la perplejidad de toreros
y ganaderos modestos, que igual un día se creyeron aquello de que las figuras
iban a dar la cara por ellos, por los que menos toreaban, por los que menos
lidiaban y a los que más les costaba el seguir en esto de los toros alimentando
la ilusión de poder mantenerse a flote.
Pero es que los taurinos, esas élites acomodadas no lo ponen
nada fácil. Ellos solo pretenden acomodar la realidad a sus caprichos y siempre
manteniendo su negocio reportándoles los mismos beneficios que antes de todo
este jaleo sanitario que ha levantado del suelo a más de uno que ni sabía que
se estaba poniendo delante del virus, sin poderse defender ni con capote,
muleta o espada. ¡Traicionero mal! Los taurinos quieren enfundarse la fiesta
como un guante, pero… ¡Ay los peros! Que resulta que no se les ajusta cómo
esperaban y claro, si hemos ido mutilando los dedos de esa mano del toreo, uno
por uno, ¿qué esperamos? ¿Qué podemos esperar? Cercenaron el meñique que eran
muchas plazas de segunda y tercera, porque no les salía a cuenta. También
mutilaron con agrado el anular, el de los compañeros que podían molestar, el de
los que si un día se ponían, lo mismo les descubrían la trampa, la falta de
verdad en su tedioso trapaceo. Y si estábamos en quitarnos dedos del medio,
pues venga con el corazón, el de la variedad de ganaderías de encastes que les
daban el triunfo, pero también dolores de cabeza para los que no estaban
preparados, ¡fuera! ¿Y pararon aquí? Ni pararon, ni pararán y sin pensarlo dos
veces segaron el índice del aficionado, el que les señala como culpables de tal
degradación, que puede ser el golpe definitivo a este rito secular. ¿Y qué les
queda? Pues el pulgar que solo no les vale de nada; el pulgar que son ellos
mismos que sin los demás nada puede coger, ni las migajas que queden de esta
fiesta para poder llenarse los bolsillos, aunque lo mismo empiezan a atisbar
que las cosas ya no son cómo eran y como aves de rapiña quieren rebañar para
ellos solos lo que queda. Y resulta que el guante no entra, no ajusta y ese
colgajo ya no lo llena como debía, como cuando esto tenía intactos sus cinco
dedos.
Eso sí, ahora pretenden vestirnos de gestas el anunciarse
los de luces en una feria las veces que antes lo harían en dos o tres. Con el
ganado de siempre, que si hace falta se le repite las veces que haga falta y
vamos tirando, pero sin dejar que nadie se nos cuele adelantando por la
derecha. Pero como tontos no son, los señores empresarios, aparte de una lista
de hierros infames, los de siempre, entre col y col nos pretenden callar la
boca con una de esas por las que clama el aficionado. Eso sí, estén bien o mal,
ya habrá quién le ponga pegas, justificadas o no. Que sin temor a equivocarnos,
lo más probable es que los resultados sean grandiosos, colosales, con reparto
de despojos a tutiplén. Será por orejas. Que lo mismo hasta en plazas como la
de Madrid vivimos el primer indulto de la infamia. Engordarán estadísticas para
después tirárnoslas a la cara, como hacen los miserables con lo más sagrado, te
lo echan a la jeta con el desprecio y chabacana chulería del que dice, pero no
hace y al que solo le importa lo suyo, después lo suyo y después, lo suyo
también. Solo les importa el reparto y si es entre menos, mejor, ya sean los tan
cacareados derechos de imagen o los puestos en las ferias, carteles de pueblo o
festivales. Que no les importa apartar ni a ganaderías con casta en sus venas,
ni a toreros que quieran ser, ni por supuesto a aficionados que viven esto como
si de ello dependiera si no su vida, sí su forma de vivir, lo que da sentido a
su pasión. Y es que, queriendo o sin querer, estos taurinos están, peligrosa e insensatamente,
estrechando el círculo.
Enlace Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
4 comentarios:
Mucha razón en ese escrito. Están y estarán siempre a lo suyo. Un saludo. Rigores.
Enrique,no he sido nunca ni, por supuesto , me he considerado un genio.Pero es que para esto de los toros y su deriva a tumba abierta ,no es necesario serlo para predecir su hecatombe , observando su cochambre,sus miserias sus mentiras y el egoismo de los "taurinos" hasta que te echan de las Plazas.
Predecir su desaparición (la de la Fiesta de los Toros) no el remedo triste y cruel en que ha convertido,está,como dicen los chaveas "Chupao".Así lo tengo asumido hace años y así se está desarrollando al milímetro.
Si a a estos fulanos les añadimos los del "pogreso" y el bichito ya nos podemos ir aficionando a tocar la ocarina que nos será demás provecho.Que pena Enrique!.
Rigores:
Y no les importa nada más.
Un fuerte abrazo
franmartin:
Lo hemos hablado muchas veces y siempre vamos a peor, a peor y mucho peor. Iba a decir que no sé hasta dónde vamos a ir a parar, pero la verdad es que es fácil vislumbrar el destino de todo esto. Que alegría verte por aquí.
Un abrazo enorme
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