El trallazo, el toreo violento parece ser la norma generalizada y sirva el ejemplo de las gaoneras, que ahora se han convertido en un tirón del capote, sin llevar toreado al toro. |
Llevamos ya unos cuantos festejos con el hierro de Fuente Ymbro esta feria y ha habido de todo. La novillada salió buena, no tanto cómo nos quisieron hacer creer, pero buena; la primera corrida fue para olvidar, para hacer como que nunca sucedió y ahora nos encontramos con una más del señor Gallardo, impecablemente presentada y con un comportamiento muy diferente al del día de las figuras. ¿Tendrá esto algo que ver? No sé, pero ya es mala pata que lo malo les toque a unos y lo bueno a tres toreros que bastante tienen con verse anunciados una tarde en Madrid y además en feria. Aunque lo malo de que un toro te embista, de que entre a los engaños, es eso, que embistan y te dejen en evidencia, aclarando dudas sobre la incapacidad para sacar adelante con dignidad una tarde de toros. Es como si el ganadero hubiera dejado a un lado la caja que ponía “Toros para figuras” y se hubiera ido a reseñar la corrida echando mano de otro cajón, el que no saca para las visitas de categoría, el que solo saca cuando quiere que los invitados se marchen pronto, donde pone “Caja B”, para que no se quejen.
La corrida no ha lucido en el caballo, primero porque no ha
habido nadie que se preocupara de poner los toros en suerte. ¡Qué digo! No ha
habido nadie que haya al menos intentado fijar a los toros en los capotes.
Matadores y peones parecían haber hecho promesa de no sujetar un toro por nada
del mundo. El que lo frene, pierde, el que lo sujete a los vuelos del capote,
pierde y el que lo fije y le evite ir a su aire, queda descalificado y se tiene
que marchar a su casa. Es como si fuera la tarde de los despropósitos entre los
de luces. Bien es verdad que el comportamiento de los seis debajo del peto no
ha pasado de dejarse pegar y punto, y dicho sea de paso tampoco han sido
castigados, les bastaba con apoyar el palo y poco más. En banderillas se les ha
maltratado, con unas lidias infames, por momentos capeas de pueblo, con los de
luces muy mal colocados y en el último tercio acudían a la muleta hasta que los
matadores de turno decidían ahogarles la embestida, no dejando que se les viera
realmente lo que podían dar de sí.
Tomaba la alternativa Rafael González, que ya de salida iba
con el capotazo hecho, con el peligro que esto tiene, quedándose al
descubierto. Ausente durante la lidia, tomó la pañosa y ya desde los primeros
compases mostró lo que lleva dentro, mucho trapazo, toreo ventajista con el
pico, muy fuera, dejándose tropezar el engaño y mientras el toro daba muestras
de no cansarse en seguir la muleta, González evidenciaba una evidente falta de
todo, de gusto, de capacidad y de conocimiento de la plaza en la que estaba,
Vulgar, sin parar quieto, dejando el hueco entre el bulto y la tela, lo que le
hizo sufrir algún achuchón que otro. Y por si faltara algo, bernadinas
atropelladas, saliendo prendido de mala forma de uno de estos telonazos. A
pesar de dar claras muestras de no poder continuar la lidia, lo intentó e
incluso se le animaba a seguir desde el callejón, ya saben, el señor Guerra,
don Julián siempre cree que sus toreros no dan lo que él pretende y solo un
desvanecimiento en la cara del toro pareció abrir los ojos a los que allí
estaban para llevarse al chaval a la enfermería.
Lo de Juan Leal es algo que cuesta entender. Yo no creo que
nadie pueda dudar de su voluntad, pero en el toreo se debe poder proponer mucho
más. Empezó de rodillas en los medios, lo que era el anuncio del repertorio que
nos esperaba en este y en dos toros más. Ya en pie, muchísimo pico, para pronto
ponerse encimista, pagarse el consiguiente arrimón, vulgar y chabacano, sin
torear, un desarme y el toro se le iba yendo sin aprovecharlo, ofreciendo solo
un toreo que ni para plaza de talanqueras, como si estuvieran llevando a cabo
una heroica gesta, cuando solo estaba dejándose ir a un toro que merecía otro
trato y que él no entendió. Una entera traserísima y una oreja, que al fin y al
cabo es lo que parece importar a este tipo de toreros, despojos y más despojos.
Al que hizo cuarto le recibió con la muleta a base de mantazos y carreras, con
el consabido enganchón y dando la impresión de que no sabía por dónde meterle
mano a ese grandullón. De nuevo acortando exageradamente las distancias, sin
entender que el toreo en Madrid se entiende de otra manera. Más repertorio
chabacano, que si por detrás, que si un trallazo por aquí, que si el péndulo,
que si un desplante entre los cuernos y en un arreón voló sin
consecuencias. Quizá han notado que no
hablo de leal con el capote, pero lo único que podría decir de ello es que es
rosa con las vueltas amarillas. Lo suyo es la muleta y repetir una y otra vez
lo mismo, sin apenas variación, si acaso el número de enganchones o si como en
este sexto se coge solo o no estando metido0 en la testuz. Le da lo mismo las
protestas, las palmas de tango, los pitos, que él sigue a lo suyo. Y como
cierre, el permitir que sonaran dos avisos y no echar mano del descabello.
Afortunadamente no le tendremos que aguantar más sus maneras tan vulgares que
convierten al Platanito en un exquisito estilista del toreo si lo comparamos
con lo que perpetra este señor.
Joaquín Galdós comenzó su tarde con mantazos de recibo y
teniéndose que dar la vuelta perdiendo terreno hacia los medios. En la faena de
muleta le empezó dudando y el de Fuente Ymbro se lo hizo pagar con un susto.
Cuartos de muletazos, trapazos, latigazos, tirones quitándole la muleta, a un
toro que se toreaba solo, que iba y venía, hasta que se echó encima para ahogarle
y sacarle muletazos de uno en uno, vulgarísimo, sin ver el final de todo
aquello. El quinto era un torazo con mucho cuajo, que solo con estar allí
organizó una capea en la que los banderilleros solo podían huir, en la que
nadie estaba en su sitio y mucho menos Juan leal, que no se sabe dónde pensaría
que es su lugar y el peón que sustituía en el ruedo a su matador cogido. Con la
muleta Galdós se limitó a trapacearle primero por abajo y ya erguido citando
desde muy fuera, metiendo descaradamente el pico y haciéndole pasar muy lejos.
Trapazos y más trapazos tropezados, recolocándose continuamente y sin enterarse
de otro toro que se le iba sin torear y que no dejaba de ir detrás del trapito
rojo. No era un cartel que en cuanto a los de luces tuviera ningún atractivo,
pero es que la terna lo confirmó y lo que es peor, no creo que hayan dejado a
nadie con ganas de volverlos a ver y más ante un encierro que se merecía otro
trato muy diferente. Una corrida que no supieron ver, que lo mismo pensaban que
iban a ser como los del día antes en la feria y resulta que no, que estos eran
de los otros de los de la caja “B” del señor Gallardo.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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