Con este es la mejor manera de defender lo que sea |
Hay multitud de voces que claman por la defensa de los toros, la tauromaquia que se dice ahora, y de los que nos sentimos ligados a esto, no creo que nadie afirmaría lo contrario. Claro que hay que defender al toro y a todo lo que se ha construido a su alrededor. Pero, ¿dónde vienen las discrepancias? Pues quizá en la misma idea de lo que es esta defensa. Unos optan por el camino de la exigencia, de identificar los problemas, no intentando ocultarlos y, a partir de ahí, darles una solución. Porque si no sacamos a la luz los males, ¿cómo pretendemos erradicarlos? Pero luego está la vertiente opuesta, la de los que creen que defender los toros es decir a todo que sí y que bueno, decir que todo es maravilloso, que aquí no pasa nada y que si existe algún problema es solo el que viene de esos que quieren sacar a la luz tales problemas o sencillamente miran en busca de una mano negra que viene de las alturas y que quiere acabar con los toros, porque sí, porque son malos por naturaleza, que no digo que no los haya, pero sí afirmo que no son el mayor peligro para la fiesta de los toros. Que es muy fácil eso de echar la culpa a los políticos, que yo no se la voy a quitar, pero ese es un recurso casi hasta infantil, entre otras cosas porque ni tan siquiera se paran en reparar lo que hacen los suyos y los de enfrente, aparte de peroratas vacías en favor de los toros, aunque actúen con hechos contundentes en contra de todo esto. Hay que defender la fiesta, eso dicen, pero al final, lo que realmente están diciendo es que hay que defender el negocio de unos pocos y del que pretenden aprovecharse muchos que, por supuesto, no sacarán un céntimo de toda esta marabunta. Este es un error muy habitual, asimilar la fiesta de los toros con lo que es el negocio de los que viven de los toros. Que un triunfo para la fiesta no es que se llene una plaza con cualquier cosa, algo que se jalea con entusiasmo. El triunfo sería el que se llene una plaza con el toro y con público que exija y que no transija con el medio toro, con trampas y numeritos casi circenses. Jalear ese show no es defender los Toros. Que ahora para muchos el defender lo que ellos llaman la Tauromaquia es que un señor se ponga a regar un ruedo vestido de luces, que exija que se pinten las tablas como a alguien se le ocurrió una noche de autobombo de genialidad.
Hay mucha chabacanería y actuaciones de mal gusto que se
interpretan como defender la Tauromaquia. No hay defensa posible cuando alguien
se mantiene en silencio ante una corrida de utreros para figurones, ante un
encierro con pitones como puños, que callan ante un abusivo o un inexistente
tercio de varas aludiendo a aquello de “cuidar al toro”. Habrá quién crea que
se defiende los Toros por ir con el paisano o con el torero de sus preferencias
como un hooligan de las islas más llenos de alcohol que una destilería, con el
único objetivo de fabricar triunfos y lluvias de despojos. Que tampoco se
defiende nada pretendiendo que otros callen el fraude, la trampa, porque no
vaya a ser que a alguien se le abran los ojos. O el que mantengan un silencio
cómplice, simplemente para que no se le desbarate a unos visitantes efímeros
una tarde juerga, fiesta y meriendas. Pero sobre todo, no se defiende ni esto,
ni nada, estando callados, haciendo el Tancredo, viviendo alimentando con
silencio la mentira de la que se aprovechan unos pocos y que daña a muchos y en
primer lugar a la fiesta de los Toros. Poco le queda a esto si callamos y
miramos para otro lado y quizá esos marmolillos silentes tengan la conciencia
tranquila, incluso hasta encontrarán el chivo expiatorio sobre el que verter su
estupidez, que si los antis, que los políticos, que si… Y hasta reforzarán su
posición con un estertóreo ¡Viva la Fiesta! O ¡Viva la Fiesta Brava! Que les
vendrá que ni al pelo para escurrir el bulto de su responsabilidad, pero si se
paran a pensar solo un instante, es posible que se den cuenta de que así no se
defiende esto, con el silencio no se defiende nada, si acaso el negocio de los
que trampean una tarde sí y otra también, pero no se crean ni por un momento
que el silencio y esa condescendencia sirven para defender la Tauromaquia.
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