viernes, 15 de octubre de 2021

Libertad, libertad, libertad

Libertad para uno mismo, pero silencio para el de enfrente. Libertad para todos, y no tergiversar, ni manipular su significado a capricho.


Que palabra tan llena de significado, tan anhelada por todos y que tanto se ha vaciado de contenido a lo largo de la historia. O quizá no sea eso, quizá sea que muchos que pronuncian hasta la saciedad la palabra libertad son los más aplicados para negar tal libertad a los que son afines a sus ideas, a sus movimientos y convencionalismos, muy personales, pero que quieren extender a todo hijo de vecino, porque es lo bueno, lo decente… lo que me conviene a mí. Eso sí, no se paran a pensar un segundo como defender esa libertad que proclaman; a todo lo más que llegan es a vociferar, vociferar mucho, y si hay que llegar más lejos, sin argumentos y sin diálogo, por supuesto, se llega. Todo por esa libertad. Que hay que reconocer que a veces las autoridades se lo ponen en bandeja, pero no saben aprovechar ni eso, se ponen a vocear, se visten de víctimas perseguidas e incomprendidas y sin dar una razón de peso, que seguro que las hay, se disponen con firmeza a montar camorra. Camorra que por otro lado solo les llega a ellos, solo lo hablan entre ellos, así como para consolarse, como para darse comprensión y poder volverse a su casa más que convencidos de que la razón es suya y de nadie más, porque ellos son los que saben de todo.

Pero esto de la libertad no va solo de la que obliga al mundo ante mí, esto de la libertad es recíproco y además debe llevar una gran carga de tolerancia, que a veces resulta muy pesada, pero es que si no, igual eso de la libertad es un imposible. Aunque igual ellos no solo no aprecian lo que es la libertad, sino que hasta puede ser que la repudien, que la rechacen frontalmente. Si no, no se explica como niegan el aire que respiran a cualquiera que opine diferente, que sienta diferente, sin la más mínima intención de sentarse un segundo a saber por qué ese piensa diferente. En una plaza de toros no admiten que nadie pueda estar desacuerdo cuando ellos enloquecen con lo que les dé la gana enloquecer. No admiten que se proteste una oreja que nadie les ordenó que no pidieran. Su libertad es lanzar vivas al aire, lo cual puede estar muy bien, pero en otro sitio. Una señora se pone a cantar, o lo que fuera, en la plaza de Madrid y ellos, tan amantes de las tradiciones, niegan la libertad de muchos a defender la tradicional seriedad de esa plaza. Su libertad les lleva a creerse que pueden saltarse las normas, porque sí, porque ellos son libres, son espíritus libres, ignorantes y sin educación, que en un acto de libertad exigen respeto, que te calles, con el hombre que está en el ruedo, pero al que desprecian entrando y saliendo de su localidad cuándo les viene en gana, porque también tienen libertad para atizarse alcohol suficiente para cauterizar la falla de San Andrés.

Libertad, libertad y más libertad, pero no cuentan ni con una palabra, ni con un argumento propio para defenderla. Libertad para linchar un espectáculo, un rito de años, porque libremente se erigen en dueños de esta fiesta de los toros, con poder para destrozarla, para desmontarla según sus intereses de esa tarde. Que antes que la libertad de defender toda esta bella locura, está el aupar al paisano o al que un día decidieron convertir en ídolo, porque así lo dicen los de los micrófonos. Libertad para imponer, libertad para silenciar, libertad para excluir, libertad para dejar tras de si un páramo yermo de tierra quemada, donde ya no pueda crecer una brizna de verdad torera, de casta brava. Es que era por la libertad. Pero no parece ser que tengan muy en cuenta que su libertad llega hasta la del otro, la del que está en el lugar opuesto o simplemente un poco desviado de sus convencimientos. Libertad para llamar de todo al diferente, al que se agarra a ese rito con fuerza, no intentando que no cambie, sino que no degenere. Que al final, en esto de los toros, parece que todo acaba reduciéndose a que unos quieren libertad para exigir el toro y otros para que este sea un mero instrumento para ensalzar al paisano, al ídolo al que un día decidieron afiliarse. Unos piden libertad para defender una pasión y otros se apasionan porque todo siga las directrices de voces interesadas a las que les da lo mismo inventar, manipular, tergiversar la verdad con tal de mantener una posición, un status y sobre todo un bolsillo bien alimentado de monedas de plata de treinta en treinta. Son muy libres de hacerlo, pero si otros van contra esa calumnia, por favor, no les traten ni de maleantes, ni de reventadores, ni de amargados, ni de mala gente. Si quieren, hasta pueden llamarles ignorantes, quién sabe, aunque eso sería su opinión, la cual habría que respetar, que no compartir, pero es que eso, aunque no guste, sí que puede ser un acto de libertad, libertad, libertad.

 

Enlace Programa tendido de Sol Hablemos de Toros del 10 de octubre de 2021:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-hablemos-toros-del-10-audios-mp3_rf_76613484_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

El publico moderno cuyos conocimientos taurinos son exiguos y que no son capaces de realizar un examen de la lidia desde el prisma del buen aficionado.Los incultos en materia taurina porque pagan,creen que deben ser contentados en sus peticiones.Esto es una falacia.El que paga no tiene el derecho de tergiversar o manipular el espectaculo.No ocurre en ningun otro tipo de actividad.Por ello,los que gritan pidiendo arbitrariedades deben ser contrarrestados por los que entienden de la materia.La prensa se supone que tiene que educarlos e influir,hace lo contrario,los equivoca para favorecer a sus intereses.Se comprueba al leer o escucharlos que se amparan en el servilismo.La prensa taurina adulona,todo lo malo es siempre culpa del toro,nunca de los toreros y no mencionan sus errores.Miran a otro lado.Lo emocionante en una corrida se basa en el toro fiero,encastado y fuerte.Que es el cimiento de la fiesta.En blogs en internet como el suyo encontramos lo que verdaderamente fue la corrida.Saludos y adelante.
Docurdo.