lunes, 4 de octubre de 2021

Si no quieres caldo… toma sobreros

 

Ni un atisbo de lidia, ni de toreo, solo recursos efectistas, para engañarnos como a chinos.

Encerrona histórica de Antonio Ferrera con seis de Adolfo Martín, encerrona que recordarán todos los que asistieron aquel día a la plaza y que tras años y más años transcurridos recordarán cuando alguien les pregunte: ¿Recuerdas aquella encerrona de Ferrera con lo de Adolfo? ¿Ferrera con Adolfo? Pues es que ahora… Sí hombre, la que pidió el sobrero y luego quería pedir el otro y no le dejaron. ¡Ah, sí! No me acuerdo qué pasó, pero sí que el torero no quería que saliéramos de la plaza. Querría hacer tiempo hasta que le saliera el tren de vuelta a casa. Pues eso será lo que les quede a muchos en la memoria, porque de lo ocurrido en el ruedo…

Que si comparamos lo sucedido con los Adolfos con lo que se esperaba de ellos por sus últimas presencias, se podría decir que ha sido un corridón, pero si lo comparamos con lo que debe ser una corrida de toros, pues mala y además no entendida por su único matador. Regularmente presentados los tres primeros, aunque sin alejarse demasiado de los otros tres, a los que tapaban mucho los cuernos, porque el pienso no rellenó lo necesario el resto de su anatomía. Nos las prometíamos felicísimas, ¿qué digo? Felicisísimas. Que había que darlo todo desde el primer momento. Se le hizo saludar al torero al final del paseíllo y en un nada y menos montó en el ruedo una exposición de ganado equino y un pase de modelos taurinos, porque así le brotó de su interior. Todos a saludar. Y salió el primero de la tarde, con el que mostró a grandes rasgos las líneas de lo que traía en la cabeza. Capotazos de recibo sin parar al toro, de lejos en la primera vara, para que el animal fuera a pasito lento, sin mucho convencimiento. Poco castigo mientras le tapaban la salida. El animal tenía su cosa, tenía que torear, pero Ferrera prefería lo de abusar del pico y no parar quieto un momento ni con la pañosa en la diestra, ni en la siniestra.

Al segundo más de lo mismo, no le aguantó los embates y se giró de espaldas a los medios, perdiéndole terreno. No me pregunten por qué, ya para la primera vara decidió cambiarle la lidia y llevarlo al seis. Que igual era por un charco que había a contraquerencia, pero salía de Málaga para meterse en un Malagón que era un barrizal removido. El de Adolfo se vino alegre en busca del peto. Tardeó bastante más para el siguiente encuentro, a pesar de los intentos de encelarle desde lejos por parte del picador. Amagaba con irse y acabó yéndose al que hacía la puerta. ¡Fuera! Caballo molesto, a la calle; y lo sacó del ruedo. El toro seguía sin querer peto. Igual no es que el otro penco le molestara, era que le molestaban todos los pencos y más si arriba un señor le ofrecía un palo con un pincho. En los primeros compases con la muleta ya se veía que el toro iba como una flecha cuando los toriles estaban de fondo, y por aquellos lares acabaron. Brazo largo, pico y bailando la yenka, adelante atrás, izquierda derecha, un dos tres. Trapazos con tirones, de uno en uno, para acabar encimista.

El tercero suelto, a su aire, por el ruedo, sin ser capaz de quitárselo de encima. Mandó taparse a todo el mundo, quedando en el redondel solo los dos caballos y él, demostrándose lo poco recomendable de la medida el hecho de que el Adolfo derribara al jinete y no había nadie para auxiliar al jinete, aunque igual tampoco habría pasado a más, si las cuadrillas hubieran estado más vivas, pero no, antes tuvo que llegar el mono coleador que tan desagradable resulta al aficionado. Cabe destacar que en contra de lo habitual en este tipo de festejos, Ferrera ha permitido la participación de los sobresalientes, entrando a quitar el toro del caballo. La sensación en el ruedo era de desorden, como si no estuvieran claros los cometidos de cada uno. El toro se quedó bastante incierto, siempre olisqueando y escarbando y echando las manos por delante al entrar en los engaños. Incapaz de mandarle, de someterle, quizá macheteándole por abajo, acabó aperreado con el animal e insistiendo en el derechazo y natural, que quizá no admitía.

El cuarto se le comía de salida, así que a darse la vuelta y a ceder terreno. Como sus hermanos, no peleó en el caballo, que a lo más que llegaron fue a dejarse sin más. Otra faena al uso, sin pararse, tirando de pico, sin bajar la mano al final de los muletazos y venga a correr y correr y pegar voces y más voces, más que para animar al toro, para animar al respetable, a ver si se podía salvar la tarde con algún despojillo. Pero quizá podía más la desconfianza que ese anhelo de triunfar. Al quinto le recibió con un conato de recorte creativo, a ver si así la cosa remontaba, pero nada, otro con el que no lograba hacerse. Montoliú sufrió un feo percance al quedarse en la cara del toro al parear, aunque parece que sin consecuencias. Intentó Ferrera tirar de recursos efectistas, a ver si, no fuera a ser que se le fuera la tarde en blanco, pero no había manera, soso, corretón, todo con el pico de la muleta, sin mando, sin reposo. Ni eso de tirar la espada de mentira le funcionaba. Vulgar, pegando tirones, arrimón y como último intento, la suerte del Correcaminos para entrar a matar, pero nada de eso funcionó.

Y ya con el sexto en la arena, había que intentar algo, ¿no? Pues no, se insistía en lo de siempre. El toro a su aire por el ruedo. Le quiso poner de lejos al caballo, pero ni el Adolfo no estaba para esas cosas, ni el picador colaboraba, marrando constantemente con el palo. Solo Joao Diogo Ferreira levantó los ánimos en banderillas. Ya en el último tercio, al primer muletazo en el seis, el bicho salió escapando a todo correr al cinco. Sacando exageradamente el culo, pegando trallazos con el pico, en una de estas se quedó descubierto y el toro hizo por él. Muy fuera, muy descompuesto y dando más aire que toreando, en estas se vuelve al palco y pide el sobrero ¡Ay, señor! Tomó la espada y, como durante toda la tarde, otro despropósito.

Salió el sobrero de Pallarés. Ahora sí, esta iba a ser la buena, pero… Más show que toreo, más pendiente de que sus numeritos llegaran a los tendidos. Mal picado y poco picado. Tocaron a banderillas y cogió los palos para ofrecerlos a la cuadrilla, que tuvo el feo gesto de cambiar los que les entregó el maestro, por otros. Él fue el primero, muy pasado; Fernando Sánchez le siguió, más pasado; José Chacón, dejándoselo llegar mucho; Y Ferreira, de nuevo, pero clavando casi en las orejas. Tomó la muleta y desplegó todo un recital de muletazos con el pico de la muleta, sin bajar la mano y con carreras para recuperar el sitio perdido. Remates embarullados con la puntita del engaño, incluso yéndose de la suerte antes de concluir, que no rematar, el muletazo. Adornos sin que tan siquiera pasara el toro y una media tendida que valió y que le sirvió para que al menos le pidieran una orejita. Y después de más de dos horas de encerrona, va y se anima y a pedir otro sobrero. Vamos, que me he calentado. Por reglamento se le negó ese segundo sobrero y luego declaraba que los reglamentos no pueden impedir hacer lo que sale de dentro, de las ganas. Pero claro, que las ganas le vengan después de haber visto pasar seis toros más uno y no enterarse de por dónde le venía el aire. Que ya no todo el mundo tenía el mismo ánimo, que muchos se marcharon para evitarse el séptimo y muchos más por si caía el octavo, tomaron las de Villadiego. Y Ferrera que no estaba en esas cosas, debió pensar que si no quieres caldo… toma sobreros.

En lace Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros del 3 de octubre de 2021:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-hablemos-toros-del-3-audios-mp3_rf_76297018_1.html

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique, coincidimos en algunas cosas y en otras no. Y es que esta vez voy a ser benevolente con Antonio Ferrera.

El ganado me gustó, sé que a la mayoría no les gustan este tipo de toros pero a mí el toro que te mantiene atento por el peligro sordo que lleva, me gusta. Además, a diferencia de otras ocasiones, particularmente la corrida de 2018, estos adolfos tenían motor y mucho picante, además de acabar con las bocas cerradas. Tanto que me atrevo a decir que en manos de otro matador hoy podríamos estar hablando de cogida. Creo que el principal error del matador se dio en la lidia, una lidia que distó de ser la mejor para no empeorar las condiciones de los toros. Más bien fue un mero trámite para salir del paso, pero estos toros saben latín y, si les dejas ir a la universidad, sacan el doctorado en “mala leche” con matrícula de honor.

De acuerdo en lo que comentas de abusar del pico, no estar bien colocado, torear más bien despegado o de pasarse de faena. Pero también hay que tener en cuenta que no a todos los toros se les puede torear igual, el pico es un recurso para este tipo de toros (no para los garcigrandes del Sábado). Luego hubo cosas que me gustaron y otras que no. No sé cuál era su intención cuando mandó al picador al seis, tengo el presentimiento de que quería hacer algo diferente en la suerte de varas (de ahí cuando mandó salir al segundo picador, tal vez queriendo emular la suerte de varas que se hace en las corridas concurso). Sin embargo, creo que las protestas del 7 le hicieron desistir de su propósito. Me gustó el segundo picador, Antonio Prieto y no me gustó absolutamente nada Gabin Rehabi, del que esperaba mucho. Tal vez, como atenuante, podamos decir que obedeció las órdenes del jefe porque la manera de masacrar al toro fue vergonzosa.

Y me gustó mucho la labor de las cuadrillas, los pares de Fernando Sánchez, Joao Ferreira y, sobre todo, de José Chacón. Y, destaco sobremanera, la soberbia actuación de Manuel Izquierdo a la hora de hacer unos quites prodigiosos así como el que hizo Fernando Sánchez a Montoliu cuando cayó al suelo.

Lo del segundo sobrero… pues sí, reglamento en mano no debe salir pero ¿y todas las cosas antirreglamentarias que nos tragamos en la plaza? Resulta curioso lo exquisito que se ponen algunos para cumplir el reglamento a rajatabla y luego dejan culear al toro por parte del monosabio, dejan que el caballo lleve tapados los ojos, dejen salir inválidos al ruedo, etc.

Hasta la próxima, un abrazo
J.Carlos

Anónimo dijo...

Ferrari en su laberinto,una basura ganadera y una asistencia mayoritaria indocta en la materia,propiciaron este teatral desaguisado.El "triunfo" es de esa prensa servil que vende este destoreo.
Docurdo.