miércoles, 21 de septiembre de 2022

Contra la amargura, toreo

Un natural y sobran las palabras

Los hay a los que se les pone el cartel de amargados, de que no les gusta nada, hay quién los llama despectivamente “los entendidos” y hasta procuran sentarse lo más lejos posibles de sus gritos y sus protestas, porque consideran que lo de los gritos y las protestas en los toros no es bonito. Que para ellos nada es bonito si se aparta del ¡bieeeeejjjnnn! Y de sacar los pañuelos para pedir despojos, a veces hasta a dos manos, porque, no sé quién les habrá contado que la felicidad en los toros solo viene si hay despojos. Que quizá esto sea así para los carniceros y casqueros, pero para un aficionado, se me hace raro. Que eso de la estadística está bien para el fútbol, el baloncesto y a veces, ni para eso tampoco cuadran. Aunque claro, si oímos a empresarios como el señor Garrido, de Madrid, o el señor Amador, de Albacete, el éxito son  las puertas grandes y punto. Que no les pidan que cuenten cómo se producen la mayoría de las veces esas salidas a cuestas. Pero ya digo, en esto de los toros, quizá la estadística es lo que más alejado debería estar de la felicidad del aficionado.

Si yo les digo que la afición de Madrid salió que no cabía en si de gozo, con la cara iluminada como si hubieran visto un prodigio, pero que no vieron cortar ni un despojo, ¿qué dirían? ¿Qué están locos? Pues sí, tienen razón estaban locos, pero no por lo de los despojos, ni mucho menos, sino porque vieron torear, el toreo se les hizo presente, el toreo al natural, el más puro, el que en si mismo recoge la pura esencia del toreo. Un torero menudito, poca cosa, que a veces hasta parecen los toros levantar un palmo más del suelo que él, se puso a hacer el toreo. Como me decían a mí de niño, que bonito es ver torear bien, torear de verdad. Que sí, que había mucho partidario que estaba deseando el triunfo del torero, eso creo que solo lo negarán los partidarios, que, por supuesto, no lo admitirán nunca. Se vio ese partidismo en un primer toro, uno de Hoyo de la Gitana, que no es poca cosa, en el que se empeñó en pegar pases acortando mucho las distancias, con la muleta retrasada y sacando el pico, pero un mal manejo de la espada evitó sonrojos en el personal. Pero fue en su segundo, otro de José Escolar, donde los partidarios se vieron superados, y que fortuna por ello. Que si bien pretendían jalear los capotazos a un animal que iba de largo, no querían reparar en que le puntera las telas. Desafortunado en el primer tercio, sin lograr poner al toro en suerte debidamente, pero fue en el último tercio donde se acabaron todas las penas. Una primera tanda con la derecha sin demasiado sosiego y por momentos escondiendo la pierna de salida, pero fue al natural dónde todo pegó un vuelco. Una tanda irregular, pero fue en el tercer muletazo en el que el toreo hondo, con mando, rematando atrás, nos devolvió la fe en esta locura que es el toreo. También se jaleó alguno enganchado, pero cualquier olé después de aquel natural era hacer de menos a aquel natural. No soy de los que me gusta eso del toreo de bisturí, ni mucho menos y quizá ahora lo salvo porque aparte de lograrlo o no, el toreo quería torear, que eso también se valora en Madrid; quizá sea de las plazas donde más se valora eso de intentarlo. Pero el bisturí quedó a un lado en la siguiente tanda de naturales, uno y otro y otro, rematados y ligados, que sí, que tenía que dar dos pasitos de más, pero es que el toro se quedaba, un toro que tampoco humillaba en exceso, pero que se tragó tres naturales para hacerte creer que lo imposible se logra. Lástima que el torero se empeñara en dar uno más, en alargar la tanda, lo que tampoco era necesario, y no ligar el natural y el de pecho, que habría hecho saltar los cimientos de Madrid por los aires. Después vinieron unos adornos, lo mismo que antes hubo un inicio de faena por abajo, con la derecha por ambos pitones, pero permítanme que deje eso un poco de lado y me quede con los naturales. Que goce el no poder decir que no veo un natural rematado atrás y de verdad desde hace… porque lo vi el domingo, cuando el sol ya caía, un rato antes del fútbol, el baloncesto y hasta la petanca. Ahora tendré que decir que no veo un natural de verdad desde aquella tarde, aquella en que un torero hizo el toreo. Y el torero se llama Fernando Robleño. ¡Y que viva la madre que lo parió! Y fuera amarguras, las que por otro lado parecía que querían provocar Miguel tendero y Luis Gerpe, que a pesar de lo que digan sus partidarios, bien podrían dedicarse a otra cosa. Tendero, no sé, no le conozco, pero Gerpe, por lo que dejó ver, quizá estaría bien de andarín, por aquello de darse vueltas al redondel porque le viene en gana. Y creo que tampoco merece mucho la pena hablar del ganado, aparte de ese buen toro de Escolar, ni de las nuevas hazañas del presidente impertinente, que mejor estará buscando cacos haciendo cumplir la ley, que saltándose a la torera el reglamento cada vez que se le cruza lo que se le tenga que cruzar. Y yo me sigo quedando, si ustedes me lo permiten, con el toreo al natural. Unos dicen que fue histórico, que fue… ¿Qué necesidad de calificar? Porque toda calificación es discutible y lo mismo hasta hay quién se enfada y se amarga y ya saben que contra la amargura, toreo.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

las amarguras no son tanto cuando el toreo de siempre aflora y los naturales de Robleno nos confirman que se rematan detras de la cadera y nos devuelven a un pasado no tan lejano y los hemos gozado los denominados entendidos.Respecto a la empresa o cartel no opino para emporcar lo opinado.
P.D. Las faltas de comas o acentos es por la computadora.Las disculpas del caso.Gracias.
Docurdo.