El arte no se puede desligar del toreo y se en algún momento se separan, entonces ya no estaremos hablando de toreo, sino de otra cosa de la que tampoco entiendo |
Que lo mismo ustedes piensan que uno solo entiende acudir a
una plaza como un juez a punto de mandar a un chaval al trullo para los
próximos quince años, nada más lejos. Que eso de las pasiones por un torero,
por una ganadería, hasta por una cuadrilla o una plaza, es algo que no debe desaparecer
del sentir de los aficionados y los públicos. Eso da vida, vigor a la fiesta de
los toros. Es la sal de este guiso, pero que tampoco nos hurte el sentido de la
vista, que no merme nuestro sentido crítico y que valoremos las cosas en su justa
medida. Que ustedes me dirán que no tengo corazón; claro que sí, pero si ese
partidismo, en muchas ocasiones rayano en la locura, cruza la frontera del
fanatismo, de no escuchar, ni atender a la lógica, al final nos conduce a subir
a los altares a quien se pone bonito, muy bonito, delante de una caricatura de
toro y que si se da un paso más, desembocaría en el carretón. Y aquí volvemos a
lo de antes, tiramos de bisturí y encontramos un natural suelto. Que si la
cuestión va de pegar pases, este es el punto exacto, ahora uno, me pego una
carrerita, otro y así hasta que el animalito aguante. Eso sí, si hablamos de
torear, lo primero, lo imprescindible es el toro. Que una tortilla de patatas,
sin patatas, ¿cómo la llamarían? Hasta puede que se ofendieran por ello.
¿Entonces? ¿Cómo le podemos llamar a eso de torear sin toro? ¿Le podemos llamar
a eso torear? ¿Se puede llamar torear a endilgar medios muletazos de uno en
uno? Que ustedes estarán pensando en un nombre, en un señor que se viste de
luces y al que aclamaron desde una televisión los charlatanes de feria que lo
mismo te venden un pelapatatas y te regalan una alfombra para el dormitorio,
que te sueltan un molinillo de café y un paquete de cápsulas para una cafetera
de las modernas. Y claro, te venden un triunfo, un toreo para la historia, pero
sin tan siquiera una aproximación al toro. ¿Puede el arte, por muy sublime que
queramos que sea, suplir la ausencia del toro? Porque si hay un arte al que el
toro no le sea necesario, imprescindible, ¿de qué estaríamos hablando? Igual
nos hemos cargado de un plumazo la esencia de los Toros y todo el espectáculo,
el rito y todo un mundo que según dicen, se sustenta en el toro.
Quizá es que se ha perdido la medida, eso siempre tan
presente en los Toros, medir el castigo, una faena medida. Pero, ¿se puede
construir una faena a base de muletazos sueltos, de uno en uno? ¿Se puede medir
una faena en la que no hay toro al que medir y poder? ¿Se puede medir el
castigo cuando no hay toro al que lidiar? Pues me surgen muchas respuestas y
afirmativas creo que ninguna. Y en cuanto nos despistamos un segundo ya nos
están bautizando de histórico cualquier cosa. Que la verdad, la verdad de todo,
históricos van a acabar siéndolo los paseíllos, no por el arte, la gracia o el
garbo torero, sino por el modelaje de los actuantes. Habrá a quiénes no los
encontrarán jamás en este tinglado tan bien montado, incluso los hay que se han
apartado ya, pero según parece, sí que encontraremos a esos que tan bien
plantados ellos te soltarán absolutamente convencidos, que sí, que vale que si
no hay toro, pero hay arte…
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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