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| La ingenuidad nos lleva a creer que aún en las corridas concurso lo importante es el toro y el primer tercio. |
Las corridas concurso deberían ser
festejos en los que el aficionado se ilusionara, esperando ver la
bravura brotando del ruedo a borbotones, sintiéndola en e momento en
que apareciera por la puerta de toriles y si no la bravura, la casta.
Y siempre unos matadores esperando ponerse cara a cara con esa casta
y esa bravura y canalizarla para que todo el mundo la disfrutara. Una
concurso debería ser lo más parecido a una obra de arte en la que
el torero se encontrara con un lienzo en blanco, con un bloque de
mármol y que su obligación fuera la de ir descubriendo la obra de
arte que se encerraba ahí, pero quizá el aficionado pueda
adivinarla, pero no se trata de eso, no se trata de tener que
imaginar, tiene que ser la pura evidencia y para ello, el señor de
luces tiene que estar dispuesto a ello. ¡Estar dispuesto! La
disposición debería ser algo generalizado en la plaza. Disposición
de los toreros para lucir al toro, para cuidar la lidia y estar
atento al transcurso de esta; pero no es el caso, la terna iba a lo
suyo, a ver si cortaban su orejita y poco o nada más. Disposición
en el público para ver el toro y olvidar paisanajes, debilidades por
tal o cual, sin pensar en eso, en las orejitas. Pero la disposición
era en unos a ver confirmar al paisano ya entrado en años o los que
esperaban ver al que tantas veces ha venido a Madrid y que vaya usted
a saber por qué, se le jalea todo, ya se le escape entre los dedos
un toro de triunfo u otro de esos que acuden a la muleta una y otra
vez. Disposición en definitiva para todos, para el presidente a la
hora de mandar ir tres veces al caballo al toro, para sancionar con
todo el peso de la ley a un masacrador a caballo, disposición entre
los de aúpa. Pero miren las veces que he citado la palabrita y al
final, lo que ha faltado es eso, disposición. Que el aficionado
habrá podido llenarse los ojos con toros, como el de Palha y Partido
de Resina, que han ganado por goleada a los matadores que les han
tocado, pero que han perdido con rotundidad, precisamente por los
matadores que les han tocado en suerte ¡Qué mala suerte! Merecían
unos espadas con voluntad lidiadora, con afición y que dejaran de
mirarse el ombligo pensando que iban a llegar a ser grandes vía el
trapazo trallacero.
Confirmaba Rubén Sanz, que no está
bien eso de mirar la edad de nadie y sí los méritos, pero si
alguien se preguntaba como es que ha confirmado a estas alturas,
quizá en su quehacer en el ruedo ha encontrado la respuesta y hasta
se pregunte por qué le han traído a confirmar. Incapaz con el
capote, incapaz de poner un toro en suerte, incapaz con la muleta,
sin asentarse ni un momento, pico, baile, citando desde fuera,
enganchones, negado con la espada y mostrando el toreo de capea, el
que a duras penas muestran los capas o mozos aventurados en las
plazas de pueblo. Dando la sensación de que a él eso de la concurso
le traía al pairo. Vayan ustedes a saber la causa por la que le
hicieron salir a saludar al romper el paseíllo, quizá algo tenía
que ver esto con algún viva a su tierra durante la tarde. Pero si
acaso, otro día le montan una en su barrio y que salude uno a uno a
los presentes, si así le place. Que luego, si no demuestras nada,
ese saludo inicial se convierte en un hecho ridículo y en los toros,
lo que quieran, menos ridiculeces. Al de Concha y Sierra le dejó
corretear a su aire, no le puso en suerte parando al toro frente al
peto, donde le iban a picar trasero y mal, tapándole la salida. El
animal no andaba sobrado de fuerzas, quizá se pudo dañar en un
intento fallido de saltar la barrera, pero aún le quedaron arrestos
para complicarle la tarea y engancharle el engaño demasiadas veces.
Intentó ponerse elegante, pero no dio el pego. El Murteira volvió a
poner en evidencia al espada, que ya de salida no se podía hacer con
él. Sin ponerlo al caballo, derrotaba con desesperación por el
izquierdo el peto. En la segunda vara un picotazo en buen sitio y a
pedir el cambio. Con la muleta venga trapazos, banderazos,
enganchones y sin parar quieto, que no acababa de citar y ya se
estaba yendo, en un trasteo sin pies ni cabeza. Y la guinda en sus
dos toros esa forma de ejecutar lo que debería ser la suerte
suprema, yéndose sin pudor alguno de la suerte. Pero ya, por lo
menos, confirmó, confirmó muchas cosas y además, confirmó la
alternativa.
Javier Herrero ya había confirmado,
así que ya parecía tenerlo todo hecho. Le salió un buen mozo de
Palha, que manteos echando la pierna atrás, parecía que hasta podía
ser la tarde en la que pasara algo. Fue al caballo para recibir un
buen puyazo de Carlos Prieto. El público batiendo palmas, pero que
pronto se torció todo. Lo que podía haber sido el puyazo de la
tarde, en un santiamén de tiñó de la carnicería de la temporada.
Primero aguantado los embates del toro, evitando que el caballo
cayera a la arena, pero... ¡Ay el pero! De repente se le tapó la
salida y se le dio leña de una forma brutal, mientras el espada,
Javier Herrero se limitaba a estar por allí, mirando y sin la más
mínima intención de sacar al toro del caballo. Unos que si levanta
la vara, otros que saque al toro, pero entre tanto, la carnicería no
paraba. Un toro que empujó, destrozándolo con una saña
insoportable. Lo pusieron una segunda vez y el animal se arrancó con
una alegría y prontitud que era una delicia, pero el animal solo iba
a que el jinete siguiera con esa masacre y el matador ni se inmutara.
Que uno no es partidario de eso del levanta el palo, pero una cosa es
eso y otra el simplemente aguantar el palo, que una cosa es medir el
castigo y otra... una vergüenza bochornosa. Primeros muletazos de
tanteo, se lo sacó hacia afuera y aunque al Palha le costaba
aguantarse, él seguía peleando y poniendo en apuros al que le tocó
en mala suerte. No se paraba un momento, venga a alargar el brazo,
ahora me meto entre los pitones, a ver si así el animal se para. Un
toro que se fue sin torear, sin lidiar, sin darle la importancia que
tenía. Quizá habría sido merecedor de algún premio, honores de
bravo, quién sabe, todo es quizá, porque el matador nos privó de
verlo y solo pudimos llegar a imaginar. El quinto, uno de José
Escolar, quizá el de menos presencia del festejo, corrió y corrió
sin que nadie fuera capaz de sujetarlo en un capote. Lo de ponerlo en
suerte parecía una misión imposible, dándole mil y un mantazos. El
animal olisqueaba, escarbaba y al final lo dejaron tirado entre las
dos rayas. Sin meter la cara en la primera vara, en la segunda,
pendiente de los capot6es y sin querer caballo, cuando acabó yendo,
el picador le puso el palo un palmo más adelante de la penca del
rabo. Un picotazo y a otra cosa. Se dolió en banderillas y ya en el
último tercio fue Javier Herrero quien cantó la gallina. Todo un
muestrario de negación con los trastos. Sin parar de bailar,
poniendo la muleta y quitándosela de golpe, dándole aire y aún se
vio achuchado por el mansito, con el que no pudo en ningún momento.
Eso sí, con una solvencia para alargar el trasteo sin hacer nada,
sin mostrar ni asomo de toreo, permitiendo que desde la nada le
tocaran un aviso sin tan siquiera haber montado la espada.
El tercero era Gómez del Pilar, que en
esta tarde a algunos les ha hecho recordar tardes pasadas, no por su
buen hacer, sino por esa gracia que tiene para dejarse ir toros de
triunfo. Pero oiga, que aún los había que lo pedían para todas las
ferias futuras de todo el planeta taurino. A su primero, el de
Partido de Resina le dejó corretear a sus anchas sin ofrecerle un
capote que lo sujetara. Fue tres veces al caballo, sin pararlo ni por
un instante. Mal picado y poco, seguía a su aire. La cuadrilla
siguió sin permitirle un mínimo respiro. Inicio de faena por abajo
medio aseado, pero sin intentar alargar las embestidas en este primer
tanteo. El animal al principio se entregaba menos para adentro, pero
cuando al fondo veía los medios, metía la cara, a lo que se le
respondía con trapazos sin pararse quieto Gómez del Pilar. Venga
enganchones, aperreado, cambio al pitón derecho y cuartos de
muletazo, muleta atrás pico y él a lo suyo, sin enterarse del toro
que se le estaba yendo. Como es casi habitual, naturales citando de
frente y escupiendo al toro para afuera, pero él seguía sin
enterarse de lo que había sido el de Partido de Resina. Entera
trasera tirando el trapo al aire y para culminar la hazaña, el
espada queriendo llevar al toro a morir a las tablas, si es que no se
enteraba. Y fue el toro el que seguía mirando a los medios. Que mala
suerte la de este cárdeno. Al de Rehuelga le administró la misma
receta, no poner el toro al caballo, sin hacer que se parara,
quedándose este dónde mejor le venía, tres picotazos traseros, sin
humillar y escarbando muy a menudo. Con la muleta, pues venga
trallazos por ambos pitones, pico, pico y más pico, enganchones,
baile y en un trance quedándose al descubierto, el espada resultó
cogido. Que algunos ya barruntaban la oreja del revolcón. Medios
muletazos, más carreras y carreras, venga a colocarse a cada trapazo
y de nuevo de frente, pero estirando el brazo para fuera, no fuera a
ser que se le viniera por dentro. Muletazos de uno en uno y una
entera caída mientras sonaba un aviso. Le dieron la orejita, que
para esto se organizan hoy en día las concurso, no se vayan a pensar
otra cosa. Las concurso en las que la moda es sacar un solo caballo.
Uno solo en el ruedo de Madrid. Que igual hay costumbres que por ahí
son necesidad y estás más que justificadas, pero en un ruedo como
el de Las Ventas suena hasta ridículo. Que me dicen que así no se
distraen los toros. Pues si se distraen, ya sabemos algo de la
condición del animal, ¿no? Que se distraiga ¿O es que no nos dice
nada el que un toro no quiera ir a contraquerencia y se deslome en el
que guarda la puerta? Pero esto ya no hay quien lo entienda. Pero ta
saben, era una concurso, ganó el toro y perdió el toro.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos
de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html