Hasta ese terrible instante, la corrida transcurría con un marcador claramente a favor de los Palhas, que otro año puede volver a convertirse en la mejor corrida de la feria, incluida la todavía no iniciada del “Cumpleaños”, aunque el año anterior los jurados de expertos prefirieran la de Peñajara. Pero esto no quiere decir que fuera fácil estar delante de estos toros, aunque si lo era el triunfar, y me explico. El toro bravo no permite que un señor se ponga a darle pases sin ton ni son, sin tener en cuenta la colocación, los terrenos, las distancias el castigo recibido en el caballo… Resumiendo, hay que estar en torero, o sea lo que no estuvieron los encargados de vérselas con ellos. Los tres se pensaban que era tirar de repertorio moderno y para adelante, sin preocuparse de más.
Por un lado, Paulita evidenció desconocimiento y desgana, lo cual resulta poco comprensible, ya que no creo yo que le sobren los contratos, a no ser que se conforme con torear en el Pilar, en la feria de Centruéñigo y en alguna más de los alrededores. Algo parecido le ha ocurrido también a Serranito, aunque éste ha estado más pendiente de hacer el toreo bonito, que de hacer el toreo, y como a su compañero, le ha preocupado muy poco dejar al toro dónde cayera, en lugar de ponerlo bien en suerte en el caballo. Pero a pesar de todo, a pesar de que hemos tenido que aguantar como un peón dejaba al toro para el primer encuentro entre las dos rayas, mientras el matador deambulaba por allí, o que los pretendían meter debajo del peto, hemos visto a toros que acudían solos a la distancia que ellos requerían, sin hacer caso de ineptos capotes. Era la autolidia, se arrancaban desde lejos, empujaban en el peto, acudían prontos al caballo y luego a la muleta, pero al final exigían su sitio y su lidia. A lo mejor ya se nos ha olvidado, pero a un toro, aunque sea bravo, noble y bondadoso, si no le damos su distancia y su sitio, no embiste como debería. Si se les ahoga la embestida, tal y como gustan los toreros de hoy, el toro se defiende, si no se le pone la multa donde debe, el toro tarda, pero todo eso parece que ya no tiene importancia.
Y dentro de esta gran corrida que mandó el ganadero, apareció el último, un toro que ya empezó empujando en el peto con la cara alta, que puso en aprietos a los banderilleros por el mismo motivo, en especial por el lado derecho. Quizás se le picó poco, a pesar de que Israel Lancho insistiera en cambiar el tercio y poco a poco, se fue adueñando de la situación, pareciendo por momentos que arrinconaba a su matador, que evidenció lo poco toreado que está. Puede que esas mismas ganas de triunfar y de salir de Madrid con fuerza, le hiciera temer que se le pudiera caer, pero no fue así, no fue así en toda la tarde, y ese defecto tan molesto se fue acrecentando. Así hasta llegar el momento de entrar a matar en que pasó lo que todos sabemos. Cada uno que lo vio revivió sus particulares recuerdos de otros matadores y de otras tragedias. Y es que realmente, se pensó que aquel era su último momento, porque a cada derrote que el toro soltaba para quitarse ese peso del pitón, éste calaba aún más en el pecho de Israel Lancho. Afortunadamente las noticias de su estado son más optimistas a medida que pasa el tiempo, de lo cual yo me alegro.
A propósito, a lo mejor ya no es momento, pero quizás para la Beneficiencia se podrían anunciar estos toros con los triunfadores de la feria, Miguel Ángel Perera, Manzanares, Daniel Luque, Castella, Emilio de Justo o El Capea, ¿no? Aunque yo me apuntaría mejor a un cartel con este ganado, con Morante, Urdiales e Iván Fandiño. Tiene buena pinta ¿verdad? Pues no nos hagamos ilusiones, la Beneficencia ya está cerrada desde hace meses, y la torearan tres matadores que no deberían torearla, el fenómeno del poder, Juli, el arte y elegancia más sublime desde Lagartijo el Grande, Manzanares y el ciclón de la moderna tauromaquia, Miguel Ángel Perera. ¡Ahí es na’!
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