¡Qué alegría ya es San Isidro! Llega la primavera, el buen tiempo, las alergias, la feria y los isidros. ¿Y qué puede salir de todo esto? Pues lo de ayer. Unos matadores que o bien se encuentran en una situación complicada sin saber si van o vienen, o que quieren abrirse paso en este complicado mundo del toro, en el que el más noble es precisamente el toro. Toros que ayer unos eran gordos y sin presencia, otros grandullones y otros con alguna complicación, que los espadas se empeñaron en que cada vez fuera mayor.
Parece mentira que en los tiempos que corren, con escuelas taurinas aquí, allí y dónde nos venga, aún veamos que los matadores y peones no saben colocarse en la suerte de varas. Uno a un lado del caballo, otros al otro y el matador, Eugenio de Mora en este caso, deambulando por allí como alma en pena. Y luego vemos que en banderillas, a la salida del par, igual se pone uno en cada pitón o no. Eso sí, cuando de meter el pico y dar derechazos de trata, a mansalva. Matadores elegidos para abrir la “Primera Feria del Mundo”, ¡ahí es na’! Que a lo largo de la lidia no son capaces de solucionar los problemas que les pueda presentar el toro. Y lo que es peor, consiguen que cada vez sea más difícil meterle mano a su oponente.
Pero el plato fuerte lo iban a servir en el sexto, un último toro que se tambaleaba, pero que el presidente decidió que siguiera en el ruedo. Cosas de los señores presidentes, pero que le sirvió a Emilio de Justo para que le dieran una orejita de rebajas. Y el pañuelo verde que el presidente no sacó para echarlo al corral, lo convirtió en blanco, para alegría de la concurrencia. Y a mi realmente me da igual que le den una oreja, dos, seis el toro entero. Lo que pasa es que si mañana hay una sustitución, pues ahí que me le veo a bueno de Emilio, a liarse a dar derechazos, a citar muy, muy fuera de cacho y metiendo el pico todo lo que le daba el brazo. Pero el efecto conseguido fue la satisfacción de la parroquia al ver que “habíamos cortado una oreja”.
Parece mentira que en los tiempos que corren, con escuelas taurinas aquí, allí y dónde nos venga, aún veamos que los matadores y peones no saben colocarse en la suerte de varas. Uno a un lado del caballo, otros al otro y el matador, Eugenio de Mora en este caso, deambulando por allí como alma en pena. Y luego vemos que en banderillas, a la salida del par, igual se pone uno en cada pitón o no. Eso sí, cuando de meter el pico y dar derechazos de trata, a mansalva. Matadores elegidos para abrir la “Primera Feria del Mundo”, ¡ahí es na’! Que a lo largo de la lidia no son capaces de solucionar los problemas que les pueda presentar el toro. Y lo que es peor, consiguen que cada vez sea más difícil meterle mano a su oponente.
Pero el plato fuerte lo iban a servir en el sexto, un último toro que se tambaleaba, pero que el presidente decidió que siguiera en el ruedo. Cosas de los señores presidentes, pero que le sirvió a Emilio de Justo para que le dieran una orejita de rebajas. Y el pañuelo verde que el presidente no sacó para echarlo al corral, lo convirtió en blanco, para alegría de la concurrencia. Y a mi realmente me da igual que le den una oreja, dos, seis el toro entero. Lo que pasa es que si mañana hay una sustitución, pues ahí que me le veo a bueno de Emilio, a liarse a dar derechazos, a citar muy, muy fuera de cacho y metiendo el pico todo lo que le daba el brazo. Pero el efecto conseguido fue la satisfacción de la parroquia al ver que “habíamos cortado una oreja”.
¿Y no protestó nadie? Claro que sí, incluso aparecieron pancartas protestando por la feria que nos ha preparado la empresa con todo el cariño del mundo. Y hoy veo en un periódico de gran tirada, el que en su día contó con el mejor crítico de los últimos años, y en el que su sustituto se queja de las protestas y las pancartas y compara la plaza de Madrid con un gallinero. Pobre Joaquín Vidal, ¿qué han hecho con tu página de toros, esperada por aficionados y no aficionados como si fuera el bendito maná?
¡Pues que bien! Pero con todo lo bien que va la fiesta de los toros, la verdad es que ayer había muchas calvas en los tendidos, algo impensable hace unos años y que los reventas parece que pueden convertirse en especie protegida, aunque yo sería partidario de que desaparecieran de una vez. Este año o comen entradas, con pan por supuesto, o se montan un chiringuito y las ponen a precio de saldo, como las orejas.
2 comentarios:
Es verdad; tienes más razón que un santo. Pero allá que vamos año tras año, a aguantar lo que nos echen. A lo mejor es que quieren que esto se quede como espectáculo para japoneses y es la manera que tienen de cargárselo...Mantengamos la esperanza: queda mucha feria.
Muchas gracias por el ánimo que supone que alguien te entienda. Y que verdad es lo de los japoneses, aunque creo que los taurinos no acaban de creérselo. Tiempo al tiempo.
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