domingo, 3 de mayo de 2009

Remates y recortes

Si nos encontramos en la circunstancia de hacer un quite en Madrid, creo que ya tenemos donde elegir para no quedar mal, aunque estoy seguro de que esta oportunidad no se nos va a presentar, y en caso de que sí, yo muy elegantemente, eso sí, declinaría la invitación. Seguro que se me sabrá entender si digo que me falta forma física, arte, sitio y… ¿valor? Pues sí, de lo otro no tengo, pero valor menos que nada.















Bueno, supongamos que ya hemos hecho el quite, pero hay que rematarlo y eso es lo que vamos a hacer hoy, rematar el quite con torería, garbo y yéndonos de la cara del toro de una forma airosa. Lo que sí es importante es saber si al rematar es necesario dejar al toro en un sitio determinado, como sería en el caso de ponerlo al caballo. A mí particularmente no me gusta cuando el espada o el peón lo tienen que recolocar por no haber tenido en cuenta donde está el picador. Y lo mismo me pasa cuando el torero sale corriendo por el culo del caballo, o cómo se dice en las tauromaquias clásicas, por el estribo derecho. Seguro que habrá quien rebata mi opinión, y además haciéndolo con todo fundamento pero, ya digo que es opinión personal, a mi me gusta que cada cosa que se le haga al toro vaya encaminada a poderle, a demostrarle en todo momento quién es el que manda en la plaza. Cómo le digo a mi sobrino, el aspirante a torero que para más información se llama Alejandro, la lidia es un pulso con el toro. Entre toro y torero se traza una línea que cada uno trata de mover hacia el terreno del otro, como si fuera una batalla en la que se va avanzando y avanzando hasta llegar al campamento del otro, hasta alcanzar la victoria. Y con el agravante de que si es el toro el que domina, se va complicando, complicando y complicando sin posibilidad de que mejore. Y si el que manda es el torero, no puede confiarse ni cuando se llevan al toro las mulillas.

En esta serie de recortes y remates también incluyo a la media verónica, junto a la revolera, la larga cordobesa en la que el torero se va elegantemente de la cara del toro con el capote al hombro, o los recortes con sabor a campo, recordándonos las tientas en tierras de Salamanca con los campos cubiertos de nieve.

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