La libertad verdadera en el toreo empieza por el toro, con su poder, su fiereza. |
Pero, ¡ay el pero! Que no, que no quieren libertad nada más
que para ellos, quieren su libertad y tu sumisión. En los toros siempre ha
habido disputas, discusiones hasta subidas de tono, pero no pasaban del
momento. Ahora, siguiendo las doctrinas del mando único, cualquiera se ve con
galones y fuerza para imponerte su “libertad”. Desde los medios de comunicación
y en especial desde las televisiones te dicen, te exigen, cómo debes
comportarte, qué debes aplaudir, qué te debe gustar y además manifestarlo con
entusiasmo. ¿Qué libertad es esa? El buen aficionado es el que calla y solo levanta
la voz para “bienear” la vulgaridad, mientras el silencio, silencio cómplice de
tal vulgaridad, ellos lo llaman respeto. Respeto al que se vale de los toros
para medrar y aprovecharse solo él. Respetar, según ellos, es callar ante
mentiras que no hacen más que socavar los fundamentos sobres lo que se
construyó el toreo. Apelan a todo, a la buena educación de aquel que no
protesta y traga, aunque tal comportamiento llegue a rayar en la estupidez,
pues si te están dando el timo de la estampita, callas y además aplaudes, ya me
contarán qué es eso.
En esa televisión que todo lo televisa y que todo lo
comenta, incluso los que ocupan el micro se permiten afirmar que a los que
protestan hay que expulsarlos y hasta me atrevería a decir que conminan a los
asistentes a una plaza a ser ellos mismos la mano ejecutora de sus deseos. Sí,
como lo oyen, esos que tanto temen los altercados de orden público porque un
presidente no concede un despojo, pero a los
que no les importa a que a un
señor que paga su entrada le eche… de la manera que sea. Que dicen que molestan
a otros paganos, pero entonces, si hay que estar callados como en misa, ¿qué
libertad es esa? ¿Libertad para quién? ¿Para el de los mamporros? Porque para
el que no tiene opinión de rebaño, quizá habría que recomendarle que se
agenciara unas piernas veloces y ágiles que le sacaran de aquel nido de
“libertad”. Pero claro, que es un inocente mamporro al lado de lo que
recomiendan algunos señores que lucen medias rosas. Uno se atreve a mentarnos a
la madre por una emisora de radio, mientras que la locutora le ríe la gracia,
pero es que hubo quien llegó más lejos y se atrevió a pedir que a esos que le
incomodaban les pusieran un artefacto explosivo justo debajo de la almohadilla.
Que no sé ustedes, pero mucho sentido de la libertad ajena, especialmente de la
libertad de expresión, no es que fuera el fuerte de semejante individuo.
Que me dirán que cuento casos extremos, quizá sí, pero lo
que resulta mucho más cotidiano es en el tendido, cuando alguien no puede soportar
que no compartas tu entusiasmo por su paisano y se te vuelven, te insultan te
provocan y hasta llegan a amenazar. ¿Se puede así alguien sentir en libertad?
Complicado. Pero aquí pide libertad todo el mundo, el empresario para hacer lo
que le dé la gana en su provecho; el de luces, porque le impiden torear, porque
no le dan los festejos que él y nadie más que él, cree merecer; los que se
apoderaron un día de los micros para decir barbaridades con el único fin de
agradar a su amo; los que se pasan un día por la plaza para ver al paisano y
también los que van con frecuencia, pero que no permiten que se les toque al
amigo, al primo o vecino, que ellos saben de buena tinta que es buena persona y
solo por eso no hay que reprenderle. Que será que los demás no son buena gente,
o lo mismo es que hay que ir a preguntar cada tarde si a este o al otro se le
puede o no decir ni mu. Y ahora, que me expliquen en qué consiste eso de la
libertad, aunque la verdad, me voy haciendo una idea y de entrada empiezo a
desconfiar de esos que cacarean eso de que nos quieren quitar la libertad.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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