Saltillos y Santa Colomas de los hierros de Saltillo y los Maños, para una tarde de toros en Madrid |
Lo que son las cosas, estamos en tal estado de cosas en esto
de los toros, que lo que debería ser habitual se ha convertido en una
extrañeza. Porque si nos preguntamos que vamos a ver a una plaza de toros,
aparte de cuando había conciertos, y acudiendo a una corrida de toros, ¿qué
sería lo lógico que nos encontráramos? Pues toros, no van a ser ni sardinas, ni
perros pachones que se dejan acariciar, ni adorables koalas, ni peluches
simpáticos, ¿no? Pues igual la cosa no es tan simple. Que sí, que parece cosa
de locos, pero lo habitual en estos días que nos tocan es lo segundo, pero con
cuernos. ¡Qué lástima! Pero resulta que una tarde, como sin quererlo, van y te
dan una corrida de toros, con toros. Grande prodigio sucedió en Madrid. Seis
toros seis, cómo decían antiguamente. Que no piensen tampoco que eran los
pupilos de Jaquetón, Diano o el toro Capitán; ni mucho menos. Que la gente no
ha salido toreando, como se decía que ocurría en aquellos días gloriosos del
toreo de antes, la frase más repetida era la de: “pues yo no me he aburrido”, “pues
que la tarde se me ha hecho corta”. Que no pidan que les diga cuánto ha durado
la corrida, que ni lo sé, ni me lo he planteado, porque no he mirado el reloj
ni para ver la hora de la pastilla.
Lo llaman desafío ganadero y no sé si al final lo suyo sería
decidir si han ganado los de la divisa azul y blanca o los de la divisa verde y
amarilla, aunque para definir lo ocurrido esta tarde, yo diría que en era un
desafío de los de las medias rosas contra los de capas negras y cárdenas. ¿El
resultado? Pues yo diría que 4 para estos últimos, cero para los primeros y dos
sin calificar por incomparecencia de uno de los contendientes, los de luces.
Sánchez Vara, Luis Bolívar y Thomas Dufau, que perdieron los papeles casi en
cuanto se rompió el paseíllo. Que avispados algunos que se arrancaron a
ovacionar a los comparecientes, quizá porque atisbaban que iba a ser la última
oportunidad que iban a tener en toda la tarde. La mayoría no estuvo tan
espabilada y así pasó, ni un palmas, palmitas, higos y castañitas. Bueno, a los
toros sí, pero nada más. Que vale, que así no te aprovecha el yintonis, ni las
pipas, ni el bocata de chicharrones, pero no todo va a ser diversión y
jolgorio, ¿no?
Sánchez Vara quizá esperaba que le saliera uno de aquellos
Saltillo que hacían jirones los capotes y ponían en franca huida a los
lidiadores, pero no, resulta que los ha habido que hasta metían la cabeza y
seguían los engaños, cuanto más por abajo, mejor. Eso sí, como les dejaras
tocarte las telas y se percataran de que allí nadie les mandaba, tomaban ellos
el mando. Su primero, de Saltillo metía la cabeza con cierta entrega, pero… Ya
estamos con los peros. Mantazos y más mantazos, mal picado, tapándole la
salida, el animal queriendo pelear, aunque solo fuera con el pitón izquierdo.
Le puso Sánchez Vara de lejos en el segundo encuentro, al que acudió no sin
tardear demasiad, que al final fue, pero dejando claro que no estaba por la labor.
Acto seguido, el matador se ofreció a parear y… que la voluntad solo no basta.
Se lo sacó en el comienzo del trasteo a los medios. El Saltillo acudía a la
muleta, pero se le permitió justamente lo que no se le debía permitir, trapazos
por alto tocando la tela, para acabar venciéndose por el derecho. Cambio a la
zurda, vuelta a la diestra, pero ya estaba hecho todo el mal, el toro se le
quedaba, cuando no se le echaba encima. Bueno, a ver si con el de los Maños
había más fortuna. Recibo con larga de rodillas, dejando al animal suelto por
el ruedo, queriendo este llegar al picador que hacía la puerta por dos veces. Mal
picado, con puñaladas muy traseras, a lo que el de los Maños respondía tirando
derrotes al peto. Tras una lidia nefasta, ya en el último tercio Sánchez Vara
tuvo la virtud de darle distancia, paralelo a las tablas más allá del tercio.
Inicio aseado por ambos pitones, para continuar con la derecha empalmando, que
no ligando, muletazos con el pico, sin rematar y sin quitarle la tela del
hocico, echándoselo para afuera. El animal no paraba de embestir y no
encontraba otra respuesta que un intento de toreo muy distante, sin quietud
alguna, sin parar de bailar, para culminar de bajonazo soltando la tela. Será
otro día en el que Sánchez Vara tenga más suerte y le salga un marrajo ilidiable
que no le descubra sus carencias y al que pueda responder con el único recurso
de estar ahí, pero cuanto un toro le exige toreo, ahí se le tuerce todo y no
sabe cómo salir del embrollo.
Para juzgar al segundo de la terna, Luis Bolívar, quizá
bastaría decir que no está, que es un cúmulo de desconfianza y excesivas
precauciones, quizá debido a esa falta de recursos que se hizo evidente hasta
para poder cuadrar a un toro para atacar el hoyo de las agujas. Su primero, de
Saltillo, también mostró cualidades de salida metiendo la cara en el capote y
yendo lejos, parándosele solo en el momento en que le marcó la salida antes de tiempo.
Distraído antes de probar el caballo, después recibió tres puyazos, a cada
encuentro un poquito más lejos. En la primera vara fue con la cara alta y
derribo al de aúpa. En la segunda se acercó unos pasitos, para después
arrancarse, aunque justo antes de llegar al peto parecía frenarse por un
instante, lo mismo en este que en el siguiente encuentro. Peleó con fijeza y
sin que le cerraran la salida en el peto, recibiendo una puñalada infame en la
segunda entrada. Comenzó Bolívar su trasteo pleno de desconfianza y con
demasiadas precauciones, ignorando las embestidas que le ofrecía el Saltillo, a
las que respondía con trallazos destemplados y no con el temple que precisaba y
que le hacía seguir la muleta. Sin encontrar la distancia, a pesar de que el
animal se lo cantaba, para acabar gazapeando, aunque si se le encontraba el
sitio, seguía queriéndola coger. Se cerró este segundo con una bronca, a
consecuencia de un mitin con la espada. El quinto, de los Maños, apenas fue mal
picado, yendo el caballo al toro y no al revés, el pica perdiendo el palo. Más
incisiones con la muleta, que si ahora voy con la derecha, que no, que vuelvo.
Echando al animal para afuera y sin saber por dónde meterle mano, soso hasta
cansar, pico, venga carreras, siempre descolocado, dejando claro que el
colombiano no está, ni tampoco tiene recursos ni para volver, ni para quedarse.
El tercero era el galo Thomas Dufau, que de salida se vio
desarmado ante las largas embestidas del primero de los Maños, al que apenas se
pico y que se picó de mala forma. El animal acudía a todo, en los medios en los
comienzos de la faena, en la que Dufau hacía lo que podía, abusando del pico,
teniendo que recolocarse a cada trapazo. Siempre fuera, mientras el toro no se
cansaba de entrar al engaño. Envites que se debían dominar con toreo y a los
que el espada solo respondió con ventajas y ya acortando las distancias, lo que
hizo que el toro se empezara a parar, para acabar marchándose sin que nadie le
toreara lo más mínimo. El que salió sexto, de Saltillo, hubo de ser devuelto
por manifiesta invalidad, que todo el mundo pudo ver de inmediato, sobre todo
después de cinco, seis, siete, yo qué sé cuántas caídas, pero que el señor del palco
solo atisbó en banderillas, en mitad de una magnífica capea, con un desorden
total, aunque sin paella ni calimocho, que es lo mínimo que se puede pedir en
una capea. Salió un sobrero del mismo hierro, un torazo que como otros cuantos
a lo largo de la tarde entraba de largo en las telas. Otra lidia nefasta, un
tercio de varas para mandar a Soto del Real al montado, quizá para calmar su
rencor después de haber medido el suelo con el lomo, si bien es verdad que el
Saltillo se salía suelto del encuentro. En el segundo tercio ya sí que parecía
que iba a asomar alguien ofreciendo paella y calimocho a los asistentes, pero
afortunadamente esto es más serio que eso, a pesar de los actuantes. Pasadas
para dejar un palo, capotes por el suelo, banderillas por el suelo y el toro
tan campante, entero y esperando a ver que se les ocurría a aquellos señores
que le andaban alrededor. Y salió Thomas Dufau, pero como si no hubiera salido.
Trapazo por aquí, te merodeo por allá, hago como que hago y a por la espada,
sin tan siquiera sonrojarse. Que no irá con él eso del sonrojo. Si no irá con
él, que igual hasta se atreve a pedirle a alguien una oportunidad para no sé
qué sitio y en qué fechas. Aunque si tuviera vergüenza torera, lo mismo subía
los trastos a Wallapop, a ver si alguien les da mejor uso. El traje no, que
como recuerdo siempre es bonito mostrarlo a las visitas. Pero lo que nadie nos
puede quitar es que después de… ni se sabe, hemos podido disfrutar de una tarde
de toros en Madrid.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
1 comentario:
Enrique básicamente estoy de acuerdo en lo que has dicho de los matadores. Sánchez Vara haciendo lo que sabe hacer pero sin que recuerde un solo muletazo de enjundia en toda la tarde. El primero no terminaba de pasar e iba dando pequeños tornillazos, pero tampoco desarrolló el sentido de Cazarrata ni mucho menos tenía esa malicia. Creo que pudo haber hecho las cosas algo mejor aunque el toro no estaba para grandes estridencias. El cuarto era toro de una oreja que no supo aprovechar el diestro alcarreño.
Como bien has dicho, Bolívar no está. Supo lucir al segundo de la tarde en el caballo, pero muy por debajo de él con la muleta. Era un toro al que había que poderle pero que tampoco hizo ningún extraño como para ponerse a desconfiar de tal manera, sobre todo con la izquierda. Para mí toro de una oreja que se llevó al matadero. El quinto no me dijo nada y mucho menos Bolívar.
Duffau tuvo toro para salir por la puerta grande, metía la cabeza que daba gusto y no le puso en aprietos en ningún momento pese a los huecos que dejaba el francés y ese toreo de pierna retrasada que exhibió toda la tarde. La masacre en varas al sobrero mostraba su incapacidad para comparecer ante el público venteño, cosa que pudimos corroborar con la muleta. Cuatro varas que no venían a cuento, sin más explicación que el miedo del diestro y su cuadrilla al saltillo.
En cuanto al ganado, me ha faltado algo de motor en los saltillos y algo de picante. De Los Maños decir que su comportamiento se ha “ajandillado”. A tenor de lo visto en el ruedo perfectamente podían haberse lidiado en San Isidro para la terna Morante, Ortega y Aguado. ¿Será que eso es lo persiguen los mandamases de los encastes minoritarios?
Un abrazo
J.Carlos
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