miércoles, 15 de mayo de 2024

De verdad, ¿quieren ser toreros o solo figuritas?

Es posible que los novilleros aspirantes a matadores de toros hayan errado al elegir el lugar de aprendizaje y... Y así nos va


Cuando se va a una novillada, lo mínimo que el aficionado espera es que los actuantes den muestras de querer ser en esto del toro, de tener una afición a prueba de barrabases, de querer ser la reencarnación de Joselito o Belmonte, de que les salga el toro soñado y soñar el toreo, de pasar lo que haya que pasar para cumplir esa ilusión, ser matador de toros y por supuesto, de hacerse ricos. Pero las cosas han cambiado mucho, ahora estamos, desde tiempo, en una esfera que dista mucho de lo que siempre fue. Ahora los novilleros son el cliente y aplican a rajatabla eso de que el cliente siempre tiene razón. Ello, o los papás, ponen la pasta, pues ellos exigen y además se creen con derecho a exigir a todo el mundo, empezando por el que paga por ir a una plaza. Estos tienen la obligación de aguantarles sus perras, sus caprichos de niñato consentido y cuidadito con no entrar por ese aro. Si ya hasta se permiten elegir ganaderías como si llevaran veinte años de alternativa y hubiesen rendido mil plazas a sus pies, la fiesta entera entregada a su ser. Que de acuerdo que están empezando, que hay que tener paciencia con ellos, faltaría más; pero si son ellos mismos los que se niegan a si mismos su condición de noveles y transitan como figurones, pues tratémoslos como desean, aunque igual tampoco les viene bien.

Novillada de Montealto bien presentada en líneas generales pero que ha dejado bastante que desear, también gracias a la inexistencia de ningún sentido de la lidia por parte de la terna que se presentaba en Madrid, que se limitaba a dar manazos de recibo o hacer quites sin contar con las condiciones de los novillos, que no eran capaces ni de sujetar a los animales de salida. Que insisto en que están empezando en esto, pero no estamos hablando de un encierro complicado, estamos hablando de aplicar unos fundamentos básicos para poder vestirse de luces y además llegar a un San Isidro. Mal la novillada en el caballo, donde se les ha picado poco y mal, en mitad del lomo y más allá, puyazos traseros, cuando no casi en la paletilla, tapándoles la salida. Los de Montealto echando la cara arriba y peleando cuando buscaban la salida o cuando n notaban el palo. Y llegamos al último tercio, donde iban y venían y algunos ofreciendo los trofeos en bandeja, pero… Ahí está el pero, los peros que vestían de luces.

Diego Bastos mostró toda la tarde un largo repertorio de toreo soso, aburrido y desganado. Con el capote inoperante y con la muleta algo parecido. Lo de todos, pico, lejanías, enganchones y en ocasiones dando el pase al aire, el trapo por aquí y el toro por dónde quisiera, que tampoco parecía será lago que le incomodara al diestro. Desarmes, dejándosela tocar, pero sin desistir ni por un momento de agotar el bono muletazos que pareció haber comprado en la puerta de la plaza. ¿me da un bono de 200 trapazos? Pero había oferta y si se llevaba 300, le regalaban un tutorial para tirar la montera y que esta siempre cayera boca abajo.

Nek Romero, del que se dice que está a las puertas de la alternativa, aunque no lo parecía, comenzó queriendo demostrar su valor y dominio de las telas con un recibo a la verónica por abajo, pero si ahí empezamos echando la pierna atrás, la estética se nos desmorona. El primero un toro que anunciaba fiasco en los dos primeros tercios, fue ver la muleta y venga a embestir, especialmente por el pitón derecho, a lo que el espada respondía con unos muletazos fríos, muy mecánico, uno, dos, tres, los que fueran, solo dándose vueltas y más vueltas, para acabar embarullándose. De nuevo quiso lucirse en el recibo de capote, esta vez de rodillas, pero tuvo que desistir de inmediato. Un novillo que en banderillas, con los toriles al fondo iba como un tren, pero que al revés… Quiso calentar al personal en el inicio del trasteo con eso que tanto gusta al público y que el aficionado no entiende la necesidad, las culerinas, banderazos, para proseguir con ese dar pases como un robot, que por otra parte eran enganchones con demasiada frecuencia. Naturales largando tela sin más, prosiguiendo con esos automatismos tan fríos como aburridos. Que Romero quería levantar los ánimos y recurrió a recursos que igual en otras plazas que ha frecuentado surten su efecto, pero esta tarde en estos lares, pues no.

Cerraba el cartel Samuel Navalón, que encandiló a los más afines con verónicas echando la pierna atrás siempre. Inicio de la faena de muleta de rodillas, desacompasado y vulgar, teniendo que renunciar a tal empresa tras el segundo trapazo, para proseguir dándolos ya de pie. Pico, enganchones sin reposo, precipitado, apelotonando pases, retrasando la pierna de salida, muy fuera, muy vulgar, demasiado ventajista y unas bernadinas de aquella manera, sin ser bernadinas, que ya se sabe que eso a muchos les llega al corazón. Y tal compendio de incapacidad y trampas solo podía culminar de un solemne bajonazo. Los partidarios pidieron la oreja y a los que ni les iba, ni les venía y solo quería ver toreo, pues protestaron, pitaron, palmas de tango, que se intensificaron cuando el caballero decidió darse una vuelta al ruedo por su cara bonita. Buena manera de querer conquistar la plaza de Madrid. Pero ese “malogrado” triunfo quedó en nada en el sexto, al que recibió a portagayola, sin saber después tener la picardía de salirse de aquellos terrenos, quedándose allí como un pasmarote soltando mantazo tras mantazo. Después del caos en banderillas allí que se fue con la pañosa para instrumentar unos banderazos de inicio, que serían la envidia de cualquier guardiamarina mandando señales a Elcano. La faena transcurrió en un continuo abuso del pico, carreras, trapazos, para acabar metido entre los cuernos del Montealto. Eso sí, cuando un torero se pega estos arrimones pueblerinos, siempre se escuchan las palmas que rompen el silencio por parte de un afisionao, afisionao, que sabe lo que es eso del arrimón torero. Manoletinas sin el palo, que tiró lejos de sí al suelo, quizá porque se preguntaba que para qué quería él espadas ni espados. Un pinchazo, otro, otro… y una entera traserísima. No quería descabellar y luego se vio por qué, porque lo del verduguillo no lo debía haber practicado suficiente, lo que es muy lógico, ese día de clase se fue a aprender a darse vueltas al ruedo en mitad de las protestas del que paga. ¡Ah, no! Que los que pagan son ellos y eso les da derecho a exigir que se les idolatre allá donde vayan. Dos avisos y a punto de caer el tercero quizá le bajaron un poco la soberbia a un joven que debería preocuparse de muchas otras cosas antes que de alimentar la soberbia, la falta de afición y la falta de recursos y capacidades para presentarse en Madrid en la feria de su santo patrón. Y la duda que se me plantea es si estos que aún son novilleros, si de verdad, ¿quieren ser toreros o solo figuritas?

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente crónica