El homenaje a Joselito no fue más allá del minuto de silencio al finalizar el paseíllo. Habría estado bien que se derramaran unas gotitas de toreo |
Tarde de postín, de pitiminí, de pasiones encendidas, para el
que se quiera dejar llevar por esas pasiones, aunque ya les digo que esto no es
apto para todo el mundo, que hay que cumplir una serie de requisitos que si no
los sigues al pie de la letra, no hay manera. Que si pretenden apasionarse, no
se salten ningún paso, porque si no, nanay. Primero hay que tragar con que todo
es arte, pero arte del de verdad, del sublime, porque como empecemos a no
tragar por ahí, ya vamos mal. También hay que admitir que unos novillotes
adelantados se tomen como toros, como fieras devoradoras de ilusiones de todo
aquel que viste de luces. Además hay que admitir sin reservas que el
pegapasismo es la sublimación del toreo y por si fuera poco, que un señor que
trapacea como pocos y que si acaso pone posturas galanas y camina como pisando
cebollas, así despacito, para que no se desprenda esa profunda fragancia que
hace que se salten las lágrimas de la emoción. Acompañado de un caballero que
rebosa arte hasta yendo a comprar el pan, capaz de mover unas telas que podrían
cubrir la Explanada de Alicante y convertirla en un pasaje del terror. Y un
joven al que hay que buscarle cualidades hasta debajo de las zapatillas y si no
se encuentran, se inventan. Y así sí, así sí que se me pueden apasionar llenos
de apasionamiento. Eso sí, si todo esto lo aderezan con unos buenos chorros de
alcoholazo, les queda una tarde que para mí la quisiera yo. Y si no lo hacen,
allá ustedes, será porque no les dé la gana o simplemente por a ustedes les
apasionan cosas mucho más simples, un toro, una tanda de naturales dados de
verdad o una lidia bien llevada, con cabeza y con honestidad para el animal en
primer lugar y por supuesto, para usted que lo está viendo y ha pagado por
ello.
O sea, que todo lo contrario de lo sucedido con la de
Victoriano del Río y el aperitivo de Toros de Cortes. Que la verdad es que se
han comportado mucho mejor de lo que esperábamos algunos. Que ustedes me dirán
que qué poquito esperaba y tienen razón. Unos novillotes cornalones y un sexto
rescatado del Rocío. Al primero del festejo Sebastián Castella le dio mil
capotazos y aún así, no se hacía con él. No pasó de dejarse en el caballo y en
el último tercio se limitaba a ir sin más ante el pico del maestro, intentando
llegar a esa tela que se movía como el rayo en manos de Castella, que después
de aburrirse de pegar tirones, se metió entre los cuernos, ya saben, esa
heroicidad que tanto cala entre ciertos espectadores, el entusiástico arrimón
de plaza de talanqueras. Su segundo, el que hacía cuarto, quizá con kilos de
más, fue recibido con variados latigazos capoteros. De inmediato el animal se
fue a refugiarse en tablas, anunciando algo poco provechoso. Pero después de un
mantazo de Castella se fue casi de punta a punta de la plaza, suelto, al
caballo, bien cogido por Bernal a pesar de la distancia, la velocidad y no haber
sido colocado. Peleó con un pitón nada más y después solo se dejó. Pero acudía
como un rayo a los engaños, en busca del peto y a los banderilleros. Pronto y
codicioso, parecía haberse olvidado de que en las tablas encontraría amparo.
Tiraba para los medios con verdadera ansia. Veía algo moverse y para allá que
se iba. Quizá pedía terrenos abiertos y cierta distancia, pero Castella decidió
que este no le iba a incomodar ni un poquito y no pasó de las rayas del tercio,
ni le dio esa distancia que pedía. Quizá se le encogió el ánimo después del
recibo pasándoselo por la retaguardia y con banderazos por delante con la
diestra. Y allí, esos terrenos, trapazos con el pico, sin permitirle ni atisbar
los medios, dándole aire con el trapo, sin correrle la mano y el de Victoriano
sigue que sigue. Pico, enganchones y ahogándole decididamente la embestida,
hasta que logró frenar la codicia del animal. Y como lo de torear no entraba en
sus planes, el galo decidió tirar de repertorio populachero, a ver si así se le
animaba el sector festivalero y optimista que ocupaba los tendidos. Hasta que
aburrió al toro, que acabó hasta escarbando y recordando su querencia a tablas.
Muy poca generosidad por parte del espada con el toro y con el público, que se
quedó sin ver a este cuarto en toda su dimensión. Eso sí, luego te cuentan que
quieren un toro que se mueva, colaborador y yo qué sé cuántas cosas más. Pues
ya ven.
Manzanares cumplía su primera aparición esta feria y aparte
de mover los telones ya citados, con todas las ventajas posibles, poco más. Que
le jalearon, sí, pero es que habrían jaleado hasta al Pato Donald si se pone a
torear con una fregona. Su primero se le puso pegajosito de salida, que casi se
lo lleva por delante. En el caballo empujó de esa manera como el mal empleado
que hace que trabaja cuando mira el jefe, pero luego… La pañosa la manejó de
aquella manera, de la forma habitual en este torero, trapazos en línea sin
bajar la mano, sin parar quieto, enganchones y venga a buscar el sitio para
recolocarse constantemente. Que con esa muleta tan amplia, por momentos llevaba
un pitón fuera y el otro en el extremo más lejano de la tela. Que un poquito más
y lo saca de la plaza. Esperó recibiendo a su oponente, para dejar casi una
media. En su segundo un toro escurrido que ya de salida se fue al cuatro, cerca
de toriles, a ver qué se cocía allí, para verlo con perspectiva, con
perspectiva de manso. Demasiados capotazos y dos varas en el sitio a cargo de
Paco María, rara avis en esta época. El toro pasó desapercibido en el peto,
derrotando cuando ya no sentía el palo en el morrillo. Muletazos por abajo para
comenzar el trasteo, cortándole el viaje y de nuevo una sinfonía con el pico y
acompañamiento de carreritas, demasiado acelerado y más dando aire que toreando;
bueno, lo de toreando es un decir, pero bueno, ya me entienden, que daba pases,
sin conseguir mandar en ninguno de ellos. Eso sí, el toro seguía embistiendo a
lo que se le pusiera por delante, hasta que dobló.
Y en estas que llegó Tomás Rufo, uno de esos toreros que
muchos tienen en su corazoncito de aficionado, pero ya les digo, es que los hay
muy generosos. A su primero apenas se le picó, quizá le pudieron echar una
regañina nada más. Y todo voluntad llegó el matador y le recibió de rodillas en
el tercio. Ya se pueden imaginar lo que esto altera al personal, trapazos de
aquella manera, el toro de hinojos en la arena y para rematar un desarme, que
por supuesto se aplaudió, faltaría más. Ya en pie, además del pico, Rufo citaba
dándole el culo, con perdón, y quitándole el engaño a mitad de pase. Un cambio
de manos y atravesar en exceso la muleta con la zocata, resultó cogido de mala
manera, aunque afortunadamente pudo continuar en el ruedo. Prosiguió por el
pitón izquierdo largando tela, para continuar ya metido entre los cuernos,
pegando tirones y quitándole la muleta en lugar de rematar el pase. Faena muy vulgar,
pero si eso lo haces acompañado de tanto paisanaje y tanto apasionado de
apasionarse, aunque mates de media caída con derrame, pues te piden la oreja y
no hay más que hablar. El sexto del encierro era el más grandón y ahí lo dejo,
no quiero deci9r que fuera el de más trapío, no, solo digo que era el más
grandón, no confundamos. Y el de más kilos. Que notó el palo y escapó como alma
que lleva el diablo y en el segundo encuentro parecía querer llegar a la luna
con la cara por las nubes. Eso sí, era no sentir el palo y se crecía el muy…
Telonazos de recibo en el último tercio por parte de Rufo, para intentar
continuar su concierto de toreo con el pico y arrebatándole la muleta en lugar
de rematar, tirones, el toro por los suelos y ya quedándose poco a poco, muy
fuera siempre y alardeando de falta de gusto, poniéndose pesado y tras pinchar,
un imperial bajonazo. Que ya les digo que los optimistas, los amantes del
pegapasismo salían encantados, porque además habían visto un despojo, pero ya
les digo que a nada que uno se para a pensar en lo sucedido entre novillotes,
un figura, un artista figurón y un aspirante a figura de su urbanización, esto no
hay por dónde cogerlo.
PD.: Al final la empresa, o quién lo considerara, permitió homenajear a José Gómez Ortega, "Joselito" en el 104 aniversario de la tragedia de Talavera.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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