¡Viva todo! Menos la vulgaridad. Por favor |
Que levante la mano el que no ha disfrutado en gordo con lo
de Talavante y Roca Rey y si alguien se atreve, que me diga que lo de este
último no ha sido un monmento al arte. ¿Argumentos? No hacen falta, había mucha
gente enloquecida y eso ya es suficiente. Igual que en su día las masas se
rindieron al arte de María Jesús y su acordeón, elevando a los altares de la
música los Pajaritos, o cuando Georgie Dan enalteció con su poesía el arte de
Erato con “La Barbacoa, la barbaquiu”. Son tantos los logros artísticos
aclamados por las masas: El Platanito en el toreo, Los Serrano en la tragedia,
Belén Estaban en la oratoria, Bisbal en la danza. En fin, son numeroso los caso
de genios que el público aclamó. Pues ahora es el momento de Roca Rey, la
genialidad que aúna el desparpajo del Platanito, los malabares de Santiago, el
de los Serrano con el cuchillo jamonero, los giros y giros de Bisbal y lo
incomprensible de su toreo, como lo son las letras de Georgie Dan dichas por su
autor. ¡Venga, venga! Y díganme que no.
Les he dejado sin palabras, ¿no? L-o
s-a-b-í-a.
Si serán buenos los animales de Núñez del Cuvillo, que con
cuatro que pasen el reconocimiento, ya lo peta. Así feuchos y todos, justitos
de presentación, imposibles de picar a riesgo de que se desmoronen sobre la
arena, sin que nadie les dedique unos segundos para su lidia, luego siguen la
muletita con un garbo y un salero, que dan ganas de adoptarlos como mascotas.
¿No creen que tendrían futuro? También salieron dos del Conde de Mayalde, que
no desentonaron en este ambiente festivo y exaltación patria de la Tauromaquia
2.0.
Encabezaba el cartel Sebastián Castella, el magno triunfador
de la feria del año anterior, gracias a aquella retahíla de trapazos al manso
de Alcurrucén que fue premiado como mejor toro del serial. Recibió a pies
juntos a un Cuvillito bien mono y recogidito, feo y sin trapío, como la mad...
Un engendro entre chiva y toro, con más tipo de la familia de mamá, que de la
de papá. El matador deambulaba por allí, como si dejara pasar el tiempo hasta
el último tercio. Una faena larga, tediosa, que se puede resumir en trapazos
fuera de cacho, mucho pico y echando el toro para afuera. No fue muy diferente
lo de su segundo, uno más grandón y gordito del Conde de Mayalde al que le
largaba tela y más tela, como para ponerle cortinas a la valla del retiro. Se
dolió mucho el animal en banderillas, para después tomar bien la muleta que el
francés manejaba a base de trallazos, intercalando carreras y más carreras para
recolocarse, lo mismo por uno que por otro pitón, dando la sensación de ser la
misma faena ya vista mil veces y siempre repetida o quizá es que es una única
faena que empezó hace años y que todavía no ha pensado en darle fin. Habrá que
investigar.
Muchos son los que piensan que Talavante sabe torear y
muchos más los que pensamos que en su día, hasta lo supo hacer, en este momento
les confieso que no sé por dónde tirar con este torero. Inoperante con el
capote en su primero, inválido para más señas, al que no se le pudo ni picar,
casi como a toda la corrida. Aburrido trasteo en el que el toro iba y venía y
de vez en cuando se estrellaba contra el suelo. Su segundo, el que hizo quinto,
desarrolló mayor peligro, complicado y peligroso en los dos primeros tercios,
arroyando incluso al peonaje y doliéndose una barbaridad en banderillas. Un
arreón nada más comenzar y un desarme. Le pasó por abajo y el toro ya acusaba
un molesto calamocheo. La faena transcurría por unos cauces anodinos, con el
espada tirando de pico y recolocándose a cada muletazo, sin ser capaz de
imponer su mando. Más desarmes, se dejaba tropezar la muleta y en una tanda de
trallazos y banderazo final, el público se entusiasmo. Un a ver qué pasa, mucho
enganchón y en medio de la locura, de esa emoción que provoca el peligro, que
se acrecienta cuando el torero de turno no sabe por dónde se anda, y tras una
estocada, se le pusieron a pedir la oreja. No me pidan que lo explique, porque
no seré capaz. En lugar de censurar esa falta de recursos para lidiar a este
ejemplar y poder con él toreramente, el público se entrega y se premia el “que
sea lo que Dios quiera”. De verdad que yo no entiendo esta compasión y quizá
solidaridad que provocan las carencias ajenas.
Confirmaba la alternativa Andrés Roca Rey, al que se
esperaba como el nuevo niño prodigio de la tauromaquia mundial, el salvador, el
revitalizador del toreo y o era así la cosa o se hacía que lo fuera. A su flojo
primero ya le empezó a abanicar con los engaños, sin tan siquiera fijarle, lo
mismo te daba un parraflús, que un charraflás. ¿Con qué criterio? Porque yo lo
valgo. ¿Que con un toro con gota y media de casta igual cambia la canción? Es
posible, pero creo que eso igual no lo veremos nunca. A este le han subido en
el carro de la comodidad y como va a ser rentable para muchos, de ahí no lo
baja ya nadie. Eso sí, no me pidan que les cuente como lidió a este primero, ni
al sexto, simplemente no lo hizo. Se coloca allá dónde le parece y a esperar.
De la misma forma que no sé si es un torero que torea por delante o por detrás.
Eso tampoco me quedó demasiado claro. Y ahora piensen en todos los vicios del
toreo moderno. ¿Ya los tienen? Pues ese es Roca Rey. Mucho dar aire al toro,
mucho telas al viento y nada de toreo de verdad. ¿Por qué? Muy sencillo, con
este no se entusiasma ni él mismo y con el otro la gente suele perder el
sentido. Faena eterna, eterna, eterna, así, tres eternidades juntas. Bajonazo y
andando.
En el sexto la gente venía ya cuesta abajo de la orejita de
Talavante y a poco que dejara el peruano volar dos ves los engaños, la cosa
estaba hecha. Lo de picar al toro es una forma de hablar y lo de lidiar una
utopía. Estatuarios teloneros de inicio, por detrás, por delante, le tropieza
la multa, derechazos con el pico, enganchones, citando desde fuera, aperreado
con la mano izquierda, achuchones del toro, pero la plaza ya llevaba un rato
jaleando la vulgaridad como si fuera pura ambrosía. Que si al muchacho le da
por ligar tres naturales de verdad, allí mismo le ponen una calle al chaval.
Que igual le dio uno o dos muletazos despaciosos, más porque el del conde ya no
podía más, que porque pusiera en práctica eso del parar, templar y... En los tendidos se desató la histeria echando
vivas a todo, y este dando más banderazos que en el Palio. La de guardiamarinas
que se habrán jubilado sin pegar ni la mitad de banderazos que Roca Rey. Entera
topando con el testuz, dos orejas y el desparrame. Y uno no sabía si estaba en
un manicomio, en una cámara oculta, en la feria de Zafra o en el Real
deleitándose con el concierto número uno en si bemol de María Jesús y su
acordeón, Pajaritos por aquí, pajaritos por allá, pajaritos a volarrr.
5 comentarios:
Resumiendo… a Castella le he visto mal, muy mal. Sin colocación, bastante despegado y, lo peor, apático y falto de ambición. Es lo que tiene tener cuatro tardes firmadas de antemano.
Talavante en su primero estuvo apático y a la deriva. Su segundo y quinto de la tarde me pareció un toro interesante. Creo que fue el único toro de la tarde que no nos hizo quitar la vista de lo que estaba sucediendo en el ruedo ni hablar de “Belén Esteban” (jeje) con el vecino. Mi opinión es que Talavante no pudo con el jabonero, además de los desarmes que tú mencionas, no supo cómo meterle mano. No fue capaz de ver que, cuando era bien llevado, metía la cara con calidad. Tan sólo fue capaz de ver al final de la faena que era un toro que especialmente pedía distancia, la estuvo pidiendo desde el principio de la lidia y, cuando se la concedió, es cuando fue capaz de hacer lo mejor de la tarde y, dicho sea de paso, aguantando el tipo. Es decir, estuvo “en novillero”. Si eso lo hace Roca Rey, hasta incluso entiendo que le den la oreja pero en el caso de una figura del toreo se le debe exigir más. No sólo se trata de aguantar el tipo, sino de percatarse de las condiciones del toro y, por supuesto, de poderle. Es lo que tiene deambular por la plaza sin fijarse en el toro, es lo que tiene picar trasero a un toro que cabecea en exceso, entre otras cosas.
Roca Rey en su línea, torero tremendista que presiento va a visitar muchas veces la enfermería. Echo en falta más pureza en su toreo y menos “adornos varios” que no aportan nada a la lidia. Eso, que se lo he visto hacer de novillero (como debe ser), debe ir dejando paso a una tauromaquia más pura y reposada. Disposición la tiene, sólo falta que la encauce de forma adecuada. Dos orejas en el sexto es premio exagerado, una hubiera sido lo justo. Cosas peores hemos visto en la plaza...
En cuanto al ganado, salvo de la quema al interesante quinto, él único que ha mantenido el interés por lo que estaba pasando abajo.
Un abrazo
J.Carlos
J. Carlos:
Yo a Castella lo vi casi como siempre, no me sorprendió demasiado, es lo que sabe hacer. Talavante sí que me sorprendió, que con lo placeado que está y se le supone ande aperreado con un toro complicado, pero mucho más por la no lidia. Y que como único recurso plantee el ponerse ahí, sin pensar en usar los trastos debidamente.
Lo de Roca Rey a mí me pareció esperpéntico, ni me llega a tremendista, porque con este tipo de animal es muy fácil ponerse gallito. Y no sé si irá mucho a la enfermería, precisamente por eso, por el toro. La sensación que me da es que no tiene el toreo en la cabeza, que tiene el show. Te reirás de mí, pero no sé el motivo, pero se me vino a la cabeza el Platanito y algún otro que cuando se fue no dejó huella, ni mucho menos discípulos, pero esto ya es un alarde estrambótico de toreo ficción.
Un abrazo
La falta de casta,fuerzas de toros dóciles permiten faenas mecánicas,repetitivas,monocordes carentes de hondura,arte y naturalidad.Hoy se premia con largueza lo esperpéntico y nada menos que en Madrid.Lamentable.
T.Green.B.
T.Green.B:
Perfectamente resumido en dos líneas. No sé si al público le interesa más lo que paa en el ruedo o lo que luego pueden contar.
Un saludo
Se cuenta que Roca Rey un día hizo una verónica
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