Muchos pases y poco toreo |
Última de las novilladas de la feria de este año, con un
paupérrimo resultado en cuanto a los aspirantes a matadores de toros. Se supone
que este es el futuro más inminente, se supone que son matadores de novillos ya
cuajados, para los que actuar en un San Isidro es el último impulso que les
lleve a la alternativa; los hay incluso que en pocas fechas recibirán el
doctorado en tauromaquia. Pero y ahora, ¿qué? ¿Con qué se queda el aficionado
de Madrid? Pues viendo a los nueve chavales que han estado en el ciclo y viendo
sus evoluciones en el ruede madrileño, no es de extrañar que se pregunten sobre
lo que ocurre en las escuelas de tauromaquia, qué les cuentan sus maestros. Con
toda la razón pensarán “a saber lo que les enseñan”. Ya nos gustaría saberlo,
ya lo creo. De momento, lo que parece evidente es que no les enseñan a ser
matadores de toros, si acaso, todo lo más a ser profesionales, a ganar dinero y
a hacer de esto un medio de vida, pero, no lo olvidemos, siempre que haya alguien
detrás que dé el conveniente soporte económico. O sea, que por las mismas, da igual
lo que les puedan contar a los chavales en esas escuelas taurinas, porque al
final, lo que cuenta, la que manda, es la pasta. Así están las cosas
Con ganado de Fuente Ymbro, venían los chavales a hacer sus
sueños realidad, pero… La novillada fea, con una presentación desigual y hasta
con cierta comodidad de cabeza. Ausentes en el caballo, en el que solo el
quinto apretó algo cuándo le tapaban la salida, aunque no solo es cuestión de
no haber sido castigados, sino que tampoco hicieron amago de pelear bajo el
peto, dando quizá demasiados síntomas de mansedumbre. Sí es verdad que los tres
primeros eran de dulce para la muleta, pero ya saben, el toro moderno, el que
no quiere nada con nadie, pero que acude yendo y viniendo a la pañosa.
Escapaban a tablas o incluso a terrenos de toriles, pero en la muleta se
animaban. Eso sí, los tres últimos, ni eso.
En cuanto a los novilleros, pues poco que decir. Cada uno a
su manera son un calco de todos los demás y un boceto de copia de los que
mandan en el escalafón superior. Juanito, el primero de la terna, intentó
mostrar variedad con el capote en un galleo para poner el toro en suerte, lo
cuál está muy bien, a pesar de los resultados, pero por el contrario, sus
habilidades lidiadoras quedaron en un muy deficiente. Vulgar con la muleta,
empezó dando distancia a su primero, sin poder con él, intentando acortar más
las distancias, a ver si así sí, pero no había manera, el novillo se le comía,
se le revolvía y no el luso quedaba a la deriva, pero sin renunciar a ponerse
muy pesado. En el cuarto tiró de muletazos por detrás y por delante y ahí acabó
todo, quedándose al descubierto, con peligro de ser levantado del suelo. Mucho
trapazo, mucho pico y nada de nada y para rematar, bernadinas. Este era el
primer ejemplo de lo que los chavales aprenden en las escuelas, nada de nada,
pero el show que no falte.
El segundo Antonio Grande, se presentaba en Madrid, torero
salmantino, y los de la tierra esperando y deseando volver a tener un torero,
pero tendremos que perseverar en la espera. Capotazos rectificando y hasta
respondiendo a un quite de Diego San Román, por chicuelinas, exageradamente
despatarrado, apartándose y dándole muy poca tela al novillo. Parecía estar
queriendo demostrar permanentemente que su decisión era infinita, que no digo
yo que no, pero aparte de ganas, un poquito de toreo, ¿no? Quiso recibir a su
primero con un afarolado de rodillas, con mucho viento, pero el resultado fue
que el Fuente Ymbro le sobrevoló, la muleta salió por un lado y él por otro. De
pie, retorcido, solo ofrecía el pico de la muleta a un animal que iba y venía
como un tren, mientras que Grande solo se apartaba. La pierna de salida muy
retrasada, abuso del pico, muy vulgar, soltando muletazos como un papagayo
soltaría la misa en latín, sin saber lo que dice, ni o que hace. En el quinto
fue más de lo mismo, soltando pases allí dónde pillara, que la cuestión no era
torear, sino dar pases, muchos pases, quizá para ver si se sentía a gusto, que
es otra de las asignaturas que les deben enseñar en las escuelas, el
“agustismo”. Cites desde muy fuera, pico, enganchones, para concluir muy encima
y con trapazos de uno en uno. Y cuándo ya parecía que todo había pasado, manoletinas.
El respetable protestaba, pero a él le daba igual, él había ido a dar
manoletinas y las iba a dar. Quizá estaría bien que se matriculara de nuevo en
la escuela y que atendiera más a sus maestros.
Volvía el mexicano Diego San Román, quién tampoco evidenciaba
ningún progreso en esto del toreo. Sin jugar los brazos a la verónica, ni
eficacia en la lidia, dejando que su primero fuera literalmente a su aire. Sin
pausa, sin sentido, el novilla iba por el ruedo a su antojo. Se plantó en los
medios con la muleta en la izquierda, para, en lugar de recogerlo y meterlo en
el engaño, darle un soberano latigazo para que se fuera suelto a la puerta de
toriles. Incapaz, por el pitón derecho quedó al descubierto y acabó enganchado
por el de Fuente Ymbro. Este pedía mano y solo le ofrecían mantazos. Se
complicó y solo aguantaba el primero, para después salir escapando de la muleta
buscando su querencia. Espadazo entero en mitad del lomo, tirando la muleta
allá a lo lejos. Y ya con el toro herido, aún le dio la oportunidad de pegarle
otro susto. El sexto salió haciendo poquito caso a los capotes, corretón y
buscando la salida. Con la muleta le quiso recibir de rodillas, se le iba, pero
no desistía en su intento de seguir de rodillas, allá dónde fuera. Más trapazos
ya de pie, se lo saca a los medios para ahogarle, se echa la muleta a la
izquierda y de nuevo le coge el novillo, llevándole como diez metros, por el
aire, sin dejarle caer, de pitón a pitón. Siguió sin darle ningún sentido al
trasteo, para inmediatamente liarse en un arrimón innecesario, para concluir
con el toro aculado en tablas. Y aparte de las manoletinas, una entera caída,
mandando la muleta a que echara a volar. El aficionado se marchaba de la plaza
decepcionado con lo sucedido con los novilleros en los tres festejos menores,
preguntándose que iba a ser del futuro de esto, de las escuelas y rumiando eso
de a saber lo que les enseñan
Enlace programa Tendido de Sol del 2 de junio de 2019:
4 comentarios:
Para ser torero se necesita algo mas que aptitudes ese algo se llama vocacion algo innato en el torero
Enhorabuena por sus entradas, Enrique. Con Casas y sus amigos enterradores de la fiesta brava, Madrid se prepara ser consagrada "Meca de la fiesta circo".
Cada dia màs puntillan a la corrida: de combate con toros fieros la corrida ha venido hoy un pobre espectaculo sin sabor, moderno,si, pero fastidioso, grano que hay que moler para los animalistas vegetalianos
Ramón:
La afición es primordial, pero al menos algo de conocimiento, que nunca será suficiente.
Un saludo
Pedrito:
Pues si esto se desvirtúa tanto, no sé si podrá ser soportable.
Un abrazo
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