El toreo de frente puede ser hermoso, pero no siempre, no si es a tirones |
Dicen que después de la tempestad viene la calma y así
parecía la plaza de Madrid en la tarde de los de Alcurrucén. Con la que montaron los señores entusiastas del
torerismo la tarde anterior y al día siguiente ya no quedaba ni uno, no
coincidía ni una cara de un día para otro. Es lo que pasa, llegan hoy, te ponen
las peras al cuarto, te ajustan las cuentas porque ellos deciden como tiene que
ser la plaza de Madrid, te dan la lección de aficionado y al día siguiente, si te
he visto no me acuerdo. No se quedan ni a explicarlo con mayor detenimiento,
por eso de afianzar conceptos. ¿Dónde estáis aficionaos? ¿Dónde estáis amantes
de Baco? ¿Hay alguien ahí? ¿Oigaaaa? Nada, que no están. Pero los que sí que
estaban eran los protestones/ reventadores/ frustrados/ culpables con las manos
manchadas de sangre/ indeseables/ … Bueno, todos no, que hubo uno al que le
cambiaron el turno y tuvo que trabajar, en la misma plaza, pero eso no cuenta.
A los de Alcurrucén se les puede decir que venían
presentados como para un carnaval del ganado o una parada de los horrores, cómo
prefieran. Mansos que los del turno de hoy hasta han aplaudido en el arrastre. Ya
ven, no todo van a ser broncas. Eso sí, cuándo había alguna protesta, en lugar
de mandar callar y acordarse de la parentela de los protestones/ reventadores/
frustrados/ culpables con las manos manchadas de sangre/ indeseables/ … solo
miraban para arriba como pajarillos abriendo el pico en el nido, pero de ahí no
pasaban. Igual es que no había ningún seguidor de algún torero que tuviera que
hacerse notar, por aquello de ganar puntos de cara al maestro. Eso sí, en un
momento en que se olían que uno era manso de libro, casi empezaban a
protestarlo, pero al final acabó entrando en los capotes y la cosa quedó solo
en susto. Si es que no echan cuentas de lo que va saliendo, mansos, pero que
iban y venían a la muleta, que al final es lo que cuenta. O quizá a estos sí
que hay tenerles en cuenta el que no se les haya picado nada. A los grises no,
pero a estos sí. No hubo manera de picarlos y en el peto el que no cabeceaba se
dormía y se marchaba suelto, iban casi desde debajo del peto, al relance o
cuándo les venía bien.
De los matadores poco se puede decir y menos sin ofender a
los espíritus puros y respetuosos con los toreros, que ya se sabe, todos están
bien y todos los días. Que esto me recuerda a un señor entrevistador de la tele
oficial, que en lugar de decir que va a recoger las opiniones de los toreros
después de su toro, dice que les va a dar la enhorabuena. No me digan que eso
no es de ser buena persona. Que no sé que enhorabuena habrán podido darle a
David Mora, que nunca fue un dechado de virtudes taurinas, pero es que ha
llegado a un punto preocupante. Que lo más lucido de su actuación han sido unos
muletazos con el pico, retrasando la pierna hasta la exageración y
empalmándolos, aprovechando la bondad de su primero. El resto ha sido lo de
siempre, posturas gallardas, pero vacías, con un destoreo al uso, a veces hasta
con peligro, por quedarse descubierto por esa mala costumbre de todos de
atravesar hasta la exageración los engaños. En su primero se echó sobre el toro
al entrar con la espada, resultando prendido, pero sin llegar a más.
Quién no creo que se pueda quejar del trato recibido es Paco
Ureña, que volvía en su segunda tarde, con la de la Cultura en el horizonte. Lo
que no se le puede negar es la voluntad, el deseo de querer dar todo lo que
lleva dentro, pero los resultados no siempre son los deseados. Si bien es
verdad que parece querer ponerse en el sitio, se deja llevar por esa corriente
modernista del abuso del pico, de echarse el toro para afuera, sin acabar de
mandar en las embestidas. En su segundo fue más de lo mismo, pero lograba
encandilar con los muletazos del desprecio y los de pecho. Retorcido en exceso,
acabó este segundo trasteo con naturales rodilla en tierra, pero quizá un tanto
vulgares y exagerando la escenificación de la faena esperando que aquello
tomara un cariz más entusiasta. Puede que no las tuviera todas consigo y que
para acabar de levantar los ánimos se decidiera por matar recibiendo, pero el
resultado fue un pinchazo en mal sitio. Volvió al volapié y cobró una entera
caída. Y entre el entusiasmo de la plaza del turno de los viernes y la más que
desesperante tardanza de las mulillas, la oreja fue concedida. Que estaría bien
que a los señores acemileros les indicaran que una cosa es salir en un Belén
viviente y otra sacar las mulillas en la plaza de Madrid, que cada cosa tiene
un ritmo. Igual esa lentitud algo tiene que ver con que ya no se escuchen los
trallazos en el arrastre o que con las trallas se estresaban las mulillas, que
todo puede ser.
Álvaro Lorenzo cerraba el cartel y su presencia en esta
feria y habrá que hacer mucha memoria para recordar lo que ha dejado sobre el
ruedo de Madrid. Poco con el capote en su primero, pero en el segundo tuvo que
vérselas con un manso que no quería capotes de ningún tipo, no había manera y
cuándo ya se decidió por tomarlos, fue echando las manos por delante y tirando
gañafones para romper el aire o lo que pillara por medio. Se vio lo que era
cuándo prendió a un peón en el segundo tercio, como se empleaba una vez cogida
la presa. Con la muleta Lorenzo es un alumno aventajado de esta Tauromaquia
2.0, que no sé si ya está más que superada, con ese toreo del pico, de mantener
la distancia de seguridad, de largar tela en línea recta y si hay que pegarse
una o mil carreritas para recolocarse, pues se dan. Enganchones, desarmes y el
toreo sin asomar, pero no es que esto sea lo que le gusta al personal, es lo
que admite sin pensárselo dos veces y les vale para sacar pañuelos y pedir
orejas sin reservas, aunque la espada caiga en el número o en mitad del lomo.
Pero la fiesta sigue, a la siguiente y a la siguiente y a todas las que queden
de feria y a las de los domingos, o jueves, los que vayan a la plaza
puntualmente serán los protestones/ reventadores/ frustrados/ culpables con las
manos manchadas de sangre/ indeseables/ …, porque con los demás ya sabemos que
a un día nuevo, una plaza distinta.
4 comentarios:
El contraste de las últimas tardes en las que, para bien o para mal, había emoción en el ruedo por el peligro latente con la tarde de hoy ha sido letal. Tal ha sido el aburrimiento que abandoné la plaza en el sexto. La corrida... sosa. De David Mora decir que le veo muy perdido, desde la cogida no ha vuelto a ser el mismo. Alvaro Lorenzo no creo que tenga mucho más que ofrecer, lo cual es bien poco. Y Ureña, lo has dicho, quiere pero entre sus limitaciones físicas y las secuelas lógicas a nivel mental, tampoco ha vuelto a ser el mismo. No obstante, aún veo en él ganas y un regusto torero que no veo en sus compañeros.
Como bien dices, dónde estaban hoy los de la peña del "bajatú". Ni están ni se les espera.
Un abrazo
J.Carlos
Bueno pues como dije ayer, los que comentaban que la plaza nos había dado un aviso (a los protestones) parece que ya no estaban en la plaza, a ver si al final la plaza vamos a ser nosotros, los que vamos cada día...
Ureña lleva dos orejas que ninguna de las dos era, pero qué quieres que te diga... si es que en el país de los ciegos... pocos hay que intenten tener más verdad que Ureña, aunque se vaya con regalitos. Aún gracias de su existencia porque por lo menos podemos intentar ver algo
J. Carlos:
Hablas que David Mora bajó a partir de la cogida y a me da la sensación de que el bajón le vino antes y que una consecuencia fue o que ocurrió.
Un abrazo
H:
Pues esa sensación tengo, que al final los que van todos los días son quiénes protestan. De Ureña, pues reconocimiento a esa superación, pero ahora mismo pasa mal el examen taurino.
Un saludo
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