Algunos intentan ganarse las palmas con telonazos por alto y muchos los jalean. Les invito a que investiguen por qué en su tiempo se bautizó a esto el "pase del celeste Imperio". |
Que yo sé que a veces uno se deja llevar y claro, los hay
que se molestan, se indignan, se enfadan, se vuelven a indignar, se vuelven a
molestar… Pero entiéndanme a mí. Que esto es directamente proporcional en
primer caso al aburrimiento sufrido, a los novillos, en ocasiones demasiado
novillos, que los de luces dejan escapar sin torear y en tercer lugar, por el
dolor acumulado en zona semejante a los glúteos y riñones, que eso sí que
molesta. Que no es lo mismo si ustedes, y no se me molesten, han estado en su
casa, en el bar o en el mismísimo club Pickwick viendo el Pasapalabra, porque
claro, no esperarían gran cosa, pero, ¿y si lo que esperaban era ver una
novillada de Valdellán que se comiera las telas y unos novilleros, dos de ellos
triunfadores en esta plaza, que embarcaran las embestidas con verdad y el que
pudiera, con gusto. Y según va transcurriendo el festejo se dan cuenta de que
esto hace agua por todas partes y encima te quieren convencer de que un aspirante
cum laude a pegapases se queda en eso, en vulgar pegapases. Que entonces lo
mismo, hasta van y se me molestan e indignan mucho, pero mucho, mucho. Eso sí,
si ustedes son de los que saben, de esos que se autodenominan “los que sabemos”,
pues… si les parece bien, mejor cierren y pónganse a otra cosa, porque ya les
digo yo que se van a molestar y nada más lejos de mis intenciones. ¡Faltaría
más, damas y caballeros de los que saben!
Que nos habían anunciado una de Valdellán y ya nos habíamos
puesto cardiacos, pero luego las noticias es que habían desechado a no sé cuántos,
habían traído más y otros tantos para atrás, hasta juntar cuatro y completar
con dos de López Gibaja. Los de la ganadería titular, sobre todo los dos
primeros, pobres de presentación, muy pobres casi hasta para una sin caballos;
el tercero un poquito más hecho, sin exageraciones y el cuarto, un berrendo en
cárdeno, bonito de capa, más cuajado que sus hermanos, pero sin volvernos
locos. Los de López Gibaja, a excepción del último de los sobreros, mejor
presentados, pero con unos problemas de invalidez más que alarmantes. Y a cada
uno que salía, era peor que el anterior, hasta que el señor presidente, que ha
vuelto a echar al corral a un toro con los palos en el lomo, ha decidido que ya
no sacaba más pañuelos verdes, que ya estaba bien y que si alguien se
molestaba, que se fuera a su casa a ver la tele. ¡Ya, hombre! Eso sí, si lo que
los toreros quieren toros que embistan, que se muevan, luego que no se quejen
cuando les sale uno que sigue las telas sin hacer un mal gesto.
Abría cartel Yon Lamothe y en fin, verde, que te quiero
verde. Su primero apenas tenía resuello para pelear en el peto, cabeceando y
echando la cara arriba, no pintaba bien, pero llega el momento de la muleta y
el chiquitín que entraba y entraba y volvía a entrar y el galo que no podía,
que se le estaban comiendo la merienda, que no metía en cintura al Valdellán.
Trapazos enganchones, acelerado, hasta que el novillo ya se limitaba a pegar
arreones, cansado de tanta desidia taurina, que en este caso el colaborador
debía ser el que vestía de luces y este, pues no colaboró. Y en el cuarto,
último del hierro titular, ese berrendito, pues ya empezó complicándole las
cosas. Nadie le sujetaba y él, venga a corretear. En el caballo se limitó
primero a cabecear en el peto, para acabar dejándose sin más. Y vuelta al
trasteo muletero y se repite la escena del otro, un matador que no puede, que
se ve absolutamente superado por el novillo, que por otro lado estaba bastante
mermado de fuerzas. Enganchón tras enganchón y carreras, muchas carreras y Lamothe
solo era capaz de dar mil y un trapazos sin criterio alguno. Pero el animalito
no cesaba en su empeño de buscar la tela sin hacer un mal gesto, siempre adónde
le llamaban y por el caminito derecho. Lo más feo quizá fuera que por la
inoperancia para cuadrar al Valdellán y acabar ahí su andadura, se recorrieron
medio redondel y acabaron en toriles, lugar que no merecía el novillo.
Seguía Diego García, uno de esos beneficiarios de los veranos
de Alsa y AutoRes o el cercanías de RENFE, que en su día las estadísticas
decían que triunfó, pero las estadísticas ya sabemos que no son de fiar. Y las estadísticas
se nos desmoronan cuando los partidarios, los paisanos no son mayoría y el
quehacer del muchacho no convence a los excluidos de los dos grupos anteriores.
Le toco un primer novillo que como el que habría plaza era demasiado anovillado
para esta plaza. Que igual en otras no molestaría, pero en Madrid, ya se sabe.
Lo despachó con mantazos de recibo, lo obvio en eso de llevarlo al caballo y
cuando se quiso poner a dar muletazos, perdón, trapazos, el Valdellán se venía
abajo una y otra vez. Que igual podría haber probado en templar, que a veces
esto hace milagros, pero no, el espada se creía aún en aquella tarde de regalos
y alegrías por nada. En su segundo, uno de López Gibaja al menos con más
volumen que los anteriores, volvió a tirar del mantazo capotero sin pararse
quieto. Ni en unas chicuelinas se quedó quieto, apartándose en cada viaje. Con
la muleta empezó acelerado, siguió metiendo el pico, quedándose fuera, pegando
tirones, sin faltar los enganchones a la tela. Trapazos por doquier, hasta
ponerse pesado, muy pesado y de cierre, un mitin con los aceros, escuchando dos
avisos y salvándose del tercero.
Otro de los triunfadores de otras tardes fue Jorge Martínez,
sí, aquel chaval que en una tarde hasta nos mostró lo que era torear tirando
del toro, pero esta vez pintó en bastos. Era como si hubiera optado por el
camino de la modernidad, de lo de todos y entonces algunos no lo admiten del
todo bien y se molestan porque no ven ni intención de hacer el toreo. Su primer
Valdellán de primeras, no quería mucho con las telas. Hay que agradecer al
novillero que pusiera al novillo en suerte en el primer tercio, rara avis en
los tiempos que corren y más si hablamos de los jóvenes. Inició el trasteo por
abajo, de lo que se resintió el Valdellán, besando la arena. Continuó con la
diestra, abusando del pico y exento de temple. Más pico aún por el pitón
izquierdo y muy fuera, pegando tirones. Que ahora te doy uno, echo a correr y me
pongo para darte otro, siempre atravesando en exceso el engaño, con un animal
que iba adónde le llamaran y al que se le negó el toreo y él a su vez se quedó
con las orejas puestas. Mal con la espada, lo que no fue obstáculo para que
Martínez se pegara un garbeo por el ruedo. Lo del sexto fue para cerrar el
chiringuito. Uno de López Gibaja que mostraba una invalidez manifiesta. Fue
devuelto a los corrales y en ese trance hasta parecía recuperado y con ganas de
embestir hasta a los del cencerro. Salió un segundo sobrero que estaba peor que
el anterior y aún hubo de salir otro más, que progresó en la incapacidad para
aguantar en pie. Que visto lo visto, igual si hubieran sacado al primero y
seguir donde lo dejamos, hasta habríamos salido ganando. Pero que nadie se tome
esto en serio, que siendo el presidente que hoy tocaba, lo mismo otro día
decide poner en práctica semejante barbaridad. Que de nuevo sacó el pañuelo
verde con un par de banderillas y otro de rondón. Al que salió, y se quedó, de
la misma ganadería del remiendo, poco se le podía hacer, dada su poquísima
fuerza y manifiesta invalidez. Pero el murciano se empeñaba en darle pases y
más pases, como si quisiera justificarse vaya usted a saber con quién, incluso
haciendo perder la paciencia al respetable. Que no querría molestar, pero
molestó, poniéndose muy pesado con tanto trapazo va y trapazo viene, venga
enganchones y muy vulgar. Que habrá quién considere que se les trata con
demasiada dureza a estos chavales, pero qué quieren que les diga, igual que
unos tenemos que soportar que vengan a ramplonear despojos apoyados en sus
huestes del paisanaje, ahora quizá es la hora de que devuelvan lo hurtado, que
devuelvan esos regalos no merecidos tardes atrás. Eso sí, que si se dicen las
cosas, no pasa nada, así que por favor, mi deseo más íntimo y sincero al leer
lo escrito es que nadie se me moleste.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
1 comentario:
Que nadie se moleste, pero ayer me llamó mucho la atención que se saque la espada enterrada(sin entrar en colocacion de la misma) con el verduguillo, y se vuelva a entrar a matar con el estoque otra vez, y que nadie diga nada. Alomejor no me se el reglamento, pero q nadie se moleste.
Felicidades por su crónica, y q nadie se moleste pero muy acertada.
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