miércoles, 4 de mayo de 2016

Vivir para ver, oír y no dejar de asombrarse

Ya me llega el momento, pero por favor, si alguien ve un posible asomo de antitaurinismo en mi obra por el uso de colores oscuros, que se olvide, porque a mí me gustan los toros... y mucho


Nos decían nuestras abuelas que nunca te acostarás si saber una cosa nueva, pero también tiraban muy a menudo de aquello del vivir para ver. ¡Ay si las yayas levantaran la cabeza! Y es que el mundo ha cambiado una barbaridad, así por su cuenta, sin encomendarse ni a Dios, ni al Diablo, pero luego vienen los que de hoy para mañana te descubren las sopas de ajo de toda la vida y te sueltan que te presentan su nueva creación, la garlic soup deconstruída y destruida; que hay que ser muy moderno, pero mucho, para meter ahí la cuchara. Pero tranquilos, como a un espabilao se le ocurra decir que la garlic s..., que eso es muy cool y que además no contiene consevantes, acidulantes, ni tan siquiera poliuretano, pues ¡hala” ya hemos creado tendencia y una riada de... ¿fieles? ¿Leales? Lo que quieran llamarse, que se lanzan en plancha a cumplir con los votos de la modernidad.

Y en este marasmo modernista, en este ¡julay el ulti! Las corrientes antitaurinas han montado una exposición de arte antitaurino en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Nada extraño, ¿no? Quizá choque el lugar, pero no hay nada que se le ponga por medio a quién se puede permitir tales dispendios. Que si servidor tuviera posibles, igual me enfurruñaba y montaba una campaña contra el tulipán de los Países Bajos o contra la leche de las vacas de aquellos lares o vaya usted a saber; que no es que yo tenga nada contra los holandeses, líbreme la providencia, pero es el primer sitio que se me ha ocurrido. Curioso, me nombran a los antis, esos tan vehementes, tan fieles a sus ideales y se me representan los molinos de viento de allá arriba.

Que no es que yo esté en contra de que se haga una exposición, una manifestación o un Congreso Internacional del Antitaurinismo militante, pero siempre y cuando haya libertad para todo el mundo, que no marque, quién quiera que sea, una línea en el suelo, dónde le venga en gana, y diga que de aquí para allá todo vale y de allí paa acá, todo fuera. ¿Motivos? Que lo suyo es moderno, étcio y civilizado y lo mío pura barbarie. Que miren si me he levantado hoy condescendiente, que hasta puedo llegar a admitir que esto de los toros sea una barbaridad inhumana que embrutece a las masas. Eso sí, exijo argumentos reales, sólidos y construidos sobre la verdad, no sobre suposiciones, sobre medias verdades o reflexiones sesgadas e interesadas de un moralista iluminado. Y creo que ya les estoy dedicando demasiado tiempo y energías a estos señores que, como decía mi amigo Gonzalo Ortigosa en Tendido de Sol, si juntamos miseria e ignorancia, luego pasa lo que pasa, que puede aparecer un caballero que sin tan siquiera ruborizarse afirma que don Francisco de Goya y Lucientes, pintor de Corte nacido en Fuendetodos , provincia de Zaragoza y autor entre otras cosas de su “Tauromaquia”, era antitaurino. Él solito de un plumazo cuestiona y filtra a través de su prisma las cartas escritas de puño y letra por el pintor, en las que deja meridianamente clara su afición a los toros, llegando, según parece, a empuñar estoque y muleta, o algo similar en aquella época, para emular a los que en su momento fueron sus modelos: Pedro Romero, Pepe Hillo o Costillares.


Es como si el señor comisario de la exposición hubiera estado buscando en su listado de leales antitaurinos y no encontrara a ninguno que le mereciera la pena. Buena manera de infravalorar a otros artistas y a sus correligionarios animalistas. Pero claro, en eso creo que coincidiremos todos, en que de la talla de Goya no debe haber muchos. Hombre, a mí se me ocurre que podía haber tirado de Picasso o más recientemente de Miquel Barceló, sin pretender hacer comparaciones entre estos artistas. ¡Ay! Que gran fallo, estos dos últimos también están en la nómina de los bárbaros aficionados a los toros. De uno hay numerosos datos, documentos, entrevistas y obras que delatan su debilidad por el toro y el otro hasta puede responder con un simple “me gustan los toros”. Pero, ¿tanta necesidad tienen de un “súper héroe antitaurino”? ¿Tan poco fuste tienen sus argumentos que tienen que seguir tirando de mentiras y más mentiras? No es que yo me considere un taurino al uso, uno de esos que dicen a todo que sí y que bueno, simplemente porque así lo dictan los que manejan todo esto, pero hay una cosa que tengo que reconocerles y es que sean reflexiones válidas o no, afirmaciones con sustento o no, el taurino se basa en hechos reales y comprobables, no son divagaciones bizantinas y suposiciones basadas en proyectar sus sentimientos de ser humano sobre los animales. Sentimientos que por otra parte algunos niegan a las personas. Pero ellos continuarán con sui único objetivo, acabar con esto, que puede gustarnos o no, pero es una aspiración legítima; otra cosa son las vías, los métodos y si en algún momento se han parado a pensar en las consecuencias. Pero de momento, vivir para ver, oír y no dejar de asombrarse.

Enlace al programa Tendido de Sol del 2 de mayo de 2016:

2 comentarios:

Antonio Fernández Box dijo...

Enrique, ha llegado un momento en mi vida en que no permito que nadie me venga con sermones morales o de lo que esta bien o mal a no ser que sea alguien que conozca y por su trayectoria vital haya sido coherente de lo que dice y hace. Este es según mi parecer lo que adolecen la mayor parte de estamentos sociales, por mucho que nos criminalicen creo que tienen toros pa rato, a no ser que nosotros mismos acabemos con ellos.
Un abrazo y te deseo lo mejor con tu exposición .

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Muchas gracias, lo primero. Lo otro, pues a mí me ocurre lo mismo, que moralidades las justas, porque ya me valió con lo que me enseñó mi padre, que además me lo enseñó con esfuerzo y con el cariño de quién quiere ayudarte a crecer y a desenvolverte en esta vida. Pero claro, esos que nos quieren imponer esas supuestas morales, igual lo que quieren es que sencillamente seamos dóciles muñecos obedientes. Pero lo tienen difícil, ¿no?
Un abrazo