Ya me llega el momento, pero por favor, si alguien ve un posible asomo de antitaurinismo en mi obra por el uso de colores oscuros, que se olvide, porque a mí me gustan los toros... y mucho |
Nos decían nuestras abuelas que nunca te acostarás si saber
una cosa nueva, pero también tiraban muy a menudo de aquello del vivir para
ver. ¡Ay si las yayas levantaran la cabeza! Y es que el mundo ha cambiado una
barbaridad, así por su cuenta, sin encomendarse ni a Dios, ni al Diablo, pero
luego vienen los que de hoy para mañana te descubren las sopas de ajo de toda
la vida y te sueltan que te presentan su nueva creación, la garlic soup
deconstruída y destruida; que hay que ser muy moderno, pero mucho, para meter
ahí la cuchara. Pero tranquilos, como a un espabilao se le ocurra decir que la
garlic s..., que eso es muy cool y que además no contiene consevantes,
acidulantes, ni tan siquiera poliuretano, pues ¡hala” ya hemos creado tendencia
y una riada de... ¿fieles? ¿Leales? Lo que quieran llamarse, que se lanzan en
plancha a cumplir con los votos de la modernidad.
Y en este marasmo modernista, en este ¡julay el ulti! Las
corrientes antitaurinas han montado una exposición de arte antitaurino en la
Academia de Bellas Artes de San Fernando. Nada extraño, ¿no? Quizá choque el
lugar, pero no hay nada que se le ponga por medio a quién se puede permitir
tales dispendios. Que si servidor tuviera posibles, igual me enfurruñaba y
montaba una campaña contra el tulipán de los Países Bajos o contra la leche de
las vacas de aquellos lares o vaya usted a saber; que no es que yo tenga nada
contra los holandeses, líbreme la providencia, pero es el primer sitio que se
me ha ocurrido. Curioso, me nombran a los antis, esos tan vehementes, tan
fieles a sus ideales y se me representan los molinos de viento de allá arriba.
Que no es que yo esté en contra de que se haga una
exposición, una manifestación o un Congreso Internacional del Antitaurinismo
militante, pero siempre y cuando haya libertad para todo el mundo, que no
marque, quién quiera que sea, una línea en el suelo, dónde le venga en gana, y
diga que de aquí para allá todo vale y de allí paa acá, todo fuera. ¿Motivos?
Que lo suyo es moderno, étcio y civilizado y lo mío pura barbarie. Que miren si
me he levantado hoy condescendiente, que hasta puedo llegar a admitir que esto
de los toros sea una barbaridad inhumana que embrutece a las masas. Eso sí,
exijo argumentos reales, sólidos y construidos sobre la verdad, no sobre
suposiciones, sobre medias verdades o reflexiones sesgadas e interesadas de un
moralista iluminado. Y creo que ya les estoy dedicando demasiado tiempo y
energías a estos señores que, como decía mi amigo Gonzalo Ortigosa en Tendido
de Sol, si juntamos miseria e ignorancia, luego pasa lo que pasa, que puede
aparecer un caballero que sin tan siquiera ruborizarse afirma que don Francisco
de Goya y Lucientes, pintor de Corte nacido en Fuendetodos , provincia de
Zaragoza y autor entre otras cosas de su “Tauromaquia”, era antitaurino. Él
solito de un plumazo cuestiona y filtra a través de su prisma las cartas
escritas de puño y letra por el pintor, en las que deja meridianamente clara su
afición a los toros, llegando, según parece, a empuñar estoque y muleta, o algo
similar en aquella época, para emular a los que en su momento fueron sus
modelos: Pedro Romero, Pepe Hillo o Costillares.
Es como si el señor comisario de la exposición hubiera
estado buscando en su listado de leales antitaurinos y no encontrara a ninguno
que le mereciera la pena. Buena manera de infravalorar a otros artistas y a sus
correligionarios animalistas. Pero claro, en eso creo que coincidiremos todos,
en que de la talla de Goya no debe haber muchos. Hombre, a mí se me ocurre que
podía haber tirado de Picasso o más recientemente de Miquel Barceló, sin
pretender hacer comparaciones entre estos artistas. ¡Ay! Que gran fallo, estos
dos últimos también están en la nómina de los bárbaros aficionados a los toros.
De uno hay numerosos datos, documentos, entrevistas y obras que delatan su
debilidad por el toro y el otro hasta puede responder con un simple “me gustan
los toros”. Pero, ¿tanta necesidad tienen de un “súper héroe antitaurino”? ¿Tan
poco fuste tienen sus argumentos que tienen que seguir tirando de mentiras y
más mentiras? No es que yo me considere un taurino al uso, uno de esos que
dicen a todo que sí y que bueno, simplemente porque así lo dictan los que
manejan todo esto, pero hay una cosa que tengo que reconocerles y es que sean
reflexiones válidas o no, afirmaciones con sustento o no, el taurino se basa en
hechos reales y comprobables, no son divagaciones bizantinas y suposiciones
basadas en proyectar sus sentimientos de ser humano sobre los animales.
Sentimientos que por otra parte algunos niegan a las personas. Pero ellos
continuarán con sui único objetivo, acabar con esto, que puede gustarnos o no,
pero es una aspiración legítima; otra cosa son las vías, los métodos y si en
algún momento se han parado a pensar en las consecuencias. Pero de momento,
vivir para ver, oír y no dejar de asombrarse.
Enlace al programa Tendido de Sol del 2 de mayo de 2016:
2 comentarios:
Enrique, ha llegado un momento en mi vida en que no permito que nadie me venga con sermones morales o de lo que esta bien o mal a no ser que sea alguien que conozca y por su trayectoria vital haya sido coherente de lo que dice y hace. Este es según mi parecer lo que adolecen la mayor parte de estamentos sociales, por mucho que nos criminalicen creo que tienen toros pa rato, a no ser que nosotros mismos acabemos con ellos.
Un abrazo y te deseo lo mejor con tu exposición .
Antonio:
Muchas gracias, lo primero. Lo otro, pues a mí me ocurre lo mismo, que moralidades las justas, porque ya me valió con lo que me enseñó mi padre, que además me lo enseñó con esfuerzo y con el cariño de quién quiere ayudarte a crecer y a desenvolverte en esta vida. Pero claro, esos que nos quieren imponer esas supuestas morales, igual lo que quieren es que sencillamente seamos dóciles muñecos obedientes. Pero lo tienen difícil, ¿no?
Un abrazo
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