lunes, 12 de junio de 2023

El vestir de luces hay que merecerlo y honrarlo

Pesa mucho y es grande el significado del vestido de torero, como para que nadie se lo enfunde con el respeto y veneración que exige.


Lo de vestirse de torero es algo muy serio, algo que va más allá de lucir el vestido de torear con buen porte, con galanura y majeza. Y quien no lo entienda así, o no llega a calibrar ni de lejos lo que es este rito o quizá hasta puede ser que no merezca pisar un ruedo vestido de alamares. Que habrá quien vea en esto simplemente una forma de pasar el rato, de echar una tarde, un entretenimiento sin más, incluso para otros, una forma de ganarse la vida, a veces hasta con grandes réditos. Pero pobres de esos que no ven más allá, porque se pierden lo más grande de esto que siempre se ha llamado los Toros, el vivirlo, el sentirlo, el hacerlo propio para no desprenderse de ello jamás. Pero también puede ocurrir que una tarde de toros una plaza monumental se llene de los que solo van a pasarla como el que va a un centro comercial a hincharse a cervezas y perritos o el que va de despedida de lo que sea a hartarse de beber, comer y hasta ser lo grosero e incívico que nunca se atreverían a serlo en su portal al cruzarse con los vecinos. Quizá porque en este último caso no hay un maestro de ceremonias experto en la chabacanada, lo irrespetuoso y el desprecio por todo lo que no sea él y su ombligo. Que en otros casos, igual cuesta poner nombres, pero en este montaje “In memorian” de Plaza 1, ese agitador ha sido por méritos y descrédito propio, ese que llaman figuran, que le creen figura y que él mismo se cree un figurón, Andrés Roca Rey. Que nadie duda que es un genio en eso de la mercadotecnia taurina, que es una gallina de los huevos de oro, que la gente paga hasta en la reventa por verle en una plaza, que es un profesional que maneja todos los resortes de la superchería de esta tauromaquia, pero torero es otra cosa. Para ser torero hay que vivir y sentir muchas cosas, como para ser aficionado, que a este señor no solo se le escapan, sino que tampoco tiene el más mínimo interés por llegar a conocerlas. Él parece solo ver billetes y no le interesa nada más. Eso sí, hay quien cierra los ojos y se entrega a llevarle los billetes en bandeja de plata. Y estos lo deben creer un mérito especial, porque arrasan y siembran de sal allá por dónde pasan.

Anda que no lo tenía fácil el caballero Roca Rey para triunfar de verdad. Una de Victoriano del Río y Toros de Cortés, ad hoc para el triunfalismo modernista al uso. Toros inéditos en los caballos, toros a los que se les dio unas lidias nefastas, en muchos casos dejándoles deambular a su aire en los dos primeros tercios, que si no se les picaron, tampoco se les banderillearon ni decentemente; que la cosa iba de juntar cuatro palos allá dónde cayeran y ya está. Pero luego venía la taca grande, eso que es lo único que interesa a un público adocenado que solo se mueve, aparte de por la consumición de altos niveles etílicos, por acumular despojos, por molestar a los que no coinciden con su entusiasmo talanquero y si llega el caso, hasta dispuestos a lo que no cabe en una plaza de toros. Al grito de “pico”, “ponte en tu sitio” o “estás fuera”, ellos mientan a la madre o lo que sea. Pero lo que podría quedar ahí, si en el ruedo hay un señor como Roca Rey, puede llegar a lo que sea, incluidas las tortas. Porque hablar pretendiendo analizar el toreo de este señor, es una utopía inalcanzable, precisamente porque no sabe torear, al menos en Madrid no se le ha visto torear jamás. Un señor que está ausente durante las lidias, que no da un paso de más para auxiliar a un compañero en apuros, que ni se coloca en los sitios adecuados para salvar de peligros a los demás y que una vez cogida la muleta, aparte de trapazos culeros, banderazos al viento y enganchones alborotados, de toreo, ni asomo. Siempre citando muy fuera de cacho, abusando con desvergüenza del pico de la muleta, marcando la salida antes de tiempo completamente desajustado con el viaje del toro, porque ni para acompañar tiene maña, y pegándose carreras permanentemente para recuperar el sitio y enganchones a diestro y siniestro. Que en su primero hizo exactamente eso y la marabunta de desertores del centro comercial este domingo decidió pedir un despojo. ¿para que habíamos venido si no? En su segundo la cosa no echaba para adelante, así que optó por una estrategia diferente, me encaro con los que protestan, justo cuando no protestan y ya lo tengo todo hecho. Un toro al que le administró las mismas trampas y mentiras habituales, pero sin poder con el animalito, que hasta parecía venírsele arriba, pero eso ya no importaba, la bronca estaba montada y bastaría despenar a ese animal al que había que torear un poquito, solo un poquito, para que la masa volviera a sacar los pañuelos. Estos, que como los malintencionados de micros y medios del régimen taurino vigente, dicen que la primera oreja la da el público. Y así es, pero de siempre, aunque algunos hayan querido olvidarlo y otros no lo hayan sabido nunca, si se falla con la espada, la que se pierde es la oreja del público y con un pinchazo hondo, o metisaca, según de mire, y menos de media, pues adiós a los despojos. Que es una pena que se te chafe así una tarde de fiesta, pero así han sido siempre las cosas y si no, pues haberse ido a la Gavia, el Decathlon, la Vaguada o una piscina de bolas, que la diversión está más que asegurada. Que a lo mejor a esta gente no les importa ni que desprecien a esta plaza, ni que se encaren con los aficionados que van domingo tras domingo y feria tras feria, allá penas, pero quizá alguien de los que mandan deberían exigirle a los otros ignorantes acérrimos de la plaza de Madrid, Plaza 1, que este señor figura, figurón no puede volver de luces a las ventas, al menos durante un tiempecito, justo lo que tarde en volver a merecerse lucir alamares en el ruedo de este poblachón manchego.

 

Que además de este caballero, también han comparecido El Juli y Alejandro Talavante. El Juli ha estado más Juli que nunca, ventajista en todo momento, nada y menos con el capote, sin ser capaz ni de fijar a sus oponentes. En la muleta trapazos y más trapazos, pico, muleta retrasada, enganchones, periférico hasta la exageración, bailando muchísimo, me escondo en la pala del pitón, para acabar en su primero de un espadazo en mitad del lomo, lo que encantó a esos amantes del despojo barato, y media tendidilla con una sarta de descabellos después. Y Alejandro Talavante, pues creo que andaba por el ruedo, aunque la sensación era de que estaba ausente, que ya saben aquello de que “me gustas cuando callas porque estás ausente”, pues Talavante así no gusta, desespera. Pegó un petardo en Otoño y ha pegado tres petardos en las tres tardes anunciadas en esta feria y este añadido. Que hasta parece querer torear de capote, pero siempre echando el pasito atrás, lo que desluce bastante y con el trapo rojo, porque así lo maneja, como un trapo, pues… ¿Qué quieren que les diga? Modernismo a tope, sazonado con altas dosis de sosería, ventajista como es norma en todos y con las mismas trampas de todos. Que igual, tal y como estaba el personal, si no se larga un bajonazo insultante en su segundo, lo mismo hasta los entusiastas del Primark, hasta le piden un despojo. Que unos dirán que la cosa no es para tanto, que da igual que se den despojos a tutiplén, que esto es para el divertimento del pueblo, aunque no puede nunca llegar a ser un divertimento de pueblo, al menos en la plaza de Madrid, que aunque se llene de desertores de los centros comerciales, los hay que quieren defender su honra sea como sea, sea contra esta marabunta devoradora de ritos y tradiciones, sea contra exmatadores que ahora sueltan barbaridades por seguir ahí a cambio de cuatro perras, contra voceadores del micro que te dice blanco y negro a la vez y lo contrario para defender lo vergonzosamente indefendible u otros que abogan por mandar a la policía para callar a los disidentes de este dislate. Que puede que su único delito sea el pensar diferente y desde luego que en sus ideas tiene un lugar de honor el que el vestir de luces hay que merecerlo y honrarlo.

PD.: Muchas gracias a los que se te cruzan por la calle y te dicen que esperan tus escritos y tus opiniones de la tarde. Con toda humildad, va por ustedes.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

4 comentarios:

Miguel Moreno González dijo...

Tiene que ser muy triste para un ganadero lidiar seis toros en Madrid de orejas y que se vayan al desolladero con ellas y sin torear. Triste tarde para tres espadas que no han sabido homenajear a un gran torero que entregó su vida sin embustes ni ambajes por la grandeza del toreo. ¡Vaya tres toreros incapaces! Y qué desconcierto en el momento de guardar el minuto de silencio en su honor. La gente nos mirábamos unos a otros, los toreros sin saber qué hacer y la música "chunda, chunda, chunda..." Qué manera de vulgarizar el toreo. ¡Ah, ojo! Es mi opinión y siempre me han dicho que no tengo ni idea... Gracias.

Anónimo dijo...

Pues para no tener idea, lo has bordado, hoy en día hemos perdido la educación y las formas y así nos va.

Miguel Ángel Olmeda dijo...

Lo vivido el domingo en las Ventas ha sido la gota que colma el vaso. Qué manera de encarase del señorito Roca Rey, las tercuartas partes de la plaza jaleando el destoreo, la chulería y el despropósito. Estamos aun ápice de la concesión de un rabo a semejante figurín que en vez de encararse más le valdría aprender a torear y a lidiar, y a auxiliar a us compañeros cumpliendo sus funciones. Pues no esta subidito el señor y todavía se creerá que está practicando el toreo más puro que jamás se haya visto.

Anónimo dijo...

La versión “ comomola” del bombero torero va camino de liquidar la suerte suprema. Ya se cargaron el primer tercio. Ni una cesión!