jueves, 1 de junio de 2023

Si es que dan para lo que dan

Y los toros siguieron buscando muletas carmesí en el cielo de los toros que nunca se cansan de embestir.


Resulta que te pones a pedir los toros que cumplan con esto, lo otro, lo otro y lo de más allá, te salen y te dedicas a tus garabatos taurinos acostumbrados. Que a tres caballeros, Arturo Saldívar, Fernando Adrián y Álvaro Lorenzo les echas la mejor media corrida del serial y se creen que están en la romería de su pueblo o en una capea de amiguetes. Y digo la mejor media corrida, con diferencia, porque si entre todos no juntan una vara, igual no es para ponerse a dar saltos de alegría, ni vociferar parabienes a su criador. Que en la muleta han sido unas máquinas de embestir no lo puede negar nadie, solo faltaba, pero si me van a empezar con el sainete de que nos roban el tercio de varas, que si lo que quieren son lidias completas, que si el toro de poder y todas esas cantinelas habituales, entonces no me podrán poner la corrida de Santiago Domecq como el paradigma de la corrida brava y encastada. Que nos ha dado un respiro y una alegría al ver a esos animales ir y venir a la muleta queriéndose comer el trapo y hasta poniendo en algún aprieto a sus lidiadores, no sé si tendrá mucha discusión, pero insisto en que pensemos las cosas con detenimiento. Que también les digo que ya me gustaría que esta fuera la peor y que todo lo que viniera después fuera mejor, pero creo que no va a ser así. Bien presentados, sin excesos, algunos hasta justitos, mal lidiados por sus matadores, mucho mantazo, sin tan siquiera ponerlos al caballo con una pizca de gracia. Los dejaban por allí y que se apañaran. Aunque poco había para apañarse, porque ya digo, no se les ha picado, que si un rasguño, que si un poquito más, pero poco más. Derrotes a los petos con un solo pitón, con las caras altas mientras les tapaban la salida, para acabar doliéndose en banderillas. Y precisamente en banderillas, Curro Javier ha vuelto a lidiar con conocimiento, sabiendo ver al toro y sin molestarle para el siguiente tercio. Un toro muy aquerenciado para los adentros, que iba poco a poco empujando a todo el mundo hacia toriles, lo ha cogido el peón y con dos capotazos lo ha sacado de su terreno y se lo ha llevado al punto opuesto de la plaza y lo que era complicado para banderillear, esperando, se ha convertido en algo más cómodo y menos arriesgado para para parear.

De los espadas, pues podríamos haber hablado maravillas. Les sale lo que les sale y no dan para otra cosa que para pegar trapazos y soltar su show entre vulgar, chabacano e incapaz. Que los paisanos de Fernando Adrián se habrán vuelto encantados a su casa, porque al chaval le han sacado a cuestas por la Puerta de Madrid, pero ni él, ni sus más allegados están para celebrar nada. Él, como sus compañeros, han dejado escapar su gran oportunidad. Que sí, que lo pondrán aquí y allá, pero esto es un pan para hoy, hambre para mañana. En su primero fue un recital de trapazos, telonazos de inicio, que si me lo paso por detrás, para felicidad del paisanaje. Pico, enganchón, sin llevar al toro, que buscando la tela se le acaba echando encima, un desarme, cites desde muy, pero que muy fuera, siempre con la muleta atravesada, sin recordar jamás lo que es el toreo. Arrimón, que eso siempre anima a los idólatras del pegapasismo vacío. Y por si faltaba algo, una entera caída. A los señores mulilleros entonces les entra un ataque de parálisis mental y de sus extremidades inferiores y oiga, que no avanzan, al menos hasta que el presidente da el primer trofeo. Que igual se piensan que las orejas se cortan por dar naturales, derechazos, quites a la verónica y una gran estocada, ¿no? Pues no, se cortan dependiendo de los mulilleros, aunque no haya petición suficiente. Así están las cosas. Pero claro, con la Puerta Grande entreabierta, a poco que se paren los acemileros otra vez, la cosa está hecha. Qué cosas, lo que en toros tiempos podría haber sido faena de pitos por dejarse ir un toro, estos prestidigitadores del látigo lo transfiguran en otro despojo más. Que Fernando Adrián, del que se comenta que también tiene capote, empezó de rodillas en los medios, con trapazos por doquier, para ya en pie largarlo lejos, muy lejos largando trapo. Pico exageradísimo, muy vulgar, toreo de talanquera venida a menos, contorsionismo rodilla en tierra, pero con la precaución de sacar mucho pico, enganchones y más enganchones y el toro que no se cansaba. Que el pobre no cesaba en su empeño de agarrar aquello rojo, aunque su portador se la ofreciera allá por la salida de la carretera de Valencia en la M-30. Un toro así no merece semejante desvarío taurino. Y para culminar el despropósito, un bajonazo, metisaca, en la paletilla, más otra cuchillada traserísima. Luego monto un numerito que si aplaudo al toro, que si me aparto, como si nadie le hubiera contado que él estaba para despenar al de Santiago Domecq y evitar un penar innecesario, que si acaso ya aplaudirían los que pagan y está para eso o para protestarle ese despojo más que inmerecido. Luego el señor del palco, esta vez sin que los mulilleros tuvieran culpa, que ya habían hecho de nuevo su función de arrancar despojos, decidió la vuelta al ruedo para el toro. Que en la plaza de Villarrubias de los Ojos Verdes, pues igual estaría de miedo, pero en esta plaza, permítanme que lo dude y lo censure.

Si abordamos la actuación de Arturo Saldívar, poco hay que decir, siempre buscando el aplauso facilón, pero nada de toreo. Inédito con el capote, en la faena de muleta dando los mismos trapazos de todos, añadiendo una incapacidad para ver y mandar en sus toros, lo que propiciaba que en ocasiones este se le viniera de repente y le pusiera en apuros. Como todo recurso solo era capaz de dar el muletazo por detrás, que hay quien lo verá como un signo de valor y quién, por el contrario, lo ve como que no hay nada más que ese trapazo tan resultón y jaleado, pero nada más. En la misma línea de ese resultadismo taurino, intentó torear con la derecha sin el estoque, pero ni eso le salió, resultando cogido. Un bajonazo en la tripa, que hubo quién lo jaleo, quizá porque estaba dentro del animal, es la única explicación que se ocurre. En su segundo, pues más de lo mismo, pico, trallazos y el toro poniéndole en apuros al irse al hueco que dejaba con esa trampa. Que habrá quien se pregunte que hacía el azteca en esta feria, pues que cada uno saque sus propias conclusiones.

Y Álvaro Lorenzo, el que hace un tiempo enloquecía a los suyos, en esta tarde parece que no ha logrado congregar a demasiados paisanos. Lo intentó el toledano con el capote, pero siempre dando el pasito atrás. En su labor con la muleta, pues el torero que ha sido siempre, ventajista, abusando del pico, toreo muy periférico, largando tela y sin tan siquiera hacer amago de rematar, aunque esto es lo de todos y lo de todos los días, dejándosela tropezar demasiado. En el que cerraba plaza empezó en los medios ofreciendo la zocata y al quedarse al descubierto resultó prendido, dando toda la sensación de haberle calado el pitón. A pesar de todo continuó en el ruedo, para seguir en la misma línea. El toro estaba muy aquerenciado hacia los adentros, pero el espada no le mandó en ningún momento, más pico, más tirarlo para afuera, largando trapo, arrimón y muletazos de uno en uno, cuartos de muletazo y el personal que jaleaba todo lo que pasar por allí y por supuesto una estocada dos palmos trasera, pero daba igual. El público no estaba por fijarse en estas cosas, estaba entregado y vivía la vulgaridad con deleite y regocijo, mientras otros no daban crédito al encierro que había echado Santiago Domecq. La modernidad más absoluta, inéditos en el primer tercio, pero que en la muleta se tragaban los muletazos como benditos una y otra vez. ¿Para felicitar al ganadero? Pues allá cada uno, pero que no me cuenten eso del primer tercio, la lidia completa y esas cosas que ya parecen pasadas de moda. Que habrá hasta quien diga que ese quinto era “toro de vacas”, pero ya saben, hay gente pa’ to y la modernidad también tiene sus fieles, aunque abjuren de la fiesta íntegra de siempre. Aunque por lo visto, quizá los que más han renegado de esta fiesta modernista sean los propios caballeros de luces, que han dejado pasar la gallina de los huevos de oro delante de sus narices, pero, ¿qué le vamos a hacer? si es que dan para lo que dan.

 PD.: Un recuerdo para Laura, esa aficionada de Madrid que hizo del bajo del 3 su trono. DEP.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

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