Y los toros siguieron buscando muletas carmesí en el cielo de los toros que nunca se cansan de embestir. |
Resulta que te pones a pedir los toros que cumplan con esto,
lo otro, lo otro y lo de más allá, te salen y te dedicas a tus garabatos
taurinos acostumbrados. Que a tres caballeros, Arturo Saldívar, Fernando Adrián
y Álvaro Lorenzo les echas la mejor media corrida del serial y se creen que
están en la romería de su pueblo o en una capea de amiguetes. Y digo la mejor
media corrida, con diferencia, porque si entre todos no juntan una vara, igual
no es para ponerse a dar saltos de alegría, ni vociferar parabienes a su
criador. Que en la muleta han sido unas máquinas de embestir no lo puede negar
nadie, solo faltaba, pero si me van a empezar con el sainete de que nos roban
el tercio de varas, que si lo que quieren son lidias completas, que si el toro
de poder y todas esas cantinelas habituales, entonces no me podrán poner la
corrida de Santiago Domecq como el paradigma de la corrida brava y encastada.
Que nos ha dado un respiro y una alegría al ver a esos animales ir y venir a la
muleta queriéndose comer el trapo y hasta poniendo en algún aprieto a sus lidiadores,
no sé si tendrá mucha discusión, pero insisto en que pensemos las cosas con
detenimiento. Que también les digo que ya me gustaría que esta fuera la peor y
que todo lo que viniera después fuera mejor, pero creo que no va a ser así.
Bien presentados, sin excesos, algunos hasta justitos, mal lidiados por sus
matadores, mucho mantazo, sin tan siquiera ponerlos al caballo con una pizca de
gracia. Los dejaban por allí y que se apañaran. Aunque poco había para
apañarse, porque ya digo, no se les ha picado, que si un rasguño, que si un
poquito más, pero poco más. Derrotes a los petos con un solo pitón, con las
caras altas mientras les tapaban la salida, para acabar doliéndose en
banderillas. Y precisamente en banderillas, Curro Javier ha vuelto a lidiar con
conocimiento, sabiendo ver al toro y sin molestarle para el siguiente tercio.
Un toro muy aquerenciado para los adentros, que iba poco a poco empujando a
todo el mundo hacia toriles, lo ha cogido el peón y con dos capotazos lo ha
sacado de su terreno y se lo ha llevado al punto opuesto de la plaza y lo que
era complicado para banderillear, esperando, se ha convertido en algo más
cómodo y menos arriesgado para para parear.
De los espadas, pues podríamos haber hablado maravillas. Les
sale lo que les sale y no dan para otra cosa que para pegar trapazos y soltar
su show entre vulgar, chabacano e incapaz. Que los paisanos de Fernando Adrián
se habrán vuelto encantados a su casa, porque al chaval le han sacado a cuestas
por la Puerta de Madrid, pero ni él, ni sus más allegados están para celebrar
nada. Él, como sus compañeros, han dejado escapar su gran oportunidad. Que sí,
que lo pondrán aquí y allá, pero esto es un pan para hoy, hambre para mañana.
En su primero fue un recital de trapazos, telonazos de inicio, que si me lo
paso por detrás, para felicidad del paisanaje. Pico, enganchón, sin llevar al
toro, que buscando la tela se le acaba echando encima, un desarme, cites desde
muy, pero que muy fuera, siempre con la muleta atravesada, sin recordar jamás
lo que es el toreo. Arrimón, que eso siempre anima a los idólatras del
pegapasismo vacío. Y por si faltaba algo, una entera caída. A los señores
mulilleros entonces les entra un ataque de parálisis mental y de sus extremidades
inferiores y oiga, que no avanzan, al menos hasta que el presidente da el
primer trofeo. Que igual se piensan que las orejas se cortan por dar naturales,
derechazos, quites a la verónica y una gran estocada, ¿no? Pues no, se cortan
dependiendo de los mulilleros, aunque no haya petición suficiente. Así están
las cosas. Pero claro, con la Puerta Grande entreabierta, a poco que se paren
los acemileros otra vez, la cosa está hecha. Qué cosas, lo que en toros tiempos
podría haber sido faena de pitos por dejarse ir un toro, estos prestidigitadores
del látigo lo transfiguran en otro despojo más. Que Fernando Adrián, del que se
comenta que también tiene capote, empezó de rodillas en los medios, con
trapazos por doquier, para ya en pie largarlo lejos, muy lejos largando trapo.
Pico exageradísimo, muy vulgar, toreo de talanquera venida a menos, contorsionismo
rodilla en tierra, pero con la precaución de sacar mucho pico, enganchones y
más enganchones y el toro que no se cansaba. Que el pobre no cesaba en su
empeño de agarrar aquello rojo, aunque su portador se la ofreciera allá por la
salida de la carretera de Valencia en la M-30. Un toro así no merece semejante
desvarío taurino. Y para culminar el despropósito, un bajonazo, metisaca, en la
paletilla, más otra cuchillada traserísima. Luego monto un numerito que si
aplaudo al toro, que si me aparto, como si nadie le hubiera contado que él
estaba para despenar al de Santiago Domecq y evitar un penar innecesario, que
si acaso ya aplaudirían los que pagan y está para eso o para protestarle ese
despojo más que inmerecido. Luego el señor del palco, esta vez sin que los
mulilleros tuvieran culpa, que ya habían hecho de nuevo su función de arrancar
despojos, decidió la vuelta al ruedo para el toro. Que en la plaza de
Villarrubias de los Ojos Verdes, pues igual estaría de miedo, pero en esta
plaza, permítanme que lo dude y lo censure.
Si abordamos la actuación de Arturo Saldívar, poco hay que
decir, siempre buscando el aplauso facilón, pero nada de toreo. Inédito con el
capote, en la faena de muleta dando los mismos trapazos de todos, añadiendo una
incapacidad para ver y mandar en sus toros, lo que propiciaba que en ocasiones
este se le viniera de repente y le pusiera en apuros. Como todo recurso solo
era capaz de dar el muletazo por detrás, que hay quien lo verá como un signo de
valor y quién, por el contrario, lo ve como que no hay nada más que ese trapazo
tan resultón y jaleado, pero nada más. En la misma línea de ese resultadismo
taurino, intentó torear con la derecha sin el estoque, pero ni eso le salió, resultando
cogido. Un bajonazo en la tripa, que hubo quién lo jaleo, quizá porque estaba
dentro del animal, es la única explicación que se ocurre. En su segundo, pues
más de lo mismo, pico, trallazos y el toro poniéndole en apuros al irse al
hueco que dejaba con esa trampa. Que habrá quien se pregunte que hacía el
azteca en esta feria, pues que cada uno saque sus propias conclusiones.
Y Álvaro Lorenzo, el que hace un tiempo enloquecía a los
suyos, en esta tarde parece que no ha logrado congregar a demasiados paisanos.
Lo intentó el toledano con el capote, pero siempre dando el pasito atrás. En su
labor con la muleta, pues el torero que ha sido siempre, ventajista, abusando
del pico, toreo muy periférico, largando tela y sin tan siquiera hacer amago de
rematar, aunque esto es lo de todos y lo de todos los días, dejándosela
tropezar demasiado. En el que cerraba plaza empezó en los medios ofreciendo la
zocata y al quedarse al descubierto resultó prendido, dando toda la sensación
de haberle calado el pitón. A pesar de todo continuó en el ruedo, para seguir
en la misma línea. El toro estaba muy aquerenciado hacia los adentros, pero el
espada no le mandó en ningún momento, más pico, más tirarlo para afuera,
largando trapo, arrimón y muletazos de uno en uno, cuartos de muletazo y el
personal que jaleaba todo lo que pasar por allí y por supuesto una estocada dos
palmos trasera, pero daba igual. El público no estaba por fijarse en estas
cosas, estaba entregado y vivía la vulgaridad con deleite y regocijo, mientras
otros no daban crédito al encierro que había echado Santiago Domecq. La
modernidad más absoluta, inéditos en el primer tercio, pero que en la muleta se
tragaban los muletazos como benditos una y otra vez. ¿Para felicitar al
ganadero? Pues allá cada uno, pero que no me cuenten eso del primer tercio, la
lidia completa y esas cosas que ya parecen pasadas de moda. Que habrá hasta
quien diga que ese quinto era “toro de vacas”, pero ya saben, hay gente pa’ to
y la modernidad también tiene sus fieles, aunque abjuren de la fiesta íntegra
de siempre. Aunque por lo visto, quizá los que más han renegado de esta fiesta
modernista sean los propios caballeros de luces, que han dejado pasar la
gallina de los huevos de oro delante de sus narices, pero, ¿qué le vamos a
hacer? si es que dan para lo que dan.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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