sábado, 3 de junio de 2023

En el 5 no necesitan prismáticos

Intentaremos recordar lo que era la suerte de varas, aunque a muchos les moleste y prefieran esa de el picador con el palo levantado.

Vaya feria que están echando en ese tendido de la plaza de Madrid. La empresa subió el precio de las entradas a todos, pero los toreros se han encargado de que a ellos, a los del cinco, les salgan más baratas que a los demás. ¿Qué cómo es eso? Muy fácil basta con que la inmensa mayoría de las faenas de muleta se den allí, a sus pies. Que antes era por el viento, pero es que en esta feria, aunque no se mueva una brizna, ¡hala! Todos para el cinco. Quizá sea porque allí se congregan los mejores aficionados de la plaza, ¿no? Bueno, no sé, igual aficionados, por mucho que otros piensen lo contrario, los hay en toda la plaza, unos más bulliciosos, otros más calladitos, pero los hay en todas partes. Eso sí, ya les digo yo que en el cinco es el lugar dónde habita la felicidad en la plaza de las Ventas. Ellos sí que saben entender esta fiesta. Ellos sí saben que para pasárselo bien hay que ir siempre con la bañera en la mano, según cuadre el pañuelo de la peña de tal o cuál lugar, el bocata, si se tercia y ya metidos en harina, pues a aplaudir hasta a los alguacilillos, que también tienen derecho. Idolatran el trapazo, los toreros precavidos, pero que se vayan allí al calor de sus palmas, para verlo cerquita, idolatran a los paisanos suyos o ajenos, a los que salen por la tele, a los que manejan la muleta como un guardiamarina maneja las banderas para pedir auxilio a otro barco, acelerado y dando mucho aire al aire. Este es el público que gusta a los taurinos, el que ellos dicen que levanta a la fiesta, aunque por delante se lleve el orgullo, la historia, la tradición, la personalidad de una plaza. Allí se congregan día tras día las plazas del mundo de norte a sur y de este a oeste y mientras… mientras desquician a la del centro. Qué más da, es la plaza amiga de los grandes y enemiga de los mediocres y como buenos mediocres, ellos y los de luces y taurinos del mundo, la detestan. Mejor hundida que viva y resoplando. Y será por eso que en esta feria se han ido al cinco una gran mayoría de toreros a sentir de cerca como les jalean su vulgaridad.

A este cinco poco le importa el ganado, lo de El Torero en este caso, que vayan ustedes a saber por qué, podían recordar a uno que el Rocío ha sido hace bien poquito. No se les ha picado apenas, lo que alegra al cinco y a los afectados por su onda expansiva. Eso sí, no consienten que el picador pise la raya y mucho menos que la rebase una pezuña. Sí se ha picado al quinto, quizá un poco de más. ¡Cómo se han puesto! Al picador, un descarado, le han llamado de todo, pero sin pensar por un momento en quién es el que le manda. Eso sí, lo contentos que se han puesto en el sexto por no picarle porque el de aúpa levantaba el palo. Así está esto, se ovaciona por no picar y por no pisar la raya, por supuesto. Poco les importa si el toro cabecea en el peto, como ha sido la tónica de la tarde.

Uceda Leal, que ya se sabe el truco, no ha dudado en llevarse su segundo del nueve al cinco a punta de muleta, adónde son más agradecidos. Aquí se jalea todo, todito, todo, los trallazos acelerados por abajo del primero de la tarde, los enganchones, el no llevarlo toreado, las prisas y el citar desde más allá de la pala del pitón. Que si no es por los fallos a espadas, igual… Pero quedaba ese cuarto, al que ha trasteado acelerado, por momentos aperreado, sin poder con el animal, abusando del pico de la muleta, sin parar de correr recolocándose constantemente, con un toro que no se comía a nadie. Cazando un muletazo por aquí y otro más allá, ahora hago que me pongo de frente, pero al segundo ya estoy otra vez fuera y atravesando la tela. Pero claro, con una eficaz entera rinconera, la locura y una oreja patrocinada por el cinco y su onda expansiva.

Morante de la Puebla es un torero al que lo mismo se puede jalear con fervor, que mentarle a lo más sagrado y nadie perderá categoría con ello. Puedes llegar al barrio y decir que has aplaudido su arte excelso, que le has abucheado como esta gente piensa que solo se abuchea a los artistas, con mucha saña. Pero es que el de la Puebla a veces tampoco lo pone difícil. Que solo unas verónicas al aire, sin torear, pero poniendo pose de lidiador del XIX, que eso cala. Con la muleta empezó pegando latigazos por abajo, sin templar, citando con el pico y a nada que el toro se le venía, se veía que no era capaz de hacerse con él. Pues para que demorarse, se toma la espada y ya está. En su segundo, pues la cosa ya iba torcida a cuenta del picador que picó, incluso saliéndose con el toro más allá del tercio y claro, la raya, esa es sagrada. Que sí, que le dio a gusto, pero si se reaccionara así cuando no se pica. Ya con la muleta, pues evitando que el del Torero se le fuera al suelo, pico, excesivo, dejándosela tocar. Cambio al pitón izquierdo y lo mismo, con el toro besando la arena; y ya saben, Morante no se anda con bobadas, la espada de verdad y a otra cosa.

Sebastián Castella, un torero hecho para públicos como el cinco, que se fabrica puertas grandes como el señor Genaro hace churros por las mañanas, una y otra u otra, con la diferencia de que los churros del señor Genaro están bien ricos y las salidas a cuestas del galo… en fin. Poco le importó que su primero anduviera de gira por el ruedo, si acaso, él andaba estorbando por allí en medio. Él está para calentar el cotarro con la muleta. Inicio por abajo tirando al de José Vázquez al suelo, ahora meto el pico atravesando el engaño, ahora meto el estoque. Serie con la zurda toda con enganchones. Pico y más pico, cazando trapazos dónde caigan, con la mano derecha quizá más pico, si es posible, muy fuera, que si cambios de mano y seguía citando desde muy fuera, pero el cinco el agradecido y todo lo jalea, que por jalear, hasta las carreras escapando. Luego una entera trasera, pero daba lo mismo, entre berridos y mulilleros a cámara lenta, pues una orejita, que a nadie se le puede negar tanta felicidad por tan poco. En el sexto íbamos por el mismo camino, pico, enganchones, muy fuera y pasándoselo lejitos, demasiado acelerado, más trapazos, venga enganchones. En uno de los achuchones que le arreó el del Torero le pegó una cornada, que diría que no le impidió seguir en el ruedo, lo que no quiere decir que no fuera de consideración. Más trapazos sin pararse quieto y un bajonazo que enfrío los ánimos hasta en el cinco, quizá por las airadas protestas de los que no fueron afectados por su entusiasta onda expansiva. Que dónde cayó la espada lo vio toda la plaza, pero quizá no los del cinco, con lo cerquita que lo tenían, como tienen y han tenido la mayoría de las faenas de esta feria, no por el viento, ni por las querencias y los terrenos, sino porque estos son los que mejor aprecian el destoreo, lo mismo que no aprecian lo que es una bajonazo y eso que teniéndolo todo tan a mano, en el 5 no necesitan prismáticos.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

Fila 11 dijo...

Enrique Martin, impresionante obra pictórica; maestro del espacio y el movimiento. Quedas perplejo y admirando a la espera imposible del remate de ese trincherazo por bajo que, a pesar de todo, pareciera que se irá a producir, saliendo del lienzo toro y torero.
Gran aficionado, doctor en su conocimiento, admirador del toro.
¿ acaso también del torero?
Algún día le preguntaré el por que
“Plaza de Toros” y no “Plaza de Toreros”
Enrique Martin, impresionante en su conocimiento del mundo del fútbol, maestro en todo “Mundo-Atleti”
¡ que difícil conjugar pasión y ponderación !
No para él conceptos antagónicos.
Enrique Martin, querido por quienes le conocemos y valorado por quienes le admiramos.
Un saludo, Enrique.
Es un honor conocerte.