La verónica ya parece cosa de otros tiempos, pero al menos Morenito de Aranda nos regalo un par de ellas |
Hoy el Rafi se levantó rumboso, decidido a estirarse y en un
gesto rumboso sin igual sacó dos entradas para los toros, una para él y la otra
para la Ruz, para llevarla a los toros, que nunca había entrado en las Ventas;
con lo que a ella le gustan los toros, esas historias de hazañas pasadas que le
contaba su mama, lo del día de las bragas de Jesulín, las tardes del Litri
hijo, la confirmación de Cayetano o cuando lo del indulto del Jose Mari, el
Manzanares, este año en Illescas. Y ya era hora, la Ruz se merecía esto y más,
se merecía el echar la casa por la ventana y allí que el Rafi se volvió loco y
sacó dos gradas de sol para él y la Ruz. Como si fuera una reina, hasta el
bocata de chicharrones fritos tenía preparado, para que merendara acompañando
semejante manjar con una Mixta de limón bien fresquita. Y es que la Ruz se lo
merece todo.
Dos graditas de sol, por si llueve y por si refresca, para
que la Ruz no se moje y para que sestee en el hombro del Rafi al sol de las
Ventas. Y vaya que pudo sestear, los del Ventorrillo venían dispuestos a
convocar la siesta más multitudinaria desde que el mundo es redondo y da
vueltas. Rafi, ¿para qué salen los señores esos con un palo, subidos en un
caballo con faldas? Para nada, bonita, para nada, para dejar que los animalejos
se despanzurren contra el peto mientras el caballero se apoya en la vara y se
una a la modorra del personal que apenas llenaba media plaza. Mansos con trazas
bueyunas, que lo mismo se quedaban debajo del peto a pasar el rato, que salían
de najas buscando la calidez que les proporcionan los terrenos de su querencia
de manso descastado. El más cumplidor si acaso, fue el sexto, que para adentro
se dormía a los pies del penco y que solo respondía un tanto al castigo cuando le
tapaban la posible escapada hacia los medios. Y ese cuarto, que habrá que
imaginar que en estos primeros días de mayo cumplió los cuatro años
reglamentarios para poder ser lidiado en una plaza de toros, pues en los
programas solo figuraba que nació en mayo del 13.
El cartel lo componían dos avezados recolectores de orejas
autobuseras, Eugenio de Mora, con una aquilatada experiencia en estos
menesteres, y Román, alumno aventajado de arañar despojos a fuerza de
efectismos superficiales. Y Morenito de Aranda, quien unas veces parece galgo,
otras podenco y otras un pegapases modernista más. El toledano Eugenio de Mora
dejó claras sus intenciones, él quería hablar de su libro, o lo que es lo
mismo, dar muchos pases con la muleta, olvidándose de eso de lidiar con el
capote y procurar que se impusiera un mínimo de rigor. Muchos fueron los
muletazos que le endiñó a su primero, con inicio atropellado de rodillas, para
seguir queriendo arrancar trapazos a un mulo que solo buscaba las tablas. En su
segundo, ni trapazos hubo, banderazos para intentar acoplarse y mucha
vacilación para meterle mano a aquel Ventorrillo aquerenciado como una lapa a
as tablas. Mal con la espada, que lo mismo no acertaba ni a una pelota de
playa, que se sacaba un bajonazo de los
que da vergüenza ajena. Pero la Ruz estaba tan feliz en los toros, que ni se
sonrojó ante semejante sablazo traicionero. Ella solo tenía la idea de que se
dieran muchas orejas, si era a un torero guapo, mejor; descartó casi de salida
a Román, aunque los simpáticos también le valían. Román se reengancha al duelo
orejil.
Con el ánimo que le pone Romás a esto de torear, pero al
final no le queda otra que agarrarse a su permanente sonrisa y a la disposición
de los partidarios para sacar los pañuelos sin importarles la censura de los
que no tienen esa idea bullanguera y atropellada de la tauromaquia. Quizá
cuando más aseado se sienta es durante la lidia en los primeros tercios, él se
aparta, deja que el animal campe a sus anchas y que pare dónde quiera y cuándo
quiera. Luego con la pañosa, ahí viene lo suyo, trapazos abusando del pico, lo
mismo te lo doy aquí, que corro un poquito y te doy otro allá y si las cosas no
marchan, arrimón, que con eso siempre está el optimista que se arranca en
solitario a dar palmas, como si acabara de descubrir el milagro de la
transmutación de los panes y los peces en bocata de sardinas o de bonito con
pimientos morrones. En el que cerraba plaza anduvo trapaceando a placer, muy
vulgar, de un lado para otro, hasta que las ideas del toro le llevaron a
terminar en toriles, previo revolcón de mala manera, que pudo haberle costado
un serio disgusto. Un animal que para afuera no se arrancaba ni dándole
collejas, pero que para los adentros parecía un tren mercancías, de mala forma
y con mal estilo, más para atropellar que en busca del engaño que se le
ofrecía. Pero la Ruz siempre recordará a Román, porque al acabar su primero fue
cuando el Rafi, le puso la merienda sobre su regazo, justo aprovechando los
últimos rayos de sol de la tarde. No me digan que el rafi no es un tío
detallista dónde los haya.
Cuando asomó Morenito de Aranda para recibir a su primero,
el Rafi sintió una molestia en su corazón, cuando un venablo de la Ruz le
atravesó su amor propio en forma de suspiro al ver esos rizos que el burgalés
luce con desdén, pero con una intención diabólica. ¡Qué guapo! Y era el segundo
de la tarde. A puntito estuvo de no sacar los chicharrones fritos. Menos mal
que el quite a la verónica, con dos lances de muy buena traza, en respuesta a
unas gaoneras de Román, no fue a mayores y con la muleta, nada logró en ese
empeño de ahogar la embestida del toro. Hubo algunos muletazos lentos, pero más
por la poquita energía del burel del Ventorrillo, que por un alarde extremo de
temple. Que la Ruz se podía haber entusiasmado con los primeros compases de la
faena, esos derechazos con media muleta, pero luciendo desmayo y
desmadejamiento. ¡Qué planta! Esta se queda sin chicharrones como que me llamo
Rafael Extremera Soto.
Pero el Rafi no sabía lo que le iba a venir, que en el
quinto le empiezan a jalear el recibo a la verónica, desluciéndose todo por un
desarme en el remate. Que la Ruz ya estaba tan ciega, que ni echó cuentas a que
dejaran al toro a su aire por el ruedo, dejándole acudir al caballo al hilo de
las tablas, a su aire, casi desde los terrenos del diez. Ya en el último tercio
empezó citando de lejos, algo a valorar, aunque con muchas prisas, sin templar,
ni mandar, muy acelerado. Varias tandas con un derechazo estimable, pero por
norma con excesiva premura. Ya avanzada la faena le probó por el izquierdo, más
parado, lo que le hizo volver al pitón derecho y seguir con las mismas maneras,
ausencia de calma y sosiego en el toreo, muletazos sin rematar y quitando la
tela de repente. Pinchazo y una entera para que el usía otorgara un trofeo sin
suficientes pañuelos, aunque quizá sería el entusiasmo de la Ruz el que decidió
al señor presidente. ¡Guapo! ¡Guapo! Se desgañitaba, mientras el Rafi se
arrepentía profundamente de los chicharrones fritos y la Mixta de limón y otros
protestaban el excesivo premio a tan pocos méritos, sin que la Ruz pudiera dar
crédito a tales protestas y ni corta ni perezosa se encaró con los díscolos
disparándoles con su ¡Míseros, más que míseros!
4 comentarios:
Por mucho que Don Simón trate de hacernos creer que esta va a ser la feria de lo que va de siglo, la realidad se encarga de quitarnos la venda que este señor se empeña en ponernos delante. La bueyada ventorrilla fue infumable. Nada en el caballo y tan sólo el quinto nos obsequió con alguna embestida de importancia.
Eugenio estuvo muy desdibujado y sin material. Morenito con algunos retazos de toreo accesorio con cierto empaque y algunos de pecho de buen dibujo pero falto de acople en el toreo fundamental y abusando del toreo periférico. La people estaba con él hasta el punto de jalear capotazos enganchados o series de muletazos ligados aunque faltos de acople. Tampoco estuvo acertado con los aceros. La oreja a todas luces excesiva y sin petición suficiente. Román estuvo voluntarioso...como siempre y volando... como tantas veces le hemos visto. Para ser justos, le atribuyo lo poquito que hizo el sexto. Las embestidas que tuvo las construyó la porque el ventorrillo no le regaló nada.
Un abrazo
J. Carlos
Excelente!!!.
Qué envidia ( de la mala), no saber juntar letras con esa maestría.
Enhorabuena!!!
J. Carlos:
Es que el señor Casas, don Simón, está encantado y cree que será la feria del siglo y la del milenio, según su idea moderna, de la que no solo no se apea, sino que profundiza en ella y además quiere imponernos un gusto a la moda. Lo demás no le vale y así nos va a ir, porque aún tienen que venir muchas cosas.
Un abrazo
Manuel, Gabriel y Ramón:
La envidia siempre tiene que ser de la mala, la otra no cuenta. Muchas gracias por leer estas cosas y por participar con un comentario.
Un saludo
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