Lo que han padecido los rehileteros |
Se esperaba la de Dolores Aguirre en esta feria, el aire
fresco de la casta, que cuándo le da en la cara al aficionado recuerda por qué
está enganchado a esto de esta manera. Que no seré yo el que hable de una gran
corrida de toros, faltaría más. Encastada o no, una mansada nunca se puede
calificar tan siquiera ni como una buena corrida. Un buen primero, nada fácil, un
segundo, ya más complicado, tercero, cuarto y quinto mansos de solemnidad, con
peligro, encastados como los demás, lo que hacía que estar delante se
complicara mucho más, aunque revalorizando todo lo que se hacía ante ellos. Y
un sexto descastado, que no quería nada con nadie, pero no exento de peligro.
Una corrida de toros, para toreros, toros de impresionante lámina, que se
movían, vaya si movían, pero que no permitían el más mínimo desliz. Toros que
no estaban ni para medir toreabilidades, ni durabilidades, ni el que se pusiera
un señor a componer, porque lo que allí se exigía eran toreros. Toreros que no
anduvieran con que si me mira, es que me quería coger, es que salía por encima
del palo, es que esto es buscar la tragedia, es que es acabar con la ilusión,
es que… Toreros. En esto no caben medias tintas. Y si con estos o con otros
toros, pero toros, hay quién sea capaz de crear arte, entonces hablamos de
Maestros. Si es que no es tan complicado, muy difícil sí, pero se entiende a la
perfección. ¿Que loa taurinos, con y sin micrófonos, tirarán a degüello contra
este tipo de tipo? Por supuesto, porque no son nada tontos y se dan cuenta de
que dos de estas y una más buena, les desmantela su mentira en tres embestidas.
Tienen que tirar de artillería pesada y echar abajo cualquier amenaza que les
pueda descubrir la trampa. Insisto, una mala corrida de doña Dolores, que nada
tiene que ver con el ideal del toro y de la corrida buena, pero entre la
pantomima y la verdad, ¿con qué se quedan? Ellos, con la pasta.
Los asignados a ponerse delante de los de doña Dolores eran
Rubén Pinar, Venegas y Gómez del Pilar, que ya adelanto mi admiración, pero no
caigamos tampoco en el papanatismo de que todo está bien con el toro, hay cosas
que no, aunque también es verdad, y en esta tarde se ha demostrado, hay veces
que hay que rebasar ciertas líneas, como la del tercio, para que la lidia pueda
llevarse a buen fin, una vez visto que el toro no quiere nada de nada y con
nadie. El primero de Rubén Pinar salió espantándose de los capotes, frenándose
en los primeros encuentros. Ya en el caballo empujó de firme, lo mismo mientras
le tapaban, que cuándo tenía a su espalda la libertad de los medios. Repitió en
el segundo puyazo, arrancándose con prontitud, pero ahí sí que se salió solo
del peto. Ya en la muleta seguía la muleta sin cesar, resultando hasta
pegajosito para el matador, que no se lo podía quitar de encima, con esa
incomodidad del toro encastado, que sigue los engaños hasta cuándo al matador
le gustaría que le diera un respiro. Muletazos desabridos, sin mando,
enganchones y dejando al espada al descubierto. Si corría la mano, el de
Dolores seguía y si no tiraba de él, se le quedaba. Así se le hicieran las
cosas, así se complicaba su lidia. El cuarto, un tío, ya complicaba las cosas
de salida. De primeras se fue al que guardaba la puerta y ya en el de tanda
peleó y recibió su castigo. Arrastraba el defecto del gazapeo, no se paraba, lo
que incomodaba bastante durante su lidia. Muy aquerenciado en tablas, costando
verdaderos esfuerzos sacarlo de allí, cuándo no se iba a toriles. Esperaba en
banderillas con mucho peligro, siendo quizá lo mejor el clavar a la media
vuelta, para que los banderilleros se taparan lo mejor posible. Ya con la
muleta, lo complicado se tornó en imposible, gazapeo, huidas a tablas,
escapadas por el ruedo. Estaba la cosa muy dura. ¿Macheteo por abajo? Pues
quizá sí, quién sabe. Al final Rubén Pinar se lo quitó de encima,
afortunadamente.
Seguía en turno, Venegas, que podía tener la esperanza de
que su primero fuera como el que abría plaza, pero no. Salió enterándose,
echando las manos por delante y muy suelto, con el permiso de los toreros,
hasta que David Adalid medio le sujeto con dos capotazos por abajo, pudiéndole.
Dos puyazos buenos, haciéndole la carioca, esperaba en banderillas, tirando
arreones inesperados. En los primeros compases de la faena de muleta presentaba
un molesto calamocheo, había mucho que torear aquí, parecía estar pidiendo que
le lidiaran y le hicieran crujir los huesos. Una tanda tirando del toro, se
quería escapar a tablas y Venegas medio lo sujetó en los medios, pero la cosa
no iba a dar para mucho más, enganchones, arreones y además venciéndose mucho
en las embestidas. Menudo trago. Igual pensaría que la cosa mejoraría con el
quinto, pero… De salida se paró en la puerta de chiqueros, olisqueando la
arena, con paso cansino, sin atender a los capotes. Entró cinco veces a los
caballos, el de tanda y el de la puerta, sin orden, ni concierto, notaba el
palo y pegaba un respingo, aguantando algo más en el reserva y una cuarta vez
en el de tanda, o era la quinta, viniéndole al hilo de las tablas. Era un firme
candidato a las viudas. Esperaba mucho y en esas que David Adalid dejó dos
buenos pares, en especial el segundo, que el toro ya sabía lo que venía por ese
lado y se defendió, apurando al torero. Comenzó el trasteo por abajo, pero todo
lo que le dieran era poco. Se la echó a la diestra, se le revolvía, se le
colaba una y otra vez y el peligro era menos cuando la mano viajaba baja. Al
final marchó corriendo en busca de las tablas y la puerta por la que entró,
dejando clara su condición.
Y cerraba la terna Gómez del Pilar, quién todo animoso se
fue a recibir a su primero a chiqueros. Ni caso, asomo por la puerta y se fue
por la izquierda bordeando las tablas. No quería capotes, fuera telas, huía del
torero, no quería pelea. En el caballo salía de najas y sin mirar atrás al
notar el palo, el picador no era capaz de taparle la salida. Al final se le
picó algo, pero el de doña Dolores estaba sin picar. Intentó el matador ponerlo
en suerte, pero se marchaba una y otra vez. No hacía caso a nada, pero cuándo
creía que podía llegar a la presa, entonces pegaba un arreón para alcanzar a su
presa. Primer muletazo por abajo y pies, para qué os quiero. Empezó macheteando
por abajo al manso, quizá poco, para lo que merecía el bicho. Intentó muletearle
con la derecha y sacarle un pase era un triunfo. Pues hasta alguna tanda le
arrancó. Daba igual por el pitón que fuera, era una pelea de poder a poder, en
el que al final fue Gómez del Pilar el que venció y con todo el mérito. No hubo
pases y más pases y quizá por eso no hubo vuelta al ruedo, pero daba igual, el
madrileño había toreado, ¿toreo bonito? El más bonito, el de los toreros que se
la juegan de verdad y con verdad. En el sexto volvió a intentar la portagayola
y esta vez sí. Pero si los demás habían sido encastados, este ya no entraba en
el cupo. Dos capotazos y se iba como un burro. Se le intentó picar a favor de
querencia, pero no había forma. No atendía los engaños, no atendía a los
toreros. Imposible con la muleta, saliendo de los pases como un mulo de carga,
saliendo de los pases mirando a Cuenca. Al final acabó escapando a toriles,
dónde él solito se echó. ¿Cabe más mansedumbre y falta de casta? Logró el
espada dejar un pinchazo hondo y de nuevo se acostó el burro. Insisto en lo
malo de la corrida, que igual que digo que mejor que no haya muchas como esta,
también digo que no deje de haber nunca corridas como esta. Y no me den a
elegir entre las bobonas comerciales y estas, entre otras cosas, porque no hay
comparación entre el toro y la boba chochona. ¿Qué también pegan cornadas?
Claro que sí, pero esas poco tienen que ver con el arte del toreo, con esa
terminología tan cacareada de tauromaquia. Esto es tauromaquia, lo otro. Que lo
ideal son corridas encastadas, como esta, pero bravas, con embestidas boyantes,
claro que sí, pero no tontas. Que estas corridas, las encastadas, buenas o
malas, son de uso exclusivo para toreros, absténganse imitaciones.
Enlace programa Tendido de Sol del 27 de mayo de 2018:
1 comentario:
Creo que hoy nadie se aburrió, te gustarán más o menos los toros pero incluso sus detractores estaban atentos a lo que pasaba en el ruedo. Mansedumbre la hubo pero casta también. Hoy no vimos las caídas de los cuvillos o los victorianos, vimos toros morir con la boca cerrada y, sin excepción, ganando la pelea a la terna. Se les pegó más en varas que si juntamos a todas las del encaste Domecq que han pasado por la plaza. Ningún cuvillo quería la segunda vara, ¿qué hubiese pasado si les hubieran puesto en el caballo una tercera, cuarta, quinta o hasta sexta vez como alguno de ayer? Pues eso, que saldrían de najas. Emoción hubo y mucha.
Respecto a la terna, prácticamente nada que objetar. Dos de los actuantes apenas habían toreado. Pinar estuvo solvente y valiente. Sólo reprocharle que no nos dejara ver al primero en la suerte de varas y en ocasiones no ejerció la función de director de lidia. Venegas, que en alguna ocasión sí nos obsequió con una suerte de varas interesante, ésta vez nos privó de ver al segundo en el caballo. Perdió la partida ante de los toros pero quiero resaltar en el primero de su lote, su exquisita colocación y exponiendo las femorales como no había hecho ninguna figura en toda la feria ante cuvillejos y demás desechos. Gómez del Pilar hizo todo un derroche de valor, le aplaudí en la faena del tercero de la tarde. Estuvo hecho un tío.
Destacar un muy buen segundo par de banderillas de David Adalid, ante ganado del que da importancia a todo lo que se hace delante de él. La terna merece repetir, más oportunidades a estos matadores y menos a los “joselitosadames” de turno.
Un abrazo
J.Carlos
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