Siempre gusta ver a un toro empleándose en el caballo |
Ya es conocida la cantinela de que Madrid es la primera
plaza del mundo, Madrid es una plaza seria y rigurosa o que Madrid sabe ver el
toro y a partir de ahí juzga a los toreros. Pues ustedes decidan a partir de
que punto empiezan a borrar. Está claro que Madrid ha cambiado y mucho, el
aficionado que antes poblaba el granito de la sierra se marchó, se sigue yendo
a marchas forzadas y los que les sustituyen han cambiado los gustos. Antes
gustaba el toreo, ahora arrebata la espectacularidad, antes se alababa el
conocimiento, el saber, el ver al toro y en consecuencia darle su lidia, darle
lo que pedía, pero ahora se admiran y se entregan, con perdón, a los cojones.
¡Ufff! No me gusta la expresión, al menos aquí, pero así están las cosas. En
Madrid podría darse el caso de abroncar a un torero con mucho de eso, pero no
se le perdonaba que se le escapara un toro de triunfo, ni mucho menos el que se
le hiciera lo que no requería el caso. No gustaban los arrimones, las
portagayolas, el destoreo, la incapacidad de los lidiadores y tantas y tantas
cosas que ya son historia. Madrid murió al mismo tiempo en que murió la fiesta
que algunos conocimos. Sigue habiendo una feria en mayo, festejo los domingos y
fiestas de guardar, pero Madrid dejó de existir. Cuánto se han empeñado y al
final, los que tanto respeto exigen para vulgares, mediocres, incapaces y hasta
maestros del fraude, se han pasado el respeto a Madrid por dónde les sale de
sus caprichos. Realmente, ¿es necesario seguir contando lo que pasa en la plaza
de Madrid todos los días de mayo? Pues de momento y solo de momento vayamos a
ello.
Para empezar, aunque a algunos extrañe, a otros irrite y a
otros satisfaga, el señor presidente que subió al palco en la de Pedraza de
Yeltes, debía haber concedido la oreja a Fortes en el último de la tarde. Había
evidente mayoría y el señor presidente no debió contar bien los pañuelos. ¡Qué
cosas! Si se regalan por escasez de pañuelos, no pasa nada, “toe r mundo e
güeno” y hay que ceder, por si el personal se ofusca, que tampoco es la cosa
para tanto. Pero la que se monta por una oreja que no se da, si hasta llovieron
almohadillas. Aunque ya digo, con el rigor reglamentario oportuno, había
mayoría y quizá no había agravantes que impidieran tal concesión. Quizá la
estocada no estaba en el sitio idóneo, quizá rinconera o un poquito más, pero
nada más. Fortes mostró disposición, especialmente tras sufrir una fea
voltereta, pero en este caso, precisamente la buena condición del toro es la
que estaba en contra del diestro, que solo fue capaz de mostrar eso, voluntad.
Ya de salida se le vio limitado, capotazos para acá, capotazos para allá, que
me atosiga y me tengo que dar la vuelta, que recupero el sitio y lo vuelvo a
perder. Literalmente abandonó al toro en las proximidades del caballo, que a
eso no se le podía llamar ponerlo en suerte. El toro se fue a él, le cogieron
en buen sitio y empujó con entrega, le tapaban la salida y mientras le
castigaban, más empujaba, metiendo los riñones y resistiéndose a abandonar la
presa. Una segunda vara trasera y sin que el de arriba perdiera la oportunidad
de volverle a zurrar, pero ya con menos ímpetu. Fortes tomó la muleta y se lo
sacó a una mano, ya atravesando el engaño en estos primeros compases de la
faena. Con la derecha iba sumando pases, siempre con el pico, sin que aquello
vaticinara lo que luego llegó. El de Pedraza metía la cara y no se cansaba de
embestir, boyante, con nobleza y sin achicarse ante su matador. Cambió el
malagueño a la mano izquierda y a la primera de cambio le levantó del suelo. La
voltereta, fea y que afortunadamente no llegó a mayores, conmocionó a la plaza;
a partir de ahí, volvió al pitón derecho, acortando más las distancias, pero
sin dejar de atravesar el engaño; continuó tirando de arrimón, algo que cómo ya
decía ahora es muy del agrado del respetable y sacando muletazos en los que metía
la tela en el testuz, muletazos emotivos, incluso enganchados, pero la suerte
estaba echada, estocada entera más que rinconera y el guirigay y la tragedia,
el presidente no concedió la oreja. Que el que uno no la pidiera, ni le creyera
merecedor de ella, no quiere decir que no hubiera tenido que otorgarla, ya digo
que ateniéndonos al reglamento. Quizá el error del usía haya sido el pensar
como aficionado, que ya me gustaría que lo hicieran los demás todas las tardes,
pero si la plaza enloquece, hay que enloquecer con ella. Luego unos aplaudirán,
otros protestarán y otros igual se van corriendo para no pillar cola en el
metro.
Salió una corrida de Pedraza de Yeltes grande, con poco
genio y hasta desganados. Si bien es verdad que a algunos incluso se les pudo
pegar un puyazo de verdad, especialmente el sexto, que parecía que se iban a
desmoronar en el primer tercio, pero que luego se venían arriba y hasta permitían
medianamente torearlos, tomando el engaño y siguiéndolo allí dónde les
indicaban. No era para tirar cohetes, pero peores las veremos. Quizá ese ya
señalado fuera el más completo, incluso de lo que llevamos de feria, aunque ya
se sabe, el público posiblemente preferirá al geniudo del día anterior, aunque
no catara penco.
Manuel Escribano vino a Madrid a lo suyo, a soltar su
repertorio, como casi todos y ya le pongan un toro, un mulo o un melón, él te
suelta la lista de los Reyes Godos de Ataulfo a Rodrigo, que es lo que pone la
Güiquipedia. Ya se sabe que no es un estilista del toreo, tampoco un consumado
lidiador y la muleta la usa para hacer lo que todos, vulgar, ventajista,
teniendo que recuperar el sitio constantemente, aparte de esa desidia y falta
de colocación en el primer tercio. Con las banderillas muy a toro pasado, un
par por dentro muy comprometido y a diferencia de los matadores banderilleros,
parea por los dos pitones, lo que es muy de agradecer.
Daniel Luque vuelve un año más, y no se pregunten el por qué,
que hay que rellenar muchos huecos y ya saben, el empresario dirá que más vale
malo conocido, que bueno por conocer. Muy mal en la lidia, convirtiendo el
ruedo en el caos que decide el toro, multitud de capotazos de multitud de
toreros. Pero en ocasiones puntuales, este torero toma el capote y hasta apunta
cosas buenas, pero inmediatamente se diluyen, pero no quita que haya quién
piense que es de los que mejor manejan el capote en la actualidad. Tal manejo
se evidenció en el segundo, que entraba calamocheando, con complicaciones y
hasta lo metió en la tela, pero luego vino una nueva capea patrocinada por el
diestro sevillano. Con la muleta hasta se agradeció ese inicio de faena a su
primero, dando mucho sitio al toro, pero los trapazos subsiguientes
emborronaron cualquier buena idea anterior. Siempre el mismo guión, trapazos, carreras,
ventajas, muchas tandas vacías y si no pudo con el bonancible segundo, con el más
complicado quinto, menos, dubitativo y sin saber por dónde meterle mano al de
Pedraza.
Y en el tercero, el primero de Fortes, el previo al de la
polémica, el matador anduvo perdido en el primer tercio, demasiados capotazos,
a un toro que hasta empujó en un primer puyazo. Parecía que en banderillas empezaba
a acusar tal caos, pero hasta parece que en eso cambio el Pedraza. Mucho
muletazo, siempre fuera, enganchones y dando la impresión de que el toro iba a
su aire. Luego, en el último, ya sabemos lo que pasó, se evidenciaron esos
cambios en los gustos y preferencias de esta plaza y quedó más que claro como,
definitivamente, una oreja hunde a Madrid.
2 comentarios:
Enrique, coincidimos bastante sobre lo acontecido en la plaza. Como balance final, diré que los toros estuvieron por encima de la terna. Llevaban orejas para cortar y se fueron con ellas puestas. Hubo varios que empujaron en la primera vara, cosa que no han hecho algunas ganaderías toristas, aunque todos cantaban la gallina en la segunda. Incluso hubo dos o tres que murieron con la boca cerrada.
Escribano llegó a Madrid con su versión más populista. Horrendos pares de banderillas por los que habría sido abucheado en cualquier plaza de pueblo. Nada digno de mención con la muleta.
Luque va de mal en peor, ayer no estuvo bien ni con el capote. Nos ilusionó mucho en el segundo de la tarde al darle mucha distancia, pero ahí quedó la cosa, le recibió muy despegado y esa fue la tónica general. Enganchones y toreo de distancias. Creo que es la vez que peor le he visto.
Fortes sin saber qué hacer con el toro hasta la llegada del caballo. Dio una sinfonía de capotazos sin sentido, sin obedecer a un fin concreto, porque supongo que piensa que eso de la lidia es una solemne bobada. Se ha abonado a un toreo de cercanías, donde se desenvuelve a sus anchas, tirando exageradamente de pico y ha aprendido a “manzanarear”, es decir, sacar la barriga a toro pasado. Tanto pico mete que siempre está a merced del toro, pero el toro actual raramente te hace pagar por esos fallos, hasta que llegó el sexto y le pegó el revolcón. Y ya se sabe, en Madrid un revolcón y una entera, aunque esté baja, significa oreja. Para mí la oreja no debió ser concedida.
Una vez más constatamos la aquiescencia del público con ese toreo del arrimón que no dice nada y que tiene el fin único de tapar al toro al aficionado y el exagerado toreo de pico que se practica hoy día. Se han “librado” de los que antes no les pasaban ni una a los matadores y que desgraciadamente han pasado a mejor vida, y hacen lo que les viene en gana. Así le va a la Fiesta, cada vez más cemento en los tendidos. Este año creo que se han perdido más de 700 abonos.
Un abrazo
J.Carlos
J. Carlos:
y los que se perderán. Este exagerado retraso en la respuesta permite ver con perspectiva todo lo sucedido. Madrid se ha convertido en una plaza de carros, con la exigencia y gustos de las plazas de carros, ideales para los mediocres que solo pueden ofrecer, si acaso, arrojo.
Un abrazo
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