miércoles, 23 de mayo de 2018

Toreo de videoconsola


Si lo sacan en videojuego, me pido a Vicente Pastor


Que levante la mano quién no haya escuchado al menos dos millones de veces eso del arte y el expresarse de los toreros, que son artistas. ¡Hala! Cuántas manos. Pero a uno le abordan muchas dudas, porque en los tiempos que corren, arte son muchas cosas. Arte es pintar un cuadro, esculpir el mármol hacer una película, escribir un poema, hacer vino, asar un cordero flambeado a las finas hierbas del Brasil, hacer botellón, soltar un gallo en Eurovisión y hasta crear videojuegos. Pues bien, si esto también es arte, el toreo moderno es un arte sublime, aunque no se venda todavía el juego “Orejasindulto 2018”, pero seguro que es porque están dándole los últimos retoques. Es más me atrevería a decir que va a ser la estrella para las próximas rebajas de verano y que monsieur Casas, don Simón, nos lo regalará a los aficionados cuándo renovemos el abono el año próximo y si no al tiempo. ¿Qué por qué me atrevo a asegurar que esto está ya en la línea de salida? Pues porque servidor es muy observador y yo no me dejo engañar tan fácilmente. En la del Ventorrillo nos han querido colar que era una corrida de toros como siempre, pero no, ¡nanay! Que no cuela, ha sido el ensayo general de “Orejasindulto 2018”. Vale que tienen que mejorar la naturalidad en los movimientos de los toreros, pero si no te fijas, cuela fijo, porque hasta la gente pide orejas y todo.

En el juego han puesto como ganadería al Ventorrillo, con toros igual, igual que en la realidad, flojones en el primer tercio, sin necesidad de que pases por el caballo, porque ya salen picados y luego en la muleta, venga a embestir y a embestir. Que lo del caballo, eso de que no se pique, es algo intranscendente, porque eso no evita que el jugador se pase tranquilamente la pantalla. Lo que más puntúa es dar muchos pases con la muleta, que será por eso por lo que los muletazos suelen ser tan rápidos la mayoría de las veces. Y si se consigue además, que el toro vaya muy lejos, pues también dan más puntos. Pensaron los ejecutivos de “Jueguix” que los fallos a espadas quitaran puntos, pero al final no, al final lo de la suerte suprema se lo pasaron por… alto.

Pero seguro que querrán saber lo que ha pasado en el juego en la que se suponía que era un festejo de la feria de San Isidro; aquí tienen que mejorar un poquito, porque sacan los tendidos con demasiado cemento a la vista y eso no creo que sea así, ¿no? Pues bien, los toreros que salían en el juego eran tres, el primero Curro Díaz, con una configuración de torero artista, de los finos y elegantes. El toro parecía por momentos hacer cosas raras, como si tuviera algo en la vista, aunque nadie de los de luces se quejaba. Era notar el palo y el toro, del Ventorrillo, se revolvía y quería quitárselo de encima, tirando derrotes como un desesperado. No se le picó, pero sabemos que esto no restaba puntos. Se cruzaba por el derecho desde el inicio y así continuó durante toda la lidia. Muletazos por ambos pitones a una mano, rectificando y dejando enganchar la tela. Colada por el derecho, para continuar revolviéndose muy rápido, escarbando constantemente y sin dejar de hacer extraños en ningún momento. Como si fuera verdad, cada matador también tiene dos toros en este juego. Y en el que hacía cuarto, Curro Díaz no consiguió pararse, intentó estirarse, pero al final desistió. El toro parecía como si quisiera pelear en el caballo, pero le faltaban fuerzas. La faena de muleta comenzó con muletazos sin quedarse quieto, tirando de pico y echando el toro para afuera, demasiado acelerado, perfilero y dejando que le enganchara demasiado el engaño. Empezaba el matador a aturullarse y el toro a adueñarse de la situación y lo que es peor, que esto será fallo del juego, algo a mejorar, porque por momentos, hasta parecía vulgar Curro Díaz, que cualquier cosa, menos eso, él, paradigma de la fineza y elegancia en el torear, pero ya digo, será el sistema.

El segundo en liza era Morenito de Aranda, que ya de recibo toreó a la verónica con cierto gusto, aunque no en todas se mantuvo firme y sin echar el pasito atrás. Si lo habrán pensado bien los japoneses, que hasta hacen que el matador ponga el toro en suerte al caballo, cuando todos sabemos que eso ya no se practica. Igual que no se practica lo de picar a los toros, dos rasponazos y para adelante. Ya con la pañosa, Morenito apuntaba un buen comienzo por abajo, pero quizá demasiado acelerado, poco templado. No tardó en decaer lo que no empezaba mal del todo, acumulando muletazos y más muletazos, pero de los que puntúan muy bajito, dando la sensación de que la faena se vaciaba de repente de contenido. Con el cambio de pitó la cosa no varió, topándole demasiado el engaño. En el quinto, de Valdefresno, el recibo capotero parecía algo, pero al final solo era dar aire. Apenas dos arañazos con la vara y a otra cosa. Que igual se podría eliminar esto del juego, porque lo único que puede pasar es que el jugador pierda puntos por fallar con el botón de mantazo por el de trapazo. El trasteo del último tercio fue muy similar al del de que salió segundo, prisas, tirones, adaptándose Morenito a la velocidad del toro y no imponiendo el mando que se debe suponer. Muchas carreras y mucha pérdida de tiempo, para acabar acortando demasiado las distancias, pero como había alcanzado el pase cien, el arrimón, o conato de arrimón, no contaba casi.

David Mora cerraba la terna de este video juego, ya sabes “Orejasindulto 2018, pronto en kioscos y librerías. Pues el tercer espada parece que no lo tienen demasiado logrado, capotazos al viento, sin colocar en el caballo, permitiendo que se arrancara desde dentro de las dos rayas. Aquí sí que empujó el del Ventorrillo, siempre en dirección hacia afuera, a la libertad. Luego ni tan siquiera un raspalijón. En el tercio de muerte comenzó con muletazos enganchados y con la muleta muy atravesada. Se lo sacó más allá del tercio, alejándolo de su querencia, para continuar con mucha vulgaridad y sin lograr hacerse con el toro, siempre escondiendo la pierna de salida, demasiado del perfil y ayudados por alto muy deslavazados, pero el maestro se dio una descarada vuelta al ruedo, aunque igual eso era para ir recogiendo “cossíos”, que luego le valen para aprender a torear y subir de nivel. Al sexto, el de menor trapío, que seguro que era porque en la configuración del juego, dónde había que pinchar la casilla de toro, pincharon la de chivo. Cabeceó mucho en el peto, llevando la cara muy alta, mientras el estribo sonaba como las campanas de la Catedral de Toledo. Trapazos y más trapazos, carreras por aquí, cazando un muletazo por allí y sin poder ganarle al chivito. Que la cosa no daba para mucho más, que muchos pases, muchos, pero que no contaban casi en el juego. Que esto no sé si está bien, porque si das muchos trapazos y no te suman puntos, pues se pierde la ilusión y dan ganas de mandar el mando tan lejos como David Mora mandó la tela cuándo entro con la espada en este sexto. Pero no nos quejemos, que la ocasión era especial, porque todo el mundo ha podido presenciar el ensayo general del primer juego de toreo de videoconsola.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los picadores parecen monjas de educación inicial por los "pellizcos"a los toros.Monsieur Trilé tiene bajo la manga unos toros electrónicos coreanos que;dejan colocarse a los "figurones,aguantan faenas de más de ochenta pases,cuando se mete pico se enciende una luz ámbar,no hay que estirar plazos con los pagarés de los ganaderos,sin discusiones e insultos donde otrora hubo abrazos,etc.Así está el patio.Saludos.
N.S.