Los Albaserrada de don Victorino no recuerdan en nada a los abuelos de los abuelos, de los abuelos, de los abuelos de estos. |
En esto de los toros, de un tiempo a esta parte se han
cambiado de alguna manera el orden de la escala de valores. Quizá antes en los
puestos más altos estaba lo de mandar, templar y por supuesto, el toro. Luego
podría haber felices circunstancias que aún siendo perseguidas, no se
constituían en pilares de la fiesta, como puede ser la creación del arte o la
bravura misma, porque antes que esta, se suponía siempre la casta. Sin arte
podía haber una gran tarde de toros y sin bravura, también, ¿por qué no? Pero
ahora parece irrenunciable eso del arte, que está muy bien, claro que sí, y por
otro lado está lo de emocionarse y ahí podemos meternos en un buen berenjenal,
porque si en esto todo lo dejamos en manos de algo tan subjetivo como es la
emoción, así, sin más, puede que al final acabemos emocionándonos con un torero
funambulista que recorra el ruedo haciendo equilibrios sobre la barrera de la
plaza, sin poner un pie en la arena.
Pues en la tarde de los victorinos algo de eso ha habido,
que la gente se ha emocionado, unos han contagiado a otros, los otros a los
unos y así, todos emocionados, han jaleado toros que no eran toros y toreros
que no hacían el toreo y que ni tan siquiera lo honraban con una estocada en
todo lo alto, pero como había emoción, adelante con los faroles. Era la segunda
tarde del certamen “100 años de Albaserradas”. En esta ocasión correspondía el
turno a lo de Victorino Martín, con una corrida al uso, más que justitos de
presencia, algunos incluso parecían necesitados de un cola cao que no les
hiciese parecer tan escurridos. Algunos incluso protestados, aunque el señor
comentarista de la tele, el señor Muñoz, decía que era porque el personal
miraba a la tablilla. Y que razón tenía, porque era ver los cárdenos, los
grises cómo gustan de decir los modernos, y ver el peso y a alguien se le
escapó un saco de piedras en el momento del pesaje. Eso sí, el peso no quiere
decir, para ver la justeza de presencia y trapío de lo que ha mandado don
Victorino Martín (García) dolo había que fijarse en lo que salía por la puerta
de toriles. Luego han tenido sus cositas durante la lidia, pero quizá ninguna
insalvable, aunque por momentos parecía que algunos se tomaron la tarde como
tarde de alimañas, de fieras corruptas, Que quizá no hayan salido demasiado en
el tipo Domecq, pero es que al final ya nos vamos a achantar porque los toros
tengan dos cuernos.
Octavio Chacón lleva una feria que la verdad, emociona poco.
En su primero se arredró ya de salida, cuándo el de Victorino le apretó con el
capote, teniendo que darse la vuelta para perderle terreno hacia los medios.
Apenas se le castigo en el caballo, al que acudió al pasito y dónde mostró
cierta fijeza, excepto cuando le tapaban la salida que tiraba derrotes. Con la
muleta parecía quedarse un poquito por el pitón izquierdo. Sin mando, se colaba
y la falta de firmeza obligaba al espada a tener que correr para recuperar el
sitio. Muletazos con el pico, más carreras, acelerado, sin pausa, casi
aperreado con un animal con más genio que otra cosa, que solo pedía que le
mandasen. El cuarto era el más serio hasta el momento, pegajoso y revolviéndose
en seguida. Mal picado, sin demasiado castigo, recibió al primero de los
banderilleros esperando un mundo. Continuó Chacón en la misma línea que en el
anterior, sin quedarse quieto y cortando los muletazos, muy desconfiado,
apresurado y sin mostrar esas dotes de buen lidiador que se le suponían,
alargando demasiado el trasteo con muletazos que no le hacían nada al de
Victorino, para terminar con un infame bajonazo.
Daniel Luque hacía su primer paseíllo en la feria, empezó
frío con su primero, al que, si siempre nos quejamos de que se pica trasero,
con este se superaron todos los límites, con un marronazo que caía más cerca de
la penca del rabo, que de la divisa. Echen cuentas. Mal picado, apenas se le
señalaron los dos puyazos. Con la muleta se lo sacó de las tablas sin
apreturas. Dejaba que le tocara demasiado la muleta, muy atravesada, demasiadas
carreras, el toro empezaba a quedarse y el matador por momentos se descomponía.
Pico, muletazos empalmados y brazo largo para no sufrir apreturas. Muchos
muletazos y nada de toreo. Su segundo, el quinto, era el más grandón, pero muy
escurrido. Mantazos de recibo, que hacían difícil hacerle entender a alguien
que este torero tenía buen manejo del capote. Dejó que se le castigara en el
caballo, mientras el animal derrotaba mucho contra el peto. La faena de muleta
comenzó con un enganchón y una colada. Intentó aplicarle el toreo al uso, ese
del muletazo al bies, el de no tirar, esperando que el toro se toree solo y si
hay que correr, pues se corre. Prolongó demasiado la faena, para evidenciar que
no estaba entendiendo al toro y que igual tampoco le importaba demasiado.
Enganchones, trapazos de uno en uno, pero sin llegar a ninguna parte.
Emilio de Justo no entró en su día en el bombo, directamente
él se apuntó a esta de Victorino Martín, lo que tampoco está mal. A su primero
lo recogió echando el capote abajo. Se le fue suelto al caballo, empujando cuándo
el caballo le tapaba la salida. Con la cara arriba, complicó a los
banderilleros. Ya en el último tercio, de Justo hizo el toreo de todos,
desajustado, con el pico y corriendo mucho, entre enganchones y dejar que le
tocara a menudo el engaño, hasta que el animal ya se le paró. Bien a la verónica para saludar al sexto, con una
media barroca muy forzada. En el caballo el cárdeno simplemente se dejó,
acudiendo al capote de su matador a paso lento y mortecino. Parado en
banderillas, cuando Ángel Gómez iba a cerrarlo sin que ningún compañero
estuviera atentó para ayudarlo, tropezó y sufrió un tremendo volteretón; las
cosas de no estar cada uno en su sitio y que a un compañero le puede salir muy
caro. Se descaró desde el primer momento Emilio de Justo con este sexto, de
frente y citando al natural, a base de tirones. Muletazos con el pico, sin
rematar ninguno. Medios pases, constantemente teniendo que recuperar el sitio,
por momentos se le quedaba debajo en mitad del pase, con el público
entusiasmado, para concluir de un bajonazo, que no fue obstáculo para que se le
pidiera la oreja, quizá por eso, por la emoción, que no por el toreo que allí
hubo. Y es que ya es muy habitual que pases estas cosas en la plaza de Madrid,
que priman otras cosas por encima del toreo y es que, cuándo nos da por
emocionarnos.
4 comentarios:
El titular de su crónica resume la tarde.
Bajé decepcionado con la corrida a mi tierra levantina.Esperaba más de Chacón y el juego de los toros no se acercó al de sus hermanos de Domingo de Ramos.
Lo del tercio de varas es de juzgado, una masacre en toda regla. En el discurso de Victorino en el Senado en defensa de la tauromaquia se le olvidó este detalle, pues se pica cada día peor.
Le reconozco que me emocioné con De Justo y en el silencio de la plaza al entrar a matar el corazón palpitaba y deseaba una buena estocada, que al final no se produjo. Me recordó a una tarde del Cid con esta ganadería después de una faena de mucho riesgo con la izquierda donde hubo un sonido de lamento de la plaza cuando falló. Hoy ya no es así, con malas estocadas no se pierden trofeos, y eso los toreros lo están aprendiendo. Habrá que recordarles que son matadores de toros no carniceros.
Un saludo desde Murcia.
PD: a Victorino le gustó el cuarto, más de cuarenta mantazos de Chacón y aguantando, supongo que es por donde quiere llevar a la ganadería.
Enrique, una victorinada un tanto decepcionante para lo que esperaba de ellos. Uno con genio, dos flojetes y tres para hacer el toreo no sin ciertas complicaciones ya que eran toros que reponían muy rápido y no era fácil estarse quieto con ellos.
Chacón ha vuelto a bajar el tono, sin embargo discrepo contigo en la percepción del primero de la tarde. El toro era especialmente complicado por el pitón izquierdo, cosa que ya avisó de salida y que se fue acentuando hasta hacer prácticamente imposible el toreo por ese pitón. Cosa diferente el pitón derecho donde pudo haber sacado algo más. Cuesta entender que no hubiera un atisbo de reconocimiento por parte del público al final de la faena ya que el gaditano tragó más de lo que merecía el animal. Sí estuvo por debajo del cuarto de la tarde y es que Chacón sólo luce con toros complicados porque tira de recursos de lidia y la gente se lo reconoce pero su tauromaquia es muy corta.
Daniel Luque ha intentado recetar a los victorinos el mismo concepto que a las babosas pero éstos eran pegajosos y descubrían su tauromaquia porque su lote iba exactamente donde él marcaba la trayectoria con la muleta. Que se quedaba corto en el remate, el Victorino le pisaba los talones; que terminaba el muletazo levantando la tela, el Victorino con la cara por las nubes. Mejor que siga con lo que torea habitualmente.
Emilio de Justo no me ha gustado, muy listo en el primer tercio. Masacre en la primera vara y, si veía que el toro estaba justo de fuerzas, no se picaba en el segundo encuentro y toda la cuadrilla con la lección bien aprendida de manejar los capotes de cintura para arriba, no sea que fuera devuelto el inservible Victorino. Nada destacable en su primero. En el sexto se aprovechó del fervor populista posterior al tercio de banderillas aprovechando que los tendidos estaban deseando que allí pasase algo. Jalearon muletazos enganchados y pico descaradísimo. Y conste que en ciertas circunstancias admito el uso del pico siempre y cuando sea ante un animal complicado, pero que al menos su uso sirva para no tener que andar aperreado y perder pasos por doquier. De la suerte suprema mejor no hablamos.
Un abrazo
J.Carlos
Anónimo:
Lo de la suerte de varas es que se pica poco y en muy malos sitiso. QUe lo que no se hace es ahormarlo, sino desarmarlo. No aguantan un tercio de varas en regla, pero claro, un puyazo cerca de la penca del rabo, bien no hace. Victorino sabe muy bien lo que quiere y por ese camino va.
Un saludo
J. Carlos:
Es que lo decepcionante de chacón es eso, que no solo no ha podido reconducir lo que traía el toro, sino que lo agrava. Está bastante perdido y no sé si anda buscándose. A ver. De Luque, pues lo de siempre. Y Emilio de Justo, realmente es que nunca me ha despertado gran interés, excepto los dos estoconazos del año pasado, pero torear, lo que se dice torear.
Un abrazo
Publicar un comentario