Juan Francisco Peña dignificó la suerte de varas |
Pues ya estamos otra vez de feria, que alegría y que
alboroto, los saludos a los compañeros de localidad, la bienvenida a los de la
tele, ¿cómo está usted? ¿Qué tal el invierno? ¿Qué grande está el niño, que ya
no es un niño? ¿Está usted más gordo? ¿Está usted más impertinente? Todo son
novedades. Corrida de la Quinta, torazos grandullones, alguno que otro
pasados de peso y sí que entretuvieron, sí, pero entre la bobona y la alimaña
hay mucho campo y no se puede decir que los geniudos de Santa Coloma fueran el
paradigma de la bravura, aunque por momentos parecía que alguien quería ver
bravura en un animal que no quería ya acudir al caballo, que insistieron
innecesariamente, incluso cuándo se marchó corriendo en busca del que hacía la
puerta. Que esto no pareció bastar y se volvió a las mismas, el toro en mitad
del ruedo dejándose las pezuñas de tanto escarbar y tardeando y tardeando y…
Pero había que ponerlo de lejos. Toros con mucho que torear, que mientras les
daban aire corrían de aquí para allá en los primeros compases de los trasteos,
para acabar entrando con la cara por alto, sin amago de meter la cara. Que no
se puede decir que los matadores no pusieran de su parte. Ellos esperaban un
toro que se hiciera el toreo solo y se encontraron a unas moles a las que había
que mandar mucho, al menos para poder andar por ahí con cierto decoro.
¿Aburridos? Pues francamente, no, pero a veces estaría bien que a los toros se
les exigiera bravura y entrega, la que les hace querer comerse las telas y no
esos embates tempestuosos.
El primero de Rubén Pinar, ese torero de Albacete que
siempre tiene que estar, pues hay mucho que rellenar, salió que parecía no
tenerse en pie, lo que no impidió que las cuadrillas le dejaran a su aire. Muy
mal picado, como toda la corrida a excepción del quinto de la tarde, del que
hablaremos en un poquito. Que no es que se haya picado trasero, se ha picado
aún más atrás, en esa zona de lo innombrable. En el trasteo de muleta ya se
quedaba corto, un tanto rebrincadito, mientras Pinar se afanaba en darle aire,
que no en torear, muy pesado y sin parar quieto ni para la foto. A la hora de
matar, el animal ni se inmutó, lo que provocó que el manchego arreara una
pescuecera infame. Su segundo salió echando las manos por delante. Rehusó ir al
caballo en un primer intento, para después entrar queriendo quitarse el palo y
empujando con más fijeza cuando le tapaban la salida. No estaba el animal para
ponerse a humillar. Su labor con la pañosa fue un continuo abusar del pico,
mucha carrera y trapazos al aire, muy fuera y echando al animal también para
afuera. Acabó cazando muletazos allí dónde encontrara toro. Intento de estocada
recibiendo, para acabar de una entera trasera.
A Javier Cortés le tocó el gordote segundo al que recibió
echándoselo encima por ambos pitones. No se le picó, pero eso sí, el palo
siempre acababa en mitad del lomo. En el segundo tercio dejó ver el vicio de
cortar una barbaridad por el pitón derecho, poniendo en apuros a quién tuviera
que coger los palos por ese pitón. Intentando evitar tal defecto, Cortés
comenzó citando por el pitón izquierdo, pues por el otro se acostaba en cada
embestida. Muletazos echando al toro para afuera, más dándole aire, que
toreando. Que ni mucho menos era el toro Jaquetón, pero si a las malas
condiciones del animal unimos el darle aire y nada más. Demasiada carrera para
recolocarse, aunque aún le jaleaban los trapazos, mientras no era capaz de
gobernar ninguno de los arranques del de la Quinta. El quinto era otro torazo
al que recibieron a base de mantazos insustanciales. Le tiraron adónde cayera
para que fuera de lejos al caballo. El pica no se agarró bien y acabó midiendo
el suelo con las costillas. Mal colocado para el siguiente encuentro, casi
debajo del peto, para dejarlo después a mayor distancia. Escarbaba mucho y
tardeaba más aún, pero de repente se arrancó con alegría y allí lo paró con el
palo Juan Francisco Peña, aguantando y agarrándose al palo, en muy buen sitio.
Llevaron al toro a la boca de riego, a ver si, pero fue que no. Seguía
escarbando sin parar y tardando ya en exceso. Ni el picador citando, ni el
vocinglerío del respetable hicieron que se fuera en busca de pelea. No había
manera y no solo era que no quería ir, sino que se dio media vuelta y salió en
busca del que guardaba la puerta, al que no llegó gracias a un oportuno capote.
Parecía que ya había dejado clara su condición, pero no, se insistía en que
fuera de lejos al de tanda y a contraquerencia. Era inútil y poco coherente,
pues ya había cantado su condición. Dale que dale y al final se arrancó desde
la segunda raya. Complicaba a los banderilleros echando la cara arriba.
Acelerado Javier Cortés, se limitaba a aprovechar el viaje del toro, que iba y
venía como un vendaval. Trapazos según le venía el arreón, enganchones, pico y
siempre muy fuera. No sé lo que habría pasado si allí se hubiera puesto algo de
mando, pero lo que desde luego no tenía sentido era limitarse a aventar al de la Quinta. Se tiró con la espada el madrileño saliéndose tanto de la suerte,
que ni llegó a coger toro.
Thomas Dufau cerraba la terna, aunque esperen a ver si
alguien nos cuenta los méritos del francés para entrar en la feria de este año,
quizá por aquel despojo populachero. Pues será por eso. Su primero, de lámina
impresionante, fue recibido por el galo a portagayola, ese lance que para
muchos solo sirve como declaración de intenciones, aunque de verdad, no hace
falta, no es necesario, todos sabemos que todos vienen plenos de ganas y
energía. Se le quedó y punteaba el capote. Lo dejaron de lejos en la primera
vara, para, después de escarbar, se llevara un marronazo en mitad del lomo. Le
hicieron la carioca, mientras el animal solo peleaba con el pitón derecho. Otro
marronazo de segundas, para acabar levantando el palo, momento en el que el
toro aprovechó para cornear el peto. Había allí mucho que torear, incluso
después de que el montado le maltratara de semejante manera. Empezó echando la
cara arriba y tirando arreones, exigiendo mando, poder, pero eso era en otra
ventanilla, no e en la de monsieur Dufau. Trapazos y más trapazos, a lo que
mandara el animal, enganchones, banderazos, muy atropellado, el toro sin
humillar, sin insinuar meter la cara. Se puso pesado queriendo dar pases,
cuando quizá el de la Quinta antes pedía otra cosa. En la suerte suprema el
animalito no hizo ni amago de agachar el hocico, se quedaba esperando, sin
atender a la tela, y cuando veía al espada encima le tiraba un arreón. El sexto
ya de salida parecía quedarse a mitad del lance. Demasiados capotazos para
ponerlo al caballo, donde solo empujaba con un pitón. Le taparon la salida y le
dieron a modo. Muy parado para el segundo encuentro, al uq e para intentar que
se arrancara, el matador no es que lo pusiera más a favor de querencia, en el
seis o si acaso en el cinco, sino que lo dejó más a contraquerencia. Que es
sabido que el sitio de picar es el siete, claro, pero si los animales no van y
no van y siguen sin ir, ya han dejado clara su condición, propiciemos que sea
picado y punto, que no hay que ponerse cabezón, hay que poner solo un poquito
de sentido común, que así ha sido siempre la lidia. Al final acabaron toro y
caballo en los medios, a la par, mientras el jinete no perdía ripio apretando
con el palo. En banderillas ya mostraba el vicio de ir con la cara alta. Se lo
sacó el galo con muletazos por abajo, pero a la sosería del espada se sumaba la
del último cárdeno, que seguía sin meter la cara en el engaño, hasta que llegó
el desarme y el descoloque del torero, jugando al tris tras por la culata del
toro. Y con una estocada tan trasera como la mayoría de los puyazos de la tarde
terminó la primera de feria en la que ni los unos, ni los otros. Que los unos
hicieron que no apareciera el sopor a pesar de los esfuerzos de los otros, los
de luces, pero al final se acabaron juntando el hambre con las ganas de comer.
Enlace programa Tendido de Sol del 12 de mayo de 2019:
4 comentarios:
Lo de la suerte de varas en Madrid no tiene remedio. Ni en el quinto. Picó en el lomo... y no por ser ganadería de las que gustan hay que hacer el paripé de poner al Toro donde se sabe que no va a ir...
Al menos hoy no he dado cabezadas.
Un abrazo Enrique y buena feria....
Por cierto, ¿No habrás engordado?...jeje...
Buenos días, ayer asistí a la corrida y desde mi punto de vista para el que no fuera ha realizado una crónica muy fiel a lo que aconteció en la tarde.
Me gustaría preguntarle por el tercio de varas que se realiza en Madrid.
1) ¿Es necesario esa cuadra tan mastodóntica?
2) ¿Por qué el empecinamiento de picar en el mismo sitio?, ¿acaso no puede un picador salir al encuentro de un manso a los medios o cambiar de lugar?
3) ¿Han perdido los picadores el respecto a esa plaza visto las carnicerías que realizan?
Un saludo.
Fabad:
Creo que a tu última pregunta tengo que contestar que sí, jajajaja. Y en Madrid ya no tiene remedio Madrid mismo.
Un abrazo
Unaprendiz:
Sobre los caballos, no creo que sea el problema el peso, pues tienen el peso reglamentario permitido, ya vestidos con todo. Quizá sea más problemático ese peto infranqueable, sin apenas flexibilidad, que hace imposible el que el toro pueda meter la cabeza y romanear. En cuanto al lugar de picar, de siempre se ha picado a contraquerencia y si el toro no iba, se cambia poco a poco la lidia, primero en el 6, el 5 el 4, hasta llegar, si era necesario, en la querencia del toro. Pero parece que eso lo desconocen todos los que salen al ruedo de Madrid. Y una vez que el toro ya ha dejado de ver lo que es, claro que hay que ir a picarlo cómo sea, para podre continuar la lidia.
Sobre los picadores no creo que hayan perdido el respeto, lo que han perdido es la afición.
Un saludo
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