martes, 17 de mayo de 2022

Esto no hay merendola que lo tape

Una opulenta merendola no puede con una tarde de sopor, pero bastan dos pares de Javier Ambel para sentir el buen sabor del toreo.

Que en esto de los toros, como en todo, hay que venir plenos de optimismo, con ganas de diversión, con ganas de entusiasmarse hasta con las palomas que se posan en el ruedo. Que hay que venir preparados. Bueno, preparados, lo que se dice preparados, los primeros que tendrían que venir son los novilleros, que por muy noveles que sean, por muy aspirantes que sean, por muy entusiastas que sean, al menos que se preparen una miaja. Que no digo yo que vengan hechos unos catedráticos, que de eso tendrán tiempo de sobra, pero hombre, al menos que se sepan las cuatro reglas del toreo. Que no vale con el que se pongan con el esportón lleno de muletazos como para una boda. Y el personal, pues algunos debían venir preparados directamente de la Pradera o de una comilona en el chalet del cuñado, que tiene una mano para las barbacoas. Y para que no nos pille el toro, una buena merienda, con sus sándwiches de marca, algo dulce, pero no empalagoso y un vinillo rico y fresquito que en tarde calurosa entre como si no hubiera aduanas. Que así muy mal tiene que ir la cosa para no pasarse la tarde de rechupete.

Novillos del Conde de Mayalde, ganado aristocrático de sangre azul, pero que apenas se pudo ver, pues los hubo que ni un raspalijón les hicieron en el caballo. Y se notaba que eran de la lata nobleza, pues esa invalidez manifiesta no podía ser otra cosa que gota, el mal de la realeza. Va a ser eso, una novillada afectada de gota. De gota y de una mansedumbre y falta de casta que ya los sándwiches empiezan a saber a poco. Que afán con buscar los terrenos de chiqueros, que afán de salir escopetados del caballo. Que afán de ser anodinos, de no decir nada. Que si se les olvidó echar un termo con café bien cargadito, igual no llegan ni al tercer toro. Pero claro, sí que es verdad que en esto lo central es el toro, pero si los de luces tienden a emparejarse con el ganado y no son capaces de poner lo que a este le falta, pues tenemos la tarde de la segunda novillada de feria.

Santana claros abría el cartel y la verdad es que si le juzgamos a él y a sus compañeros según criterios clásicos de toreo, mejor que se enfrasquen ya con el pata negra, que no hay pena que el jamón no calme, o igual sí. Pero claro, si echamos cuentas comparando con lo que hacen las figuras, este chico, y todos los demás, son maestros consumados de la tauromaquia, que no del toreo. Nulo manejo del capote, nula concepción de la lidia y un toreo de muleta ventajista, según los usos del momento, con el pico, quedando descolocados y sin criterio aparente para elegir uno u otro pitón, con la única aportación ultramoderna de dar naturales con la derecha. Menos mal que entre tanto desasosiego Javier Ambel puso dos pares dejándose llegar al novillo, especialmente en el segundo. Santana Claros se tiro a matar sin salir de la suerte, a consecuencia de lo cual sufrió un revolcón, que según el parte médico le acarreó una cornada envainada de 15 centímetros. En su segundo mucho trallazo algo arrebatado, dando distancia al novillo, pero no yendo más allá de los enganchones, las carreras y la vulgaridad que a medida que se dilataba el trasteo resultaba más insoportable.

El segundo era Isaac Fonseca, que si bien es verdad que mostró disposición y ganas de agradar, una cosa es querer y otra… Que un poquito de cabeza, de sentido común, tampoco está mal. Que no digo yo que lo vaya a poner todo él, porque eso, es un novillero y lo normal y hasta lo lógico es que un novillero quiera llevarse el mundo por delante. Que si el toro está inválido, racionemos los capotazos, que no sea ahora unas verónicas y sigo por chicuelinas y si se tercia le tiro el capote a la cara. Aunque si lo que se pretende es cortar despojos, pues ahí está lo hecho en su segundo novillo, que si me pongo de rodillas y me lo paso por detrás, por delante a puro banderazo. Que lo del pico ya es tendencia, eso parece una batalla perdida, pero lo de los enganchones continuados es algo que no se puede perdonar y quien menos lo acaba perdonando es el toro. Que el apelotonamiento de repertorio al final cansa, que si ahora una arruzina de aquella manera, que si bernadinas atropelladas. Pronto se le verá con el toro y para entonces solo nos queda esperar que conduzcan esas ganas de agradar y que no piense que ese agradar se puede construir sobre la vulgaridad y chabacanería, al menos en Madrid.

Álvaro Burdiel no iba a ser menos y mostró sus dotes como alumno entregado a la causa pegapasista de la modernidad. Que no es que a los novilleros haya que pedirles ser Domingo Ortega, pero tampoco animarles a que solo sacudan telas al viento, que con el capote entiendan que lo que vale es la variedad y no lo fundamental, como es la verónica. Que si se recibe a un toro no es para darle mantazos allá dónde nos lleve, aunque sea hacia toriles, que antes que nada hay que torear y eso… Pero vamos, que esto es un mal tan extendido, que al final parece que habrá quien lo quiera elevar a norma. Que alargar las faenas hasta el infinito lo único que pueden hacer es desesperar al personal, porque un señor poniendo posturas, pegando trapazos con el pico mientras un novillo besa el ruedo una y otra vez, no es agradable, ni bonito y que si se pega un sablazo en mitad del lomo, mejor no adornarse, ni ponerse flamenco. Que si empezamos a sumar y empezamos a echar cuentas del aburrimiento que provoca una corrida de inválidos manseando, y tres novilleros que parece que lo único que buscan es dar trapazos y más trapazos para divertimento del personal, ya pueden ponernos delante un buen jamón, sándwiches variados o un buen vino de la tierra, que al final, esto no hay merendola que lo tape.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

 

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