Ni un detallito en toda una tarde, ni un remate, ni un... |
Tres toreros que ponen banderillas y toda una tarde por delante para que los tres muestren su destreza, su punta de velocidad, su capacidad para frenar, para girar, para derrapar… ¡Ah, no! No, eso no, eso no lo hacen los banderilleros… ¿O sí? Como si fuera tarde de figuras, hubo de parchearse el cartel que anunciaba toros de Torrealta, con dos de Hnos. García Jiménez o lo que es lo mismo, Matilla. Así nos entendemos todos. La plaza estaba rara; tengamos en cuenta que era el día después de la jornada de la infamia que fue la fecha anterior. Aún se hablaba de la vergüenza, del estupor, de la incredulidad, de la necesidad urgente de impedir que se meta o se venda alcohol en la plaza. Que sí, que hay quién no entiende ir a los toros sin sus lingotazos, pero es que estos igual es que se confunden de lugar. Confunden la plaza con un macrobar, una discoteca, un... ¡Caramba! Igual que la empresa y el Centro de Asuntos Taurinos. Entonces, apañados vamos. Que sí que hay mucho jovencito que va pertrechado para un botellón monumental, pero también los hay que se abochornan ante el espectáculo que vemos un día sí y otro también y en una pancarta han plasmado su deseo de “Menos alcohol y más educación”.
El parcheado encierro ha resultado ser una novillada seria.
A unos les tapaba un poco más la cara, con unas cabezas bien armadas. Mal
picados y nada picados, si acaso alguno igual no señaló el puyazo, pero sería
porque estaría hablando el pica por el móvil. Malas lidias en general, dejando
que los animales corretearan demasiado por el ruedo y si alguien lo ha evitado
en sus toros, ha sido el Fandi. Sí, sí, pásmense. Que tiene sus cosas, pero con
el capote medio se apaña. Eso sí, no le pidan gollerías, porque para eso ya no
da. Que si nos paramos a pensar, lo mismo el ganado y sus lidiadores son tal
para cual. Por un lado, lo mismo daban los de Torrealta, que los de Matilla.
Mismos mulos con cuernos y mismos comportamientos, que si uno cabeceaba más en
el peto, que si otro se dejaba más, que si se aburre antes o despues de que le
peguen trapazos, pero al final, todos igual. Y de los de luces, pues al menos
te orientabas por el color del traje de luces, que eso siempre es de gran
ayuda, sobre todo para cuando viene algún neófito a ver a tal o cual y le
tienes que decir quién es, por eso, por los colores del vestido de torear. Y por si esto fuera poco, los tres se atreven
a coger los palos. ¡Qué plácida vida la del peón de un torero banderillero! Que
ya les digo yo, que estos matadores banderilleros hacen más que bien de no
dejar a los peones, no vaya a ser que los descubran. ¿Diferencias? Pues que el
Fandi las pone muy rápido, pero… es que Leo Valadez también va muy rápido.
Bueno y que El Fandi las pone al violín, pero… Escribano también las pone al violín.
¿Entonces? Ya está. El Fandi las pone muy rápido y a veces hasta coge un cuarto
par, no por gusto, sino porque otro está caído en la arena. Esa es una
diferencia. Y Leo Valadez falla en más de una ocasión y solo tira un palo y el
otro cae al suelo. Y Escribano, pues lo mismo, aunque al menos se la jugó en un
par por dentro, citando sentado en el estribo. Que no es que sea el colmo de la
belleza, pero bueno, es diferente, porque en conjunto, los tres las pones a
toro pasado, clavando allá dónde caigan, que ya pueden estar en mitad del lomo,
que el gentío se lo jaleará con entusiasmo.
Del toreo de uno y otro y el de más allá, pues más de lo
mismo, acelerados, con el pico de la muleta, fuera de cacho, teniendo que
correr constantemente para recuperar el sitio, mucho enganchón y con faenas
eternas y hasta poco soportables. Y aquí pongan ustedes delante el nombre de
cualquiera de los tres. Y a la hora de entrar a matar, pues casi pasamos
capítulo. Si acaso ese vicio tan feo de tirar el trapo a los pies del toro,
como hizo Valadez en el último. ¡Hombre! Esta sí que fue una buena estocada, en
el sitio. Eso sí, tanto como para darle un despojo, que también, vaya premio.
Tanto que hablan de innovar en esto de los toros y siguen cortando despojos del
toro. No sé, es como si en un combate de boxeo al ganador le dieran la coquilla
del adversario o en un partido de fútbol las camisetas de los… espera, que eso
ya lo hacen. Que no podrían darle al triunfados una caja de bombones, unas
galletas o ya puestos, algo más a mano, un lingotazo con los que el público se
anima y coge fuerzas para mandarte callar, para que pidas más despojos o para
que bieeeejjjnneees a placer. Y ahora se extrañaran que en este ambiente
tabernario no se contagien los de luces y cuando cojan los palos pidan palos
para todos, como si le gritaran a los del callejón: ¡niñooooo! Pon aquí a estos
señores otra ronda de banderillas.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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