martes, 31 de mayo de 2022

Juran que les oyeron rebuznar

Siempre provoca el aplauso del personal el ver a un peón querer llevar el toro a una mano a punta de capote, pero una cosa es llevarlo templando la embestida y otra a todo correr, como si se tratara de una carrera.


Lo contentos que íbamos a la plaza esperando ver una corrida de toros. Los había que decían: ¡Son de Gamero Cívico! ¡Es un encaste minoritario! Y a la salida solo se escuchaba faltar al honor de unas reses legendarias, la raza morucha. ¡Cómo una moruchada! Ya hubieran querido que lo de Isabel y Samuel Flores se hubieran comportado como moruchos. Que al lado de esto, lo morucho es canelita en rama. Que ha habido bueyes de tiro con más genio que lo que se ha visto en la plaza de Madrid. Que los ha habido que a la salida iban por el patio de caballos para hacerse una foto con las carretas del Rocío. Aunque no crean, que la tarde ha dado para que los aficionados entablaran flamígeros debates sobre el ganado que iba saliendo por la misma puerta por la que habitualmente salen los toros. ¡Que son ciervos! ¡Que son bueyes! ¡Que son…! Y no se ponían de acuerdo. Quizá si hubiera sido en tiempo de la berrea se habrían aclarado las cosas un poquito. Si dicen “Beeeeee” ciervos y si dicen “muuuuu” bueyes. Pero solo nos habría faltado tener que esperar para confirmar algo que ya sabíamos, que eso no pasa por toro de lidia. Y no digo toro bravo, porque entonces podrían llamarme cosas feas y tampoco es cuestión de faltarnos al respeto por culpa de unos engendros. La pregunta que surgía aquí y allá era que con qué había cruzado la ganadería la familia Flores, para que le salieran esos animales con esas cabezas tan, tan desproporcionadas. Que echamos quince o veinte años atrás y perdónenme, pero la historia era bien diferente.  

De los matadores, pues van a decir ustedes que a todo se le ponen pegas, pero es que lo ponen muy fácil, que la verdad, salvo el sobrero de José Cruz, aquello no tenía otra cosa que darles por abajo y poquito más, bastaba con intentar al menos no acrecentar los muchos defectos de lo de la familia Flores. Ellos tenían en la cabeza que solo se torea con derechazos y naturales y en el pecado llevaron la penitencia. El primero ya amagaba con querer echar la cara arriba en el caballo, lo confirmó en el segundo tercio, queriendo llegar a las estrellas y Damián Castaño se limitó a pegarle mantazos rematados con el consiguiente banderazo, permitiendo que le tocara en exceso el engaño. Al contrario de lo deseable, le hizo todo para empeorar la condición del animal.

El segundo, para Fernando Robleño, nada más salir ya presentó su condición, queriendo saltar por dos veces, claro rasgo de mansedumbre, pero en esas escapadas frustradas también dio la sensación de tener algo en la vista, como si no calculara bien las distancias. En el caballo se empleó el pica, dándole en los dos encuentros. El animal perdía las manos repetidamente, lo que continuó, pasando por banderillas en que buscaba como un mulo con la cara a media altura, en el último tercio, con la colaboración de Robleño, pegándole trallazos, sin templar nunca, con muchas carreras, empeñado en dar derechazos y más derechazos. Concluyó con un espadazo haciendo guardia.

A morenito de Aranda le devolvieron su primero por manifiesta invalidez, saliendo uno de José Cruz, un toro con aspecto de toro, con comportamiento de toro, aunque tampoco era don perfecto. En el caballo cabeceaba contra el peto, se fue suelto y para evitar esto, en el siguiente encuentro le taparon la salida. Morenito le recibió con la muleta a base de trallazos, lo que hacía que el toro se cayera. Continuó por la derecha y el toro empezó a meter la cabeza, le citó dándole distancia, pero siempre se repetía la historia del trallazo acelerado. La falta de temple fue el principal inconveniente para que el espada no se hiciera con el de José Cruz, que entraba una y otra vez. Pico, pierna retrasada, enganchones y le bastó una prueba enganchada con la zurda para volver a la diestra con esa sarta de trapazos, mientras el toro acudía al engaño una y otra vez.

El cuarto, de Samuel Flores, asomó por toriles provocando la admiración del respetable, no sé si por las dimensiones de su arboladura o porque lo confundieron con un ciervo, creyendo que detrás aparecería el trineo de Papa Noel. Que cosa más horrorosamente desproporcionada y para colmo, huía de los capotes. Robleño lo sujetó con capotazos tapándole la cara. En el caballo entró como un mulo, sin intención de humillar jamás. La faena de muleta fue una muestra de trapazos sin parar quieto, a un animal que entraba con la cara a media altura, sin meter la cabeza jamás.

El quinto ya arrancó el capote a Morenito de Aranda en los lances de recibo, entraba al caballo cabeceando, pero enseguida empujaba con fijeza, en la primera vara de Héctor Piña, perop tuvo que ser sustituido por haber sido herido el caballo. Tuvo que ir en su lugar el que guardaba la puerta, aunque olvidando aquello de que los caballos circulaban por el ruedo en sentido opuesto a las agujas del reloj. Evidentemente tenía que salir un reserva a guardar la puerta, lo que se demoró en exceso, dando una idea de lo poco pendiente que está todo el mundo de seguir la lidia y de actuar cuando es necesario. A Morenito le costó encontrarse y cuando al final se puso a pegarle derechazos, el toro se le quería marchar. Muletazos por alto, derrotes y enganchones, dando la sensación de que el matador no podía con el mulo. Trapazos y más trapazos, hasta llegar a oír un aviso antes de montar la espada y uno más después de un pinchazo y un bajonazo muy descarado.

El peor presentado fue el sexto, el de Damián Castaño, que ya sembraba dudas entre buey, ciervo o cabra. Corretón, no se le cuidó en el primer tercio en cuanto a llevarle y colocarle en el caballo, donde se limitó a tirar derrotes al peto. El salmantino no cambió el rumbo y desde el primer muletazo ya empezó con lo de siempre, trapazos, pico, muchas carreras, quedando a merced del toro, con el que no se hizo en ningún momento, empeñado en los derechazos de rigor, sin plantearse el lidiarlo, a ver si así dejaba de estar aperreado con el otro de Samuel. Una entera caída haciendo guardia y aquí concluyó su confirmación, diez años después de la alternativa. Una vez hubo doblado el sexto de la tarde, el personal salió corriendo, no fuera a ser que a alguno se le ocurriera echar el cerrojo a la plaza y que fueran saltando al ruedo más de Samuel e Isabel Flores, que eso no hay cuerpo que lo aguante. Y comentaban unos y otros de la corrida y un caballero muy elegante me dijo entre sorprendido, asustado e indignado hablando de los toros: juran que les oyeron rebuznar.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

Angela Ramos dijo...

Que gran post, me encantan leer este tipo de post contando una historia o vivencia. La verdad que no soy yo muy aficionada a los toros, aunque es verdad que desde que me llevo mi abuelo a una corrida aquí en sevilla me llaman la atención y esta empezando a gustarme este mundo, ese dia habia una ganaderia de reses bravas con unos ejemplares inmensos y me dijo mi abuelo que erán del Famoso Luis Algarra y de su ganadería, yo quede anonadada de los bicharracos. Desde eso instante empece a gustarme y empece a entender muchas cosas. Gracias por compartir.