A veces el toreo abstracto entusiasma mucho más que el toreo clásico, para que luego digan que lo abstracto no gusta. |
Una tarde de esas, de esas qué, una tarde, ¡Vaya tarde! Con un ambiente, un ambientazo, ¡vaya ambientazo! Uno que entra por la bocana y lo primero que suelta es un ¡Vivasssspaña! A otro le paran con una bolsa de hielos como para detener el cambio climático; a otros no les retiran las botellas de cristal, pero sí cuando ya se han bebido el güisqui y la ginebra, que más bien parecía que es un nuevo servicio de la empresa, te trincas el alcoholazo y se te llevan los cascos, ¡qué detallazo! Para que luego digan de Plaza1, que visto lo visto, pensarán que están en todo. Lo que ha extrañado es que en esta ocasión no había tantas fieles a Manza como tardes pretéritas. ¡Qué está pasando! Ni un ¡Guapo! Ni un parpadeo pícaro al alicantino. ¿Es que ya no nos encandila como antes? ¿Es que hemos entregado nuestra honra a otro más joven, más galano y con más desparpajo farandulero? ¿O es que ahora que se nos echa la calor preferimos alguien que nos abanique hasta echarnos a perder el peinado de peluquería? Si ya lo decía Almaviva, la donna è mobile qual piuma al vento, muta d’accento e di torero.
Cartel primoroso, que hasta un portero me lo anunciaba al
llegar a la plaza. Toros de Jandilla, a modo para las figuras y tres figuras,
Castella, que volvía después de su retiro sabático; Manzanares, que da color y
glamour allá dónde se anuncie; y Pablo Aguado, que sigue con esa etiqueta de la
naturalidad, aunque que no se despiste, porque se la están cambiando por otra
menos biensonante. Lo de Jandilla ha presentado unas láminas de primor, quizá
alguno bajaba un pelín pero nada, seamos optimistas, que luego nos tratan de
derrotistas, de malajes, de amargados y no es plan, que los comentarios luego
los lee la familia y pasan un mal rato. Pues eso, bien presentados sí que
estaban, pero… Aquí viene el pero. Lo de mantenerse en pie era un verdadero
triunfo. Que no se ha echado ninguno para atrás, pues porque en el palco debían
estar con el pinto pinto con el pañuelo blanco y el verde y al final siempre ha
ganado el blanco. Picar, lo que se dice picar, a ver, ¿qué entendemos por
picar? Si es que el toro vaya, choque los cinco con el de aúpa y estén ahí un
rato de plática, pues venga, han picado a los seis, incluso alguno se ha quedado
dormido apoyado en el peto, o que tendría más que contar que los demás. Pero la
verdad, tampoco creo que el raspalijón puede considerarse como un puyazo, ni en
esta modernidad ñoña y con aspiraciones incruentas. Quizá solo el sexto, que
puso en apuros a Mario Benítez y que si no se agarra bien al palo con firmeza,
igual no solo le descabalgaba el de Jandilla, sino que hasta podría haberse
llevado una buena costalada de esas de acordarse toda la noche. Eso sí, como
buenos pupilos de la tauromaquia reguetón, en la muleta iban y venían que para
qué más. Sosos como la sopa de un hospital, pero acudían y todo. Que parecía
que estaban para recibir los óleos y los muy canallas se arrancaban. Eso sí,
gracias a la colaboración de los de luces, entre trallazos, tirones y absoluta
ausencia de temple, poco tardaban en besar de nuevo la arena, aunque hoy, tarde
de tópicos y frases hechas sin sentidos, podría decir el albero de Madrid. ¡Qué
bonito! El albero de Madrid, la playa de Madrid, la exigencia de Madrid… ¡Ay,
no! Eso no, que igual hay quien se me ofende y no quiero yo.
Una tarde en la que el calor no ha apretado demasiado, pero
la gente tendría sed y anda que no volaban los barreños esos llenos de
cualquier mezcla alcohólica. Si los había que salían en todos los toros.
Volaban y hasta aterrizaban en la espalda del de delante. Pero no pasaba nada,
se pedía otro y punto, total, si ya son hasta más baratos que una entrada, no
como antes. Y en estas, pues vamos a disfrutar, a pasarlo bien en los toros. A
gozarla con Sebastián Castella, antes Monsieur Castelá, que otra cosa no
tendrá, pero previsible es un rato. Con el capote y en los dos primero tercios,
no le esperen, porque no está. En su primero ya con la muleta, dando aire,
pico, carreras y hasta atropellado por momentos, mientras el animalito luchaba
por mantenerse en pie, pero aún así, seguía el trapo rojo. Pero el apocalipshit
llegó en el cuarto, no cuarto cubata, que puede ser, en el cuarto toro de la
tarde. Que se le apelotonaron los lances de capote, pero eso es lo de menos.
Tirones y caídos iban de la mano, pero aún así, tuvo arrestos para levantar al
caballo. Se dolió en banderillas, pero nos esperaba lo más grande. Castella
dando derechazos y más derechazos. Antes telonazos, que siempre gustan, para
cerrar con el pico. Tomó la diestra, sobre la que desarrolló prácticamente toda
su labor. Muchos pases, siempre con el pico, fuera de cacho, trallazos sin
temple, salpicados de enganchones. Cambió de pitón y más carreras y más enganchones,
dando la sensación de que el toro se le podía venir arriba. El acudía a todo
una y otra vez y después de volver al derecho, retornó al zocato, con la muleta
muy atravesada, lo que no impedía que esa malva embistiendo dejara de hacerlo.
Luego, para que se perdieran las cabezas, más trapazos encimistas, vulgar y
perfilero, demasiado, manoletinas y una estocada en el sitio. Pues hala, a lo
loco, a lo loco, dos orejas, que anda que no disfrutó el de Beziers. Hubo a
quién le pareció demasiada benevolencia del palco, a otros les supo a poco y a
otros, que también los hubo, un disparate más a sumar a la ya larga lista que
están elaborando entre todos los presidente, los mulilleros, los peones que
entorpecen el proceso del arrastre, el público deseoso de contar despojos y el
patrocinador principal de la feria, Garrafón Gin.
Manzanares anduvo por allí. A su primero, que buscaba los
terrenos donde se le molestara, le dejó a su aire, para luego intentar liarse a
pegar muletazos, si el animal no se le venía al suelo, lo que solía suceder
entre tanto tirón destemplado. Que no templó ni una guitarra. Pico, tirones… lo
de siempre. Se quiso venir arriba en un arrebato de fin de faena, pero nada y
con el bajonazo que soltó, si aún había algún partidario esperando algo, se le
quitó la idea de golpe. Su segundo no paraba de buscar las tablas durante toda
la lidia y si se le quería pasar de muleta, se caía. Se le paró pronto y
Manzanares se limitaba a merodearle unas veces y a enhebrar enganchones otras. Pablo
Aguado se las vio con dos inválidos, que el sexto a las primeras se despanzurró
en el suelo. Mala lidia y no me digan por qué, pero cuanto más se protestaba la
invalidez, el espada alargaba más la faena. Siempre me han sorprendido los
toreros que cuando se les protesta su labor, alargan innecesaria e
injustificadamente el trasteo. Es como si quisieran castigar al personal con su
incompetencia, reconocida por ellos mismos con esta actitud. Finalmente las
divinidades taurinas le castigaron haciéndole pasar un mal rato con los aceros.
Justicia divina, que dicen. Pero a nada que dobló el último Jandilla, para allá
que corrían las gentes, algunas incluso con el vaso en la mano, escaleras abajo.
Que si pensamos en lo consumido, para bajarlo bien, quizá deberían haber tomado
a cuestas a Castella y haberlo llevado en manifestación taurina hasta Sol, ida
y vuelta, a ver si así ya les bajaban los índices, que luego nos paran los
señores de azul o los del tricornio y a ver cómo les explicamos que venimos de
ver una apocalipshit taurómaca. Así que, ¡ojito con los controles de
alcoholemia!
Enlace programa tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
2 comentarios:
Enrique, otra tarde sin interés en la que palmas y cubatas fueron los protagonistas. Hemos dado un paso más, pero hacia atrás, en lo que se refiere a la credibilidad de la plaza. El presidente no es serio, ¿dónde están esos papeles para firmar su destitución? Igual quiere pasar a la historia por conceder el primer rabo de este siglo.
Un abrazo
J. Carlos
J. Carlos:
Esa es una amenaza que nos sobrevuela todos los días y no te diría yo que no tuvieran hasta la fecha ya designada para ello.
Un abrazo
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