martes, 2 de mayo de 2023

Pues a mi cuñado le ha gustado

La gran pregunta es que qué enseñan en las escuelas. Que los preparan, supuestamente, y luego nos los mandan con sus partidarios en un paquete único, para que todos podamos ser testigos de sus avances... o no.

Antes esto era la feria de la Comunidad, más toros para los abonados, luego no obligaban a sacar el abono y la cosa decayó y al final nos encontramos con una novillada con seis hierros, seis, de la provincia de Madrid. La cosa sonaba de principio, rara, pero al final el ganado ha sido lo mejor de la tarde, mucho mejor de lo que muchos esperaban; no quieran pensar lo que estos imaginaban. Podría haber sido un batiburrillo descontrolado, pero bueno, la cosa no ha salido mal. Quizá las carencias más destacables hayan sido las de los propios novilleros, muy al uso actual, y el público, que parecía haber acudido a la plaza llamado por no se sabe qué causa. Además resultaba evidente que muchos era la primera vez que venían a las Ventas a ver toros, que igual antes ya habían visitado esta plaza para ver a Loquillo, el Circo Mundial o la Fiesta de la Cerveza. Pero a otros cosos seguro que sí han acudido y además les hacían caso al pedir música, al pedir orejas por… no sé, pero las han pedido, pregúntenle a los demandantes, al pedir que se callen a los que protestan cuando se sienten timados, al pedir que salude el paisano desde el otro extremo de la plaza mientras móvil en mano le grita: “¿No me ves? Estoy aquí, donde la señora del vestido rojo grande, sí, con el Chino y mi cuñao”. Pues sí, estos han salido encantados y defraudados. Encantados porque le han dado una oreja al del pueblo de la Manoli y defraudados porque no se la han dado al de su colega el de Zarzaquemada. Será por orejas.

El ganado ya he dicho que era variado, pero de hierros, que de procedencia, bueno… dejémoslo estar. Guerrero y Carpintero el primero, bien presentado, al que dejaron corretear en exceso por el ruedo, que derribó en el primer encuentro con un puyazo trasero y mientras se cumplía con el show de levantar el penco, le dieron entre cien y doce mil mantazos destemplados, lo que puede que acusara en el último tercio. Álvaro Seseña apenas daba para quitárselo de encima con la muleta y después de tirar del pico descaradamente y largar tela, pues a acortar distancias sin motivo, pero dando gusto a los partidarios. El segundo uno de Montealto, al que García Pulido recetó mantazos de trámite, como si estos aún no contaran para el transcurso de la lidia. Una primera vara con castigo, con el animal peleando con fijeza. Luego solo un picotazo, empezando a escarbar. En la muleta su matador abusó escandalosamente del pico, en una tanda por el derecho el novillo caminaba despacito y algunos lo tomaron como un derroche de temple, aunque… Poses, por aquí y por allá, el engaño siempre al bies, atravesadísimo, citando desde muy fuera y una estocada fulminante que hizo que el personal viera el cielo abierto para sacar los pañuelos al viento. El tercero, de Villanueva, con aspecto bueyuno y cabeza demasiado cómodo, apretado de cuerna, que recibió sin mimo en el caballo, mientras le tapaban la salida, como no. Víctor Cerraro, que ya de inicio puso poco o ningún cuidado en evitar mantazos innecesarios, con la pañosa se limitó a lo que todos. Trapazos acelerados, muy, muy fuera, permitiendo que el novillo empezara a hacer por su cuenta, hasta acabar un pelín aperreado, pero no hay nada que un bajonazo no solucione, ¿verdad?

El cuarto, de Ángel Luis Peña, de salida, cuando le esperaban a portagayola, se llevó puesto el capote de Álvaro Seseña, haciéndolo jirones en su deambular desordenado por el ruedo. Dos faroles de rodillas y a seguir el vagar errático por el ruedo sin que nadie hiciera por sujetarlo. Mal picado, mientras el novillero no acababa de saber ni cómo, ni por dónde. Tiró el muchacho de repertorio vanguardista con banderazos por detrás, por delante, por las nubes, un trallazo y el toro a besar la arena. Brazo largo, mucho pico, hasta la exageración, pleno de una vulgaridad poco sufrible. Al quinto de El Retamar, que salió con un pitón astillado, le recibió García Pulido con solemnes mantazos, sin reparar que parecía desplazarse de largo. Pero lo que podía haber merecido la pena se vino abajo primero con un marronazo en la paletilla y un picotazo, Saliéndose del peto al que antes había derrotado con desesperación. Y luego ya era la hora de los trapazos desangelados, sin ambición, sin buscar, aunque fuera apoyado por el paisanaje, la puerta grande. Al final este no era su buen primero, quizá este requería algo más que el pico y la desgana. Y el sexto, de Zacarías Moreno, acabó siendo el más deslucido, se le mire por dónde se le mire. Feo, destartalado, sin presencia ninguna, al que además le dieron capotazos como si no hubiera un mañana, para seguir con dos cuchilladas en la barriga por parte del de a caballo. Y Víctor Cerrato, aparte de estar aperreado con el animal, no dio para más que para largar trapazos enganchados y casi estando a merced de lo que dijera el novillo. Y sería por pundonor mal entendido o vaya a saber usted por qué, en lugar de plantearse la suerte suprema intentando entrar, dejar la espada en todo lo alto, dar un muletazo como si fuera uno de pecho y salir librando los pitones, pues el hombre decidió tirarse sobre el lomo, echando la muleta al viento. Que estas cosas a unos no les gustan nada, porque entienden que eso tiene mucho de show y poco de toreo, que no conciben que los novilleros vengan a Madrid con tan escaso bagaje, con tan limitados recursos, pero como de todo tiene que haber, a otros les entusiasmaron estos números circenses, el que al paisano le pudieran pedir una oreja y luego, cuando se lo comenten a la familia, siempre habrá quien haga un escueto resumen de la tarde y cerrará cualquier posible debate con un “pues a mi cuñado le ha gustado”.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

 

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