Cómo estaría la cosa, que hicieron desmonterarse a Iván García con un palo en el suelo |
Cuánto se clama por una oportunidad, una oportunidad para conseguir un trabajo, para obtener un ascenso en ese trabajo, para demostrarle a la pareja que aquello no era lo que parecía, para demostrarle al Cholo que uno puede ser un trotón sin freno, como a él le gusta o para mostrar en la plaza de Madrid el merecimiento para entrar en todos los carteles de todas las ferias del orbe taurino. Pero estas hay que agarrarlas con fuerza, hasta con los dientes, si llega el caso y no dejarlas escapar, y ya puestos, si te pones, te amarras a ella con una maroma de barco y hasta dónde se llegue, se ha llegado; al cielo, al infierno, al purgatorio, a la gloria o… pero hay que estar dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias. Que si resulta que el ganadero, en este caso el del Pilar, manda una corrida para que se toree, para demostrar lo que cada uno puede dar de sí, lo que no se puede dar es la sensación de que uno pasaba por allí y que no tenía el día para complicarse la existencia. Pero también pasa que así es como más te la complicas, cuando transmites la idea de que todo te da igual y que no tienes ni una chispita de afición, como ha sido el caso de Tomás Campos y Francisco José Espada. Javier Cortés al menos ha demostrado dignidad, querer, aunque luego la realidad no sea solo querer, pero al menos ha estado.
Corrida del Pilar bien presentada y con un punto de casta,
presentando las dificultades lógicas del toro de lidia, sin ser la tonta del
bote, todo lo que se les hiciera tendría mérito y les aseguro que se les podían
hacer muchas cosas; eso sí, que nadie piense en eso del toro colaborador, el
toro formal, el del ritmo, el bravo con mimbres de manso, el… nada con lo que
tanto nos ofenden los taurinos próceres de la modernidad. Si ha habido alguno
que hasta se ha permitido empujar en el caballo metiendo los riñones. El
primero fue picado trasero, empujó cumpliendo en el caballo, mientras le
tapaban la salida. Había que hacerle todo por abajo, porque en el momento en
que olía las alturas tiraba un derrote y complicaba las cosas para el espada.
Javier Cortés tuvo el mérito de tirar del toro, de bajarle la mano, demasiado
despatarrado y sin apenas templar. Por momentos retrasaba la pierna de salida y
estiraba el brazo en exceso. Por el pitón izquierdo el toro parecía que tenía
las de ganar, imponiendo este su velocidad, mientras el madrileño intentaba
quitárselo de encima de la mejor manera posible. Volvió a la diestra y de nuevo
por abajo pudo retomar el mando; todo lo que fuera por arriba conllevaba el
riesgo de verse cogido. Quizá le sobró la última tanda, más perfilero y
empalmando más que ligando los muletazos. Y querría señalar que muy
posiblemente todo el trasteo fue posible por la buena lidia previa de Luis
González, que no dio ni un capotazo de más, ni innecesario.
A su segundo lo recogió Javier Cortés evitando al del Pilar
carreras inútiles. Buscaba el capote con codicia, pero en el caballo su
reacción fue la de liarse a cabezazos con el peto, donde apenas fue castigado.
Quite por chicuelinas del matador, ajustadas, sin menearse un dedo, rematando
con una media. Comenzó el trasteo dándole aire al toro con unos estatuarios a
pies juntos sin rectificar en ninguno de los tres, rematando con una vistosa
trincherilla. A partir de ahí se sucedieron muletazos deslavazados en línea y
echándoselo para afuera. Se lo sacó más allá del tercio, pero la cosa iba en
decadencia, el animal se empezaba a quedar, entraba como un mulo, mientras que
Cortés si acaso acompañaba, teniéndose que recolocar a cada pase. Una actuación
que se puede calificar como digna y más si se compara con sus compañeros de
terna.
Tomás Campos demostró entre muy poco y nada y lo que dejó
ver no es para sentirse muy satisfecho. Mucho capotazo a su primero, mala lidia
y sin cuidar la colocación en el caballo, donde de primeras parecía que el del
Pilar iba a pelear al sentir el castigo, pero todo fue un espejismo, se limitó
a dejarse y poco más. Muchas dudas de Campos desde el inicio del trasteo de
muleta, que si por aquí me da un susto, que si por izquierdo me la engancha,
que si le rondo a ver por dónde, banderazos y dejándose estar a merced del
toro, sin saber, ni poder, simplemente aguantando los viajes del animal, no
porque fuera una alimaña, sino porque la capacidad de su lidiador ofrecía
demasiadas lagunas. Para acabar con un bajonazo vergonzoso. Su segundo, el que
hacía quinto, salió echando las manos por delante y revolviéndose, a lo que
Campos solo respondía intentando quitárselo de encima como fuera, porque se lo
comía. Mala lidia en el primer tercio, mal tercio de banderillas. El castaño
apretaba en el peto mientras le tapaban la salida, con un puyazo en mitad el
lomo. Otra faena plena de deficiencias, muy fuera, sin saber por dónde meterle
mano al del Pilar, pico y más pico, dejándose tocar la tela y además, por si
fuera poco, se nos puso demasiado pesadito, lo que no suponía otra cosa que
evidenciar más los defectos y los escasos conocimientos para la lidia. Otro
bajonazo más allá incluso de la paletilla cerraba su tarde, de la que debería
pensarse muchas cosas para el futuro, pero muchas.
Y el tercero era Francisco José Espada, al que algunos ya
habíamos olvidado de sus presencias pasadas de novillero en esta plaza y del
que nos gustaría olvidar y muy pronto su presencia más reciente. Recibió a su primero
con un dubitativo manteo sin criterio, para rematar a una mano, él sabrá por
qué. El animal peleó en el peto cuando buscaba la salida para afuera, para
después quedarse allí parado sin más. Espada pronto comenzó a mostrar su idea
vulgar del toreo, mucho pico, trallazos destemplados, a las primeras de cambio
el animal se le quería marchar, pero si se le dejaba el engaño, iba con idea de
querer coger aquel trapo rojo. El toro se toreaba solo y el madrileño si acaso
acompañaba, que no toreaba. Siempre muy fuera, sin poder nunca a este tercero.
Al menos no le quitaba el trapo, que ya es algo, vueltas y más vueltas, para
acabar en un arrimón que más que demostrar ganas, mostraba todas sus carencias.
Una faena eterna, un aviso antes de entrar a matar, pero él no tenía prisa, al cambiar
el palo de mentira por la espada, aún se permitió deleitar al personal con unas
manoletinas. Al que cerraba plaza le obsequió unos mantazos sin gracia y sin
intención alguna. Suelto, se fue al que guardaba la puerta, donde empujó
mientras le tapaban la salida. Un desorden absoluto en el ruedo, pero el
matador igual se reservaba para el último tercio. Más trapazos con el pico,
venga a correr, vulgarísimo, chabacano, venga a soltar un trapazo tras otro y
además alargando demasiado el aburrimiento y hasta cierto enfado del personal,
que ya tenía claro hasta dónde podía llegar Espada. Enganchones, apatía, para
desembocar de nuevo en el arrimón que tanto parecía gustar a los partidarios,
abrazado al lomo del toro, parecía cualquier cosa que es mejor no nombrar, más
que un matador de toros. Y por si esto fuera poco, mitin con el descabello, perdonándosele
desde el palco el que sonara el tercer aviso. Que los partidarios de algunos de
la terna igual piden, exigen que se les ponga a sus toreros en todas las plazas
del mundo, pero hay una cosa clara, nítida, que las oportunidades vuelan si no
se aprovechan.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
2 comentarios:
la lidia del primer toro de cortes fue de Antonio molina y si fue buenisima
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