¿Para esta chusma se cría el toro de lidia? |
Anda que no se han vivido tardes de bochorno en la plaza de
Madrid, tardes de escándalo ganadero, de fracasos de los actuantes, de palcos
infames y de públicos verbeneros, pero lo sucedido en la tarde de los seis
toros de Ureña ha sobrepasado cualquier limite posible e imaginable. Algo que
por mucho que se intentara, no tenía explicación, nadie la encontraba, los
habituales nos mirábamos, nos preguntábamos y la sensación era que estando
sentados en el patio de nuestra casa, de repente han echado la puerta abajo una
masa, una muchedumbre, una chusma sin honor, sin vergüenza y se han dedicado a
tirar abajo, a quemar los muebles, las cortinas, las alfombras que heredamos de
nuestros mayores, han abierto los cajones y han desperdigado al aire todos los
recuerdos que atesorábamos en nuestro corazón, todos los recuerdos que nos
formaron, los que forjaron nuestro ser, lo que nos enseñó a caminar por la
vida. Han sacado los libros de nuestra vida y han formado una pira gigante,
mientras solo nos quedaba ocultarnos de esa grey tumultuaria, bárbara que con
sus risotadas y alaridos de animales danzaban alrededor del fuego que convertía
todas esas páginas de saber, de secretos, de alegrías, de incertidumbres, en
humo que escapaba de aquella orgía infernal queriendo esquivar esos negros
nubarrones, para llegar al cielo, un cielo dónde no cabe, dónde no llega toda
esta inmundicia firmada por esta chusma rebosando alcohol o lo que sea. Otros
días, a esta misma hora, estaría consultando mis notas, intentando contar cómo
había visto yo el festejo del día, pero hoy, perdónenme, me siento ridículo viéndome
echándole un vistazo a la libreta y que si este toro manseaba o si el matador
se esmeraba en la lidia. Me siento como si después de un bombardeo me
preocupara por si la ropa ya se ha secado en el tendedero. Si con la casa
convertida en un amasijo de cascotes encontramos la chapa del buzón con el
nombre y dirección de un lugar que ya no existe, porque ha sido reducido a
cascotes por una chusma infame.
No sé si esto es por lo que claman desde hace tiempo los
señores de los micrófonos de la tele del movimiento, si responde a esa
aspiración de público verbenero del señor Amón, si así les gusta la plaza al señor
Esplá o Fernández Román, si esta es la fiesta a la que aspira Emilio Muñoz,
maxi o Germán, porque si esto es lo quieren… Espero que se hayan dado cuenta de
que el mundo que ellos pretenden es imposible, que esta chusma que ellos
alimentan y jalean puede llegar a ser un ente descontrolado que arrase con lo
que se les ponga por delante, sin mirar más allá del vaso rebosante de alcohol.
Esa chusma no solo es capaz de linchar a la plaza de Madrid y colgarla del
primer árbol que tengan a mano, sino que lo desean, pareciendo que cumplen una
venganza, que sacian rencores y envidias acomplejadas ante lo que para ellos es
inalcanzable. Esta chusma que se siente satisfecha de tirar por tierra la
gloria, la historia de esta plaza, sin darse cuenta de que son la vergüenza de
su tierra, de su propia casa. Que a muchos aficionados de su tierra les habrán
hecho sonrojar, lamentando compartir con ellos la misma tierra, porque ellos no
son así, ellos no odian la grandeza, la quieren vivir, la quieren disfrutar y
desean con toda su alma sentirse acogidos por ella una vez más, como tantas
veces lo fueron.
Siento profundamente no poder, no querer detenerme en lo
sucedido en esta tarde en la que Paco Ureña se encerraba con seis toros, o lo
que fuera aquello. Siento que Ureña se deje engañar por esos cantos de sirena
que solo le pueden llevar al precipicio, mientras él se siente satisfecho y falsa
y cínicamente honrado por una plaza que no es la de Madrid. Esosí, que sepa una
cosa, el día en que vuelva a ser lo que fue, esta chusma tampoco sabrá
valorarlo, ni agradecerlo y quizá tampoco recordarlo. Seis toros muy escogidos
de La Ventana del Puerto, Domingo Hernández, Adolfo Martín, José Vázquez, Juan
pedro Domecq, Victoriano del Río y el sobrero quinto del Conde de Mayalde. Un encierro
nefasto, flojo, sin picarles, como si fueran hijos de la misma vaca, con los
que Paco Ureña ha sido incapaz de dar un solo muletazo de verdad, con los que
ha mostrado todas las precauciones, inseguridades, incapacidad y falta de ideas
y recursos necesarios para un compromiso así. Él venía a triunfar y se ha
querido creer que lo ha hecho bajo un chaparrón, despatarrado, todo trampas,
todo destoreo, mientras la chusma le aclamaba, mientras la chusma le engañaba.
Siempre he considerado a este torero como un ejemplo de honradez, de entrega,
entrega hasta más allá de los límites, un torero al que en más de una ocasión
le he escuchado decir que los toros no es que sean malos o buenos, es que si no
triunfa es porque él no los ha sabido entender. ¿Cabe mayor rasgo de honradez,
de torería, incluso? Pero en esta ocasión, si se ha dejado llevar por el
hechizo de la chusma, quizá solo podría rogar a la providencia que le abra los
ojos y le permita ver con claridad lo sucedido esta tarde, en que esa chusma ha
decidido celebrar lo que ellos consideraban un triunfo sembrando el ruedo de
Madrid de almohadillas, incluso alguna lata de cerveza llena, mientras Ureña y
la cuadrillas solo intentaban que el toro doblara. Así estamos, intentando
digerir lo que no podemos asimilar, lo que no sé si queremos asimilar. Esos a
los que molesta una protesta, un pitido, unas palmas o una voz pidiendo el
toro, que este se cruce, que denuncie un bajonazo, que se mate con la espada y
no con el verduguillo. Esto que esta tarde ha habido que repetir demasiadas
veces, pero estábamos sentados en el patio de nuestra casa esperando poder
entregarnos en cuerpo y alma al toro y a la casta y la chusma de los botellones
asalto Madrid.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
2 comentarios:
Vergüenza se queda corto
Ahora que está acabando esto, ¿se sabe si llegó a abrir el Batán como decían?
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