Lo contentos que íbamos a la plaza esperando ver una corrida
de toros. Los había que decían: ¡Son de Gamero Cívico! ¡Es un encaste
minoritario! Y a la salida solo se escuchaba faltar al honor de unas reses
legendarias, la raza morucha. ¡Cómo una moruchada! Ya hubieran querido que lo
de Isabel y Samuel Flores se hubieran comportado como moruchos. Que al lado de
esto, lo morucho es canelita en rama. Que ha habido bueyes de tiro con más genio
que lo que se ha visto en la plaza de Madrid. Que los ha habido que a la salida
iban por el patio de caballos para hacerse una foto con las carretas del Rocío.
Aunque no crean, que la tarde ha dado para que los aficionados entablaran flamígeros
debates sobre el ganado que iba saliendo por la misma puerta por la que
habitualmente salen los toros. ¡Que son ciervos! ¡Que son bueyes! ¡Que son…! Y
no se ponían de acuerdo. Quizá si hubiera sido en tiempo de la berrea se
habrían aclarado las cosas un poquito. Si dicen “Beeeeee” ciervos y si dicen “muuuuu”
bueyes. Pero solo nos habría faltado tener que esperar para confirmar algo que
ya sabíamos, que eso no pasa por toro de lidia. Y no digo toro bravo, porque
entonces podrían llamarme cosas feas y tampoco es cuestión de faltarnos al
respeto por culpa de unos engendros. La pregunta que surgía aquí y allá era que
con qué había cruzado la ganadería la familia Flores, para que le salieran esos
animales con esas cabezas tan, tan desproporcionadas. Que echamos quince o
veinte años atrás y perdónenme, pero la historia era bien diferente.
De los matadores, pues van a decir ustedes que a todo se le
ponen pegas, pero es que lo ponen muy fácil, que la verdad, salvo el sobrero de
José Cruz, aquello no tenía otra cosa que darles por abajo y poquito más,
bastaba con intentar al menos no acrecentar los muchos defectos de lo de la
familia Flores. Ellos tenían en la cabeza que solo se torea con derechazos y
naturales y en el pecado llevaron la penitencia. El primero ya amagaba con
querer echar la cara arriba en el caballo, lo confirmó en el segundo tercio,
queriendo llegar a las estrellas y Damián Castaño se limitó a pegarle mantazos
rematados con el consiguiente banderazo, permitiendo que le tocara en exceso el
engaño. Al contrario de lo deseable, le hizo todo para empeorar la condición
del animal.
El segundo, para Fernando Robleño, nada más salir ya
presentó su condición, queriendo saltar por dos veces, claro rasgo de
mansedumbre, pero en esas escapadas frustradas también dio la sensación de
tener algo en la vista, como si no calculara bien las distancias. En el caballo
se empleó el pica, dándole en los dos encuentros. El animal perdía las manos
repetidamente, lo que continuó, pasando por banderillas en que buscaba como un
mulo con la cara a media altura, en el último tercio, con la colaboración de
Robleño, pegándole trallazos, sin templar nunca, con muchas carreras, empeñado
en dar derechazos y más derechazos. Concluyó con un espadazo haciendo guardia.
A morenito de Aranda le devolvieron su primero por
manifiesta invalidez, saliendo uno de José Cruz, un toro con aspecto de toro,
con comportamiento de toro, aunque tampoco era don perfecto. En el caballo
cabeceaba contra el peto, se fue suelto y para evitar esto, en el siguiente
encuentro le taparon la salida. Morenito le recibió con la muleta a base de
trallazos, lo que hacía que el toro se cayera. Continuó por la derecha y el
toro empezó a meter la cabeza, le citó dándole distancia, pero siempre se
repetía la historia del trallazo acelerado. La falta de temple fue el principal
inconveniente para que el espada no se hiciera con el de José Cruz, que entraba
una y otra vez. Pico, pierna retrasada, enganchones y le bastó una prueba
enganchada con la zurda para volver a la diestra con esa sarta de trapazos, mientras
el toro acudía al engaño una y otra vez.
El cuarto, de Samuel Flores, asomó por toriles provocando la
admiración del respetable, no sé si por las dimensiones de su arboladura o
porque lo confundieron con un ciervo, creyendo que detrás aparecería el trineo
de Papa Noel. Que cosa más horrorosamente desproporcionada y para colmo, huía de
los capotes. Robleño lo sujetó con capotazos tapándole la cara. En el caballo
entró como un mulo, sin intención de humillar jamás. La faena de muleta fue una
muestra de trapazos sin parar quieto, a un animal que entraba con la cara a
media altura, sin meter la cabeza jamás.
El quinto ya arrancó el capote a Morenito de Aranda en los
lances de recibo, entraba al caballo cabeceando, pero enseguida empujaba con
fijeza, en la primera vara de Héctor Piña, perop tuvo que ser sustituido por
haber sido herido el caballo. Tuvo que ir en su lugar el que guardaba la puerta,
aunque olvidando aquello de que los caballos circulaban por el ruedo en sentido
opuesto a las agujas del reloj. Evidentemente tenía que salir un reserva a
guardar la puerta, lo que se demoró en exceso, dando una idea de lo poco pendiente
que está todo el mundo de seguir la lidia y de actuar cuando es necesario. A Morenito
le costó encontrarse y cuando al final se puso a pegarle derechazos, el toro se
le quería marchar. Muletazos por alto, derrotes y enganchones, dando la
sensación de que el matador no podía con el mulo. Trapazos y más trapazos,
hasta llegar a oír un aviso antes de montar la espada y uno más después de un
pinchazo y un bajonazo muy descarado.
El peor presentado fue el sexto, el de Damián Castaño, que
ya sembraba dudas entre buey, ciervo o cabra. Corretón, no se le cuidó en el
primer tercio en cuanto a llevarle y colocarle en el caballo, donde se limitó a
tirar derrotes al peto. El salmantino no cambió el rumbo y desde el primer
muletazo ya empezó con lo de siempre, trapazos, pico, muchas carreras, quedando
a merced del toro, con el que no se hizo en ningún momento, empeñado en los
derechazos de rigor, sin plantearse el lidiarlo, a ver si así dejaba de estar
aperreado con el otro de Samuel. Una entera caída haciendo guardia y aquí concluyó
su confirmación, diez años después de la alternativa. Una vez hubo doblado el
sexto de la tarde, el personal salió corriendo, no fuera a ser que a alguno se
le ocurriera echar el cerrojo a la plaza y que fueran saltando al ruedo más de
Samuel e Isabel Flores, que eso no hay cuerpo que lo aguante. Y comentaban unos
y otros de la corrida y un caballero muy elegante me dijo entre sorprendido,
asustado e indignado hablando de los toros: juran que les oyeron rebuznar.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
1 comentario:
Que gran post, me encantan leer este tipo de post contando una historia o vivencia. La verdad que no soy yo muy aficionada a los toros, aunque es verdad que desde que me llevo mi abuelo a una corrida aquí en sevilla me llaman la atención y esta empezando a gustarme este mundo, ese dia habia una ganaderia de reses bravas con unos ejemplares inmensos y me dijo mi abuelo que erán del Famoso Luis Algarra y de su ganadería, yo quede anonadada de los bicharracos. Desde eso instante empece a gustarme y empece a entender muchas cosas. Gracias por compartir.
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